
Los 4 hijos de Carolina de Mónaco: Un nuevo modelo de realeza con discreción y talento
Lejos de las normas reales, Carlota, Pierre, Alejandra y Andrea han elegido la cultura, la filantropía y la vida privada
El 20 de junio de 2025, Carolina de Mónaco fue vista en París acompañaba su hija menor, la princesa Alejandra de Hannover. Alejandra acababa de recibir su título de máster en Historia y Literatura, el cual, obtuvo en la Universidad de Columbia. La imagen se viralizó en redes sociales por su calidez y naturalidad. Refleja la transformación silenciosa de los Grimaldi: de íconos de la realeza mediática a representantes de una aristocracia más intelectual y discreta.
Alejandra, con apenas 25 años, es la última de los cuatro hijos de la princesa Carolina. Antes que ella, Andrea, Carlota y Pierre, fruto del matrimonio con el fallecido Stéfano Casiraghi. Estos han construido trayectorias alejadas del tradicional deber monárquico, y cercanas a causas filantrópicas, proyectos culturales y empresas familiares. Pero, ¿quiénes son hoy en día? ¿A qué se dedican? ¿Quiénes son sus parejas?
Andrea Casiraghi: del heredero rebelde al padre filántropo
Nacido en 1984, Andrea fue durante años el rostro informal del futuro de Mónaco. Nieto de Grace Kelly y primer hijo de Carolina. Andrea estuvo en el foco mediático desde su infancia, pero su vida dio un vuelco tras la trágica muerte de su padre en 1990. Carolina, entonces viuda con tres hijos pequeños, decidió alejarse de Montecarlo y refugiarse en la campiña provenzal. Allí Andrea creció rodeado de naturaleza, sin título nobiliario y con una vida mucho más cercana a lo civil que a lo cortesano.

Educado en internados suizos y graduado en Política y Artes Visuales por la Universidad McGill de Montreal, Andrea optó por dedicarse a causas humanitarias antes que a la política dinástica. Ha trabajado con ONGs en África y Asia, y colabora activamente con la Fundación Princesa Grace. Su compromiso solidario se refleja también en su estilo de vida. Vive en Suiza, lejos de los focos, junto a su esposa, la heredera colombiana Tatiana Santo Domingo. Además de sus tres hijos, Sasha, India y Maximilian.

Aunque su juventud fue tumultuosa. Fue protagonista de portadas por sus fiestas en Ibiza o Saint-Tropez. Hoy Andrea es un padre tranquilo que acude a recoger a sus hijos al colegio, compra en mercados locales y aparece esporádicamente en eventos oficiales como el Baile de la Rosa.
Carlota Casiraghi: intelectual, modelo y voz propia
De todos los hermanos Casiraghi, Carlota —nacida en 1986— ha sido la que más ha permanecido en el imaginario colectivo. De niña, era el espejo de su abuela Grace Kelly; de adulta, ha sabido construir una identidad que combina elegancia, pensamiento crítico y acción cultural.
Licenciada en Filosofía por la Sorbona, Carlota ha publicado ensayos, promovido debates intelectuales a través de los Rencontres Philosophiques de Monaco y coescrito un libro con el filósofo Robert Maggiori. Habla cinco idiomas, y alterna su vida intelectual con su pasión por la moda y la equitación.

Embajadora de Chanel, ha sido rostro de campañas de Gucci y Montblanc. Ha desarrollado una línea de pensamiento sobre la sostenibilidad en la industria del lujo, especialmente a través de su revista Ever Manifesto. Lejos de ser una “influencer real”, Carlota es una figura cultural que ha sabido convertir su visibilidad en una herramienta de impacto.

En el terreno personal, ha sido madre en dos ocasiones. Su primer hijo, Raphaël, nació en 2013 fruto de su relación con el actor Gad Elmaleh. En 2018 nació Balthazar, hijo del productor Dimitri Rassam, de quien anunció su separación en 2024. Pese al interés mediático, Carlota ha sabido mantener a sus hijos fuera del radar, mostrando un férreo control sobre su intimidad.
Pierre Casiraghi: el empresario aventurero
El benjamín de los Casiraghi, Pierre (1987), es probablemente el menos conocido. El que ha encarnado con más fidelidad el legado de su padre Stéfano. Tras estudiar Economía en la Universidad Bocconi de Milán, asumió el control de Engeco, la empresa constructora familiar, y de la aerolínea Monacair.

Pero más allá del despacho, Pierre ha construido una imagen pública como navegante, mecenas y deportista. Ha competido en regatas internacionales, ganó la Cape2Rio y participó en la travesía que llevó a Greta Thunberg a Nueva York en 2019. Su compromiso con el medio ambiente y la infancia se ha canalizado a través de iniciativas como “Navega por una causa” y su presencia activa en el Yacht Club de Mónaco.

Casado con la periodista Beatrice Borromeo, aristócrata italiana y referente de la elegancia europea, tienen dos hijos y esperan una niña para finales de 2025. Su única polémica conocida data de 2012, cuando protagonizó un altercado en un club de Nueva York, un episodio aislado en una vida pública marcada por la discreción y el compromiso.
Alejandra de Hannover: la princesa que prefiere los libros
Alejandra, nacida en 1999, es la hija menor de Carolina y la única con título real: Su Alteza Real la Princesa de Hannover, Duquesa de Brunswick y Luneburgo. Sin embargo, su perfil es el más reservado de la familia. Educada entre Mónaco, Francia y Estados Unidos, es políglota, amante de la literatura y alejada de todo afán por el estrellato.

En octubre de 2024, completó su máster en Historia y Literatura en Columbia, con una tesis sobre J.D. Salinger. En entrevistas recientes, ha confesado su deseo de dedicarse a la escritura y su resistencia a los focos. Aunque mantiene presencia en redes sociales y acude puntualmente a eventos de moda, su prioridad es el mundo académico y literario.
Comparte su vida con el empresario alemán Ben-Sylvester Strautmann y mantiene una relación cercana con sus hermanos, especialmente Carlota, su madrina.
Una nueva concepción de la realeza
La historia de los hijos de Carolina de Mónaco no es la de herederos al trono ni príncipes de cuentos de hadas. Es la de una generación que, marcada por la pérdida temprana de un padre y el legado de una madre mediática pero sensible, eligió vivir con un pie dentro y otro fuera de la realeza.
Educados en las mejores universidades, comprometidos con causas sociales y alejados del boato, Andrea, Carlota, Pierre y Alejandra representan una forma distinta de estar en el mundo. Donde el apellido no es un pasaporte automático al poder, sino una plataforma para aportar desde la cultura, la sostenibilidad o la discreción.
Carolina de Mónaco, con su carácter fuerte, su amor por el arte y su capacidad para proteger sin reprimir, ha logrado que sus hijos crezcan como ciudadanos del mundo antes que como príncipes de palacio. En un momento en que muchas casas reales enfrentan crisis de legitimidad, la historia de sus hijos puede ser leída como una lección silenciosa de adaptación, autenticidad y elegancia contemporánea.
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