
Lo desconocido del emporio de Norman Foster: Así gestó su romance con Elena Ochoa
El arquitecto británico, que ha cumplido 90 años, está casado con la psicóloga y juntos tienen un imperio artístico
El arquitecto más conocido y más rico del mundo está de celebración. El británico Norman Foster (Stockport, 1935), amante del arte y de su mujer, la psicóloga Elena Ochoa (Puebla de Trives, Ourense, 1958), ha cumplido este 1 de junio 90 años. Sus hijos Paola (26 años) y Eduardo (23) han mostrado su cariño por el multimillonario en sus respectivas redes sociales.
Los descendientes de esta peculiar pareja, que ahora vive entre Londres y Madrid, también han seguido caminos ligados al mundo artístico. Mientras Paola Foster ha estudiado Arquitectura en Harvard, su hermano Eduardo ha cursado Bienes Raíces y Planificación Urbana en University College of London.
Ambos han heredado la pasión por el arte del arquitecto, hoy con un patrimonio de más de 285 millones de euros, y su madre, fundadora y directora de la editorial Ivorypress. Los cuatro miembros de la familia están muy unidos. Tanto es así, que juntos conforman la cúpula del instituto de diseño y arquitectura Norman Foster Foundation.
La historia de amor entre Foster y Ochoa se gestó hace casi 30 años en Londres. Es allí donde la pareja tiene hoy un ático de 600 metros cuadrados con vistas al río Támesis que diseñó el propio arquitecto.
La historia de Norman Foster y Elena Ochoa
La psicóloga y editora Elena Ochoa inició su relación con el prestigioso arquitecto Norman Foster durante el año de 1994. Por entonces, Elena había viajado a Inglaterra como ‘visiting scholar’ (profesor visitante) a la Universidad de Cambridge. Lo hizo para ampliar sus investigaciones sobre la enfermedad del Alzheimer.
El desplazarse hasta esta prestigiosa universidad británica, situada a unos 80 kilómetros de Londres se debió al hecho consensuado de que su entonces marido, Luis Racionero, también impartía en esta ciudad un curso de urbanismo en el Churchill College como ‘by-fellow’ (especialista supervisor). Sin embargo, en el otoño de 1994 decidieron definitivamente separarse, ya que el matrimonio iba a la deriva.

Quienes les conocían afirman que el matrimonio fracasó porque pudo más la adicción al trabajo de ella que el amor al prójimo. Luis Racionero marchó de nuevo para su masía de Gerona y Elena Ochoa decidió sin dudarlo quedarse allí.
Se matriculó en el King College, de Cambridge, aunque luego trasladaría su residencia a Londres. Fue en la capital londinense donde formalizó su relación con Foster. Aunque algunos indican que se inició en una finca de caza situada en el pueblo de Layos, en Toledo. Esta era propiedad del arquitecto Miguel de Oriol, que curiosamente era también amigo de Racionero.
No hay que olvidar que, durante esos años, Foster viajaba con frecuencia a España debido a sus numerosos proyectos y exposiciones. La prensa inglesa definía por entonces a la doctora Ochoa como “una científica misteriosa y muy sexy”.
Ochoa formalizó su matrimonio el 20 de septiembre de 1996 con el famoso y reconocido arquitecto británico Norman Foster, quien le lleva 23 años. Y también urbanista como su primer marido. Un hombre serio, disciplinado y respetado en los ambientes arquitectónicos mundiales. Dicen de él que es atractivo, apuesto, ameno y un gran deportista. Le gusta practicar el esquí, la bicicleta, el senderismo... Afirman que es una persona con un comportamiento vital innato.
Los orígenes humildes del arquitecto más popular
Norman Foster nació en un deprimido suburbio de Manchester el 1 de junio de 1935. Fue el hijo único de una familia pobre de Levenshulme, su padre era operario de una fábrica. Estudió en una escuela pública e hizo la mili en el Ejército del Aire, de donde le viene su pasión por la aviación.
Se costeó sus estudios universitarios en la Facultad de Arquitectura y Planificación Urbanística de la Universidad de Manchester. Pudo hacerlo con trabajos esporádicos de panadero, vendedor de muebles y portero de discoteca.
Después de licenciarse en 1961, fue premiado con la Henry Fellowship (Beca Henry) para realizar un master en la Universidad de Yale (Estados Unidos). Allí descubrió a los grandes arquitectos modernos. Al regresar a Londres, fundó en 1965 un estudio de arquitectura junto a su mujer, la también arquitecto Wendy Chessman.
Le pusieron por nombre ‘Team 4’, ya que junto a ellos figuraban a su vez el arquitecto Richard Rogers y la esposa de este, Sue. Dos años después se separaron de ellos y fundaron en la habitación contigua a su hogar, el estudio Foster Associates. La intimidad era casi nula, se ideaban proyectos, se recibían visitas, se abría la puerta…

Poco a poco fueron creciendo hasta llegar hoy a la gran empresa multinacional Foster and Partners Limited, con 14 oficinas en todo el mundo. Dicen que Norman Foster suele ser hierático y mudo. Que escanea inquisitivamente todo lo que ocurre a su alrededor. Que se fija en todo lo que encuentra a su paso. Que suele ir vestido de uniforme: con un clásico traje de pana, cuello alto negro y ligeros mocasines de ante.
También, que siempre se mueve por delante de todos, con paso de atleta y con las manos en los bolsillos. Tras fallecer su esposa en 1989 a causa de un cáncer, se le conoció como “el viudo de oro” de Inglaterra.
A él, la muerte de su mujer le dejó desarraigado. Tal es así, que le pidió a su buen amigo y reconocido artista, Richard Long, una colección de fotografías de los rincones y paisajes preferidos de ella. Posteriormente las editó y regaló como un homenaje póstumo.
Con Wendy tuvo dos hijos y adoptaron a otros dos. El menor con un solo año de edad al morir su madre. En 1990 fue armado caballero (Sir Norman Foster) y en 1997 se le confirió la Órden de Mérito. Dos años después la Reina Isabel II le concedió el título nobiliario de Barón Foster de Thames Bank.
Cuando conoció a Elena Ochoa estaba en la cima de su carrera: creador principal de aeropuertos, museos, rascacielos, etc. Principal representante de la corriente arquitectónica denominada “high tech” (alta tecnología).

Estaba considerado por las revistas especializadas como el segundo mejor arquitecto vivo del mundo, tras el argentino Cesar Pelli. Hoy es poseedor, entre unos cien galardones, del reconocido Premio Pritzker, una especie de “Nobel de Arquitectura”. Por él recibió 100.000 dólares y un medallón de bronce en 1999. Además de contar con el premio Mies van der Rohe de Arquitectura Europea, la distición por excelencia de este continente.
En España, uno de sus principales hitos fue la Barcelona Olímpica del 92 (con la torre de Comunicaciones de Collserola en el Tibidabo, de 288 metros). También el metro de Bilbao, a cuyas entradas se les conoce con el nombre de “fosteritas”, el Palacio de Congresos de la Ciudad de las Artes de Valencia o la Torre de Caja Madrid.
Posteriormente, ha intentado deslumbrar con la remodelación del estadio del Camp Nou en Barcelona, con la Unidad de Ocio en la Ciudad del Motor en Alcañiz (Teruel) y con la ampliación de la estación pirenaica de Cerler.

Entre los innumerables proyectos internacionales bajo su magisterio destacan el estadio londinense de Wembley, la sede central del Shanghai Bank, la torre del Commerzbank, la estación central de ferrocarriles de Dresde, la nueva terminal del aeropuerto de Pekín construida para los Juegos Olímpicos de 2008, la cúpula del Reichtag de Berlín o el patio central del Museo Británico.
Pero también al margen de sus proyectos arquitectónicos ha participado en obras de diseño, como el sistema de mobiliario de oficina conocido por Nomos para la firma italiana Tecno, de Milán, o su boceto del yate a motor Izanami para la firma Lürssen Yachts. Además, sus trabajos están representados en la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el centro de Georges Pompidou en París.
Solamente sus honorarios por obra pueden llegar a los 23 millones de dólares (unos 30 millones de euros). Así sucedió cuando diseñó y dirigió la construcción de la espectacular cúpula de cristal que cubre el edifico del Reichstag en Berlín, la sede del Parlamento alemán.
Se da la coincidencia de que Lord Foster es uno de los tres miembros de la Cámara de los Lores que nunca ha querido confirmar los detalles de su fortuna. Sin embargo, se estima que su patrimonio podría alcanzar los 240 millones de libras, lo que equivale a 285 millones de euros.
Norman Foster y Elena Ochoa, en Madrid
La última visita de 'los Foster' a la capital española fue el pasado mes de mayo de 2024. Entonces, el matrimonio se reunía con los príncipes helenos Pablo y Marie Chantal de Grecia, y la exmujer de Ernesto de Hannover, Chantal Hochuliel.
El sobrino de doña Sofía y su mujer visitaron la Fundación Norman Foster, sita en la calle Monte Esquinza. Está emplazada en un palacete del barrio madrileño de Chamberí. Esta organización, sin ánimo de lucro, está dedicada a la investigación, la educación y la elaboración de proyectos de arquitectura, diseño y urbanismo. Fue fundada por el arquitecto británico en 2017.
Pero 'los Foster' no centraron su estancia en compromisos profesionales, sino que también se dejaron caer por algunos de los locales de moda. Ellos, junto a los príncipes helenos, disfrutaron de la buena gastronomía en La Parra. Se trata de uno de los restaurantes con mayor historia de Madrid, así como en Numa Pompilio, 'place to be' .
Tanto Elena Ochoa como Sir Norman Foster guardan un perfil discreto frente a los medios pese a ser uno de los matrimonios más poderosos de la crónica social internacional.
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