El libro 'Paliativo', una oda a la amistad como refugio
La novela 'Paliativo: La amistad como último refugio' aborda la naturaleza humana y el sentido de la amistad
El valor de la vida y de la muerte, así como de todos aquellos que comparten con nosotros el tiempo, se precisa y acentúa, grano por grano, cuando el reloj de arena se voltea por última vez. Este momento final se aborda en Paliativo: La amistad como último refugio, un tratado sobre la amistad y la naturaleza humana.
A través de una narración sosegada y profunda de Samuel Dacanda, la novela plasma un último viaje alrededor del mundo antes de morir; la premisa para dejarlo todo por alguien y descubrir que después de un final, llegan muchos comienzos. Paliativo se engloba dentro del género de crecimiento personal y ficción contemporánea perteneciente a la Editorial Rosamerón.
Guzmán, un hombre de 38 años que recibe un diagnóstico fatal por una enfermedad sin cura, pide a su mejor amigo, Rodri, que lo abandone todo durante un año para que lo acompañe en el que será su último viaje. Comenzará así una experiencia de autorreflexión para los protagonistas, abordada desde la perspectiva de dos autores unidos por su amor a la literatura: Samuel Dacanda.
Esta sinergia nace de los recuerdos y las vivencias de Borja Quiroga, médico de profesión, y Manuel Rodríguez, historiador del arte, quienes abordaron una aventura a cuatro manos. “Teníamos ganas de hacer un proyecto juntos, lo que pasa que nunca habíamos visto el escritor que llevábamos dentro”, afirma Borja Quiroga para elcierredigital.com.
“A finales del año anterior le propuse a Manuel escribir un libro. Él primero me dijo que si estaba loco, pero al día siguiente me llamó, me dijo que ya tenía la temática y me ofreció este argumento. Nos pusimos a escribir”, afirma Quiroga. Y es que la idea nació como un mecanismo de autocomprensión.
Así lo expresa Manuel Rodríguez: “Yo estaba en un momento vital un poco agobiante, con tres niñas pequeñas y dirigiendo una empresa que me absorbía muchísimo. Estaba buscando una válvula de escape”. El autor se relaciona también con el eje temático del libro: “Yo no tengo ninguna enfermedad, ni me voy a dar ninguna vuelta al mundo, pero sí hay una misma necesidad de buscar una vida más allá del día a día corriente”, explica.
Ambos comenzaron así a construir sus reflexiones y, recomendados por Rosamerón, crearon el seudónimo Samuel Dacanda. Este vínculo literario surge gracias a la materialización de sus orígenes: “Samuel es mi bisabuelo, que fue académico de la Real Academia Española, la letra ‘k’ minúscula”, explica Borja.
Por su parte, “Dacanda es la finca donde ha vivido toda la vida la familia de Manuel, en un pueblo de Lugo que se llama Bolaño, y que significa en gallego ‘candado’. Para nosotros es como un candado que esconde un tesoro”, afirma el autor sobre la simbología de su obra.
Las fases del duelo
Durante el transcurso de Paliativo, y de la propia experiencia vital de los dos protagonistas, el sentimiento sobre la vida se transforma. La novela transcurre en 5 bloques, que se corresponden con las 5 etapas del duelo “que cualquiera pasamos cuando vivimos, por ejemplo, la muerte de un familiar, una ruptura sentimental, la pérdida de un trabajo...”, expone Borja.
Estas etapas se corresponden con la negación, la ira, la negociación, la depresión y, finalmente, la aceptación. Así, cada uno de los bloques sucede en un lugar de mundo diferente y permite a los dos amigos compartir reflexiones sobre temas cardinales que los autores consideran que se han ido perdiendo: el amor, el trabajo, la familia, la amistad, etc.
Ambos autores concuerdan en que la amistad es tan complicada, como fundamental, en la vida. “Me parece un tema del que se habla y se reflexiona poco. Elegir una persona y que te elija a ti, con el que poder envejecer juntos”, apunta Rodríguez. Además, sostiene que la historia, aunque parezca que trata sobre la muerte, “en realidad aborda la superación”.
La amistad, concebida como último refugio, es una construcción de una relación especial en la que dos personas son el ‘paliativo’ de la otra. La palabra ‘paliativo’ se asocia tradicionalmente como una persona a la que le quedan menos de 6 meses de esperanza de vida.
“Cuando hablamos de cuidados paliativos, siempre pensamos en fármacos para que una persona no sufra. La pregunta que nosotros queremos trascender con este libro es si de verdad los cuidados paliativos son solamente una medicación que se le pone a un pacientes”, afirma Borja.
Ambos afirman que la respuesta es un rotundo ‘no’. El beneficio de la amistad y el acompañamiento en un paciente que está muriendo va más allá. “A veces es más importante que te cojan la mano, que te den un abrazo, que te escuchen, que lloren y que rían contigo... Queríamos verlo desde el punto de vista existencial, desde el ser humano”, añade Manuel.
Casi 80.000 personas mueren al año en España sin recibir cuidados paliativos, un área olvidada que nos enseña a vivir mientras ayudamos a morir. “Los recursos son limitados, incluso vergonzosos. Yo trabajo codo a codo con ellos, sé perfectamente la saturación que tienen los servicios de paliativos y que llegan hasta donde pueden llegar”, explica Borja.
Visiones entrelazadas
Desde el inicio de la novela, las perspectivas de los autores confluyen, generando personajes carismáticos y una obra repleta de cuidados detalles. La Medicina y la Historia del Arte, campos en los que los autores se especializan, completan un argumento ficticio, pero realista.
Por un lado, la figura de Rodri, que también es médico, “no deja de ser un alter ego mío”, afirma Borja Quiroga. “Nos hemos querido alejar de una novela médica porque no lo es, pero es indudable que tener un médico al lado de un paciente como Guzmán, que tiene una enfermedad terminal, siempre permite ciertos apuntes médicos divulgativos que enriquecen la novela”.
Además, el autor ha sido testigo de multitud de historias como las de Guzmán en su ámbito laboral. “A diario me enfrento con pacientes terminales y en las últimas etapas de su vida. El protagonista es una persona que reconozco. No es nadie concreto, sino un grupo. Un reflejo de mi día a día”, expone.
Por otro lado, la visión de Manuel proyecta fragmentos del arte y la cultura de los lugares por los que pasan los protagonistas de la novela, “pero también las vivencias de un historiador del arte”, indica. “Me parece que el que tiene la capacidad y el que se esfuerza por buscar la belleza siempre va a tener la ventaja de ver la vida desde un punto de vista más optimista y alegre”.
Captar la esencia bella de la vida, al igual que lo hacen los historiadores, es un pilar capital en la novela. A pesar de las circunstancias, el libro desprende tonos alegres y esperanzadores, un diálogo entre personas que se alejan de la oscuridad y vuelven, durante un año, a la mayor esencia del ser.
La generosidad y valentía de Rodrigo ante una situación abrumadora, y el egoísmo existencial, pero inocente de Guzmán, que decide ser el único que gobierne su último año de vida. “Voy a hacer lo que yo quiera y nadie me va a decir donde, cómo y con quien voy a morir. Lo voy a decidir yo”, explica Manuel.
Un pensamiento que el propio autor comparte al ponerse en la situación de Guzmán. “Entiendo perfectamente la posición de Guzmán: ‘este es mi último año de vida y aquí no hay nada más importante que yo’”. Así, la respuesta a la pregunta ¿emprenderías el viaje que le proponen a Rodrigo? es sencilla: “¿Por qué no?”, afirma Borja Quiroga.
Paliativo es una indagación de los límites de la vida y la naturaleza humana, donde la amistad se erige como un bálsamo que alivia el alma en tiempos tormentosos. Una reflexión sobre lo esencial, lo bello; sobre lo desconocido y frío; sobre una generosidad, casi desconocida en las relaciones actuales, y sobre un sentimiento que arrasa con todo a su paso, destiñendo y coloreando, hasta convertirse en cálida aceptación.
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