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Un hombre con gafas grandes y bigote sonríe mientras lleva un traje de cuadros.
CULTURA

Juan Antonio Bardem: La historia oculta del 'rojo' que modernizó el cine español

A los 103 años del nacimiento del cineasta, que militó en el PCE, siguen vivas cintas como 'Calle Mayor' o 'Cómicos'

Este 2 de junio se cumple el centenario del nacimiento de Juan Antonio Bardem.  Este cineasta madrileño irrumpió en el séptimo arte compartiendo tándem con Luis García Berlanga.

No obstante, Bardem y Berlanga se distanciarían antes de rodar 'Calle Mayor', 'Muerte de un ciclista' o 'Nunca pasa nada'.

Una vida de cine

Juan Antonio Bardem fue hijo de dos exitosos actores de teatro que tras la Guerra Civil se asentaron en Madrid. Su padre era el barcelonés Rafael Bardem, que debutó en el cine tras recorrerse durante décadas los teatros de provincias. Matilde Muñoz Sampedro, su madre, formó compañía propia antes de convertirse en una secundaria habitual del cine español. 

El cineasta, hermano de Pilar, tío del oscarizado Javier y padre de varios miembros que dan continuidad a la mítica saga del cine español (el director Miguel, el compositor Juan o la script María), se convirtió en ingeniero agrónomo antes de recibir la tardía llamada de la profesión familiar.

Juan Antonio ingresó talludito, 25 años, en el recién abierto Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, posteriormente Escuela de Cine.

En esta institución educativa compartió pupitre con un ácrata divertidísimo con el que compartió humor y primeros pasos en el cine. Este era el valenciano Luis García Berlanga, con el que filmó la España destrozada de la postguerra en el cortometraje 'Paseo por una guerra antigua'.

Bardem y Berlanga, que querían reírse del cine pomposo e imperialista de Juan de Orduña, irrumpieron en el cine español con 'Esa pareja feliz'. 

Un hombre con gafas y cabello oscuro en una fotografía en blanco y negro.
Juan Antonio Bardem | Turismo Las Navas del Marqués

Se trataba de sátira del incipiente desarrollismo con escenas paródicas sobre aquellos films cañís de los años cuarenta. Estos eran básicamente folletines pseudohistóricos, comedietas casposas o ajados vehículos a mayor gloria de la folclórica de moda.

Berlanga y Bardem volvieron a compartir guion en otra comedia distanciada de la estética e ideología de un Régimen. Este Régimen buscaba alejarse del nazismo y salir de la autarquía para abrazarse al neoliberalismo yankee. Y ese film fue el inolvidable '¡Bienvenido, Míster Marshall!', cuyo guion fue premiado en Cannes.

Las carreras de ambos genios se separarían entonces. Rl 'austrohúngaro' Berlanga se centró en grabar deliciosas comedias llenas de guiones falleros y planos-secuencia imposibles. Por su parte,  Bardem tomó  otro camino más comprometido y escarpado.

Esa carrera en solitario nació con meritorias obras de tono amable como la estupenda 'Cómicos' o 'Felices Pascuas'. Estos films demostraron que quería renovar el cine español. 

Así lo prometía desde la revista Objetivo o en aquellos Encuentros de Salamanca. En ellos definió al séptimo arte autóctono como "políticamente ineficaz, estéticamente nulo, socialmente falso, intelectualmente ínfimo e industrialmente raquítico".

Etapa de oro

Bardem elevó el tono dramático para alumbrar dos de las mayores joyas de la historia del cine español. Estas eran 'Calle Mayor', descarnada adaptación de una obra de Arniches con la que arrasó en Venecia, y 'Muerte de un ciclista'.

Esta última fue premiada en Cannes mientras  la censura ibérica se detenía en contar los botones abiertos de la blusa de Lucía Bosé.

El cineasta consiguió traspasar fronteras, pero la fama no le rebajó el compromiso. Logró sacar adelante la reivindicativa 'Los segadores', finalmente estrenada como 'La venganza'.  Este film tiene el honor de haberse convertido en la primera película española en ser nominada a los Óscar.

Estos triunfos, curiosamente, fueron contraproducentes en su vida y obra. Y es que Ángel Fernández Santos decía años después que "asociada a su perfil está ni más ni menos que  la fundación del cine español moderno, que él se atrevió a emprender un día y en otro día posterior  tuvo que pagar por ella un duro peaje".

Los grises 60 y los dificultosos 70

Bardem fue detenido durante el rodaje de 'Calle Mayor'. Supo de su triunfo en Cannes con 'Muerte de un ciclista' cuando se encontraba en prisión.

Este hecho no le impidió ponerse al frente de una productora de capital comunista en pleno franquismo, Uninci. Esta productora era financiada por personajes como el exfalangista Domingo Dominguín y responsable de títulos como  '¡Bienvenido Míster Marshall!' o la 'Viridiana' de Luis Buñuel.

La aventura acabaría en lógica quiebra mientras Bardem intentaba sin suerte mantener el nivel de su carrera. En parte por la incomprensión que recibieron joyas como 'Nunca pasa nada', certero retrato de la España rural de los 60, y otras por errores en su apetito.

Es el caso de las correrías valle-inclanescas de Bradomín que aparecieron en la adaptación cinematográfica de las 'Sonatas'.

Cierto es que el cineasta también tuvo que adaptarse a la España de entonces. Para ello, puso en marcha obras 'alimenticias' como la taurina 'A las cinco de la tarde'. Y también 'Varietés', que fue una de las últimas películas de una Sara Montiel en declive tras tres décadas de éxitos. 

Un hombre mayor con gafas y bigote sonríe al aire libre.
Juan Antonio Bardem | Instituto Cervantes

No hay que olvidar la incestuosa 'La corrupción de Chris Miller', salto al mundo adulto de Marisol, ya sin esos personajes de niña huérfana y cantarina bajo tutela de los Goyanes.

Bardem, orgulloso militante del PCE y enfangado en la clandestinidad, tuvo que aceptar algunos proyectos que no le apetecían por su negativa a abandonar España. Lo hizo para rodar en supuesta libertad. 

El cineasta antepuso a su familia y país, patriotismo ético, a pesar de la persecución que sufrió.

Su hijo Juan lo cuenta así en Mundo Obrero:  "Dirigir películas es el oficio que eligió.  Salvo con algunas pocas excepciones, no supo y no quiso trabajar de otra cosa que no fuera ser director de cine".

"Entender esto quizá ayude a quienes se pregunten por qué hizo películas tan dispares como 'Muerte de un ciclista' y 'La corrupción de Chris Miller'. Él vivía, exclusivamente, de su trabajo. Tenía una familia que mantener con todo lo que eso significa", añadió.

Y añade: "¿Podría haber hecho otras (películas)? Esa es, para mí, la parte mas trágica de su vida y ahora es cuando podemos ser más conscientes de ella. Por su forma de ser, un optimista entusiasta y un jugador de póker, nunca te mostraba su frustración. ¿Cómo sería capaz de gestionar tanto desengaño y no perder el buen humor?".

Transición, ochentas y noventas

Bardem celebró la muerte de Franco y se volcaría con el PCE hasta su legalización. El cineasta participó de forma activa en la campaña de las elecciones generales de 1977 y 1979. 

Ejerciendo de sombra de un Santiago Carrillo muy necesitado del apoyo de artistas de renombre y de  personas que conociesen España desde el interior.

En la Transición, Bardem rodó una estupenda incomprendida road movie, 'El puente'. Se advirtió como un publirreportaje de las Comisiones Obreras. La acertada elección como protagonista de Alfredo Landa, símbolo del cine tardofranquista, no fue suficiente para alcanzar el éxito.

Mejor valorada fue su retrato de los 'Siete días de enero'. Mostraba cómo el PCE fue legalizado tras permanecer estoico tras los asesinatos de varios abogados laboralistas. Compañeros de Manuela Carmena fueron tiroteados, quién sabe si por el búnker franquista o la guerra sucia de la OTAN (Gladio). 

La ideologización le pasó factura y tuvo que partir en democracia para encontrar financiación a sus nuevos proyectos en países soviéticos. Fue el caso de 'La advertencia', superproducción búlgara a mayor gloria del héroe nacional Gueorgi Dimitrov, acusado por los nazis de la quema del Reichstag.

Tres personas sonríen en un evento formal con fondo azul.
Juan Antonio Bardem junto a su hermana Pilar y su hijo Miguel tras recibir el Goya de Honor | Academia de Cine

Aquel taquillazo en Sofía y alrededores no le ayudó a encontrar pie en España, donde no recibió los mimos que quizá merecía. Cierto es que al menos en 1986 se le concedió la  Medalla de Oro de las Bellas Artes.

Pero otro premio se le escapó, tal y como le comentó Javier Solana, entonces ministro de Cultura. "Jo, macho, te íbamos a dar el Premio Nacional de Cine, pero como has salido en Interviú levantando el puño y diciendo que no te fiabas del PSOE, pues te has quedado sin él", señaló.

Bardem, sin posibilidad de hacer cine, se centró en televisión rodando la vida del criminal 'Jarabo' para 'La huella del crimen'. O la imprescindible 'Lorca, muerte de un poeta', que tuvo que emprender con apenas 400 millones de pesetas tras no encontrar financiación en Moscú y Ciudad de México.

A la serie sobre el crimen más internacional de España en el último siglo le siguió otra, en este caso pagada por las autonómicas. Trataba sobre la adolescencia de Picasso.

La película recorría la llegada del joven pintor a París en plenos fastos de la Expo de 1900 hasta la realización de una de sus obras cumbre,  'Las señoritas de Avignon'.

En los noventa Bardem intentó sin suerte encontrar dinero para poner en marcha proyectos. Solo pudo impulsar la mediocre 'Resultado final', que versa sobre la decepción de las élites progresistas con el felipismo.

Aquella obra fue machada por la crítica, en parte porque el cartel lo abría  Mar Flores, en plena cresta de la ola rosa por sus amoríos con Fefé o Lecquio en el couché. 

Bardem, entre bromas y veras, recogería el Goya de Honor de 2002. Pidió que los productores le ayudaran a poner en marcha unos proyectos que no verían la luz porque un infarto acabó con su vida pocos meses después, cuando tenía 80 años.

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