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CULTURA

Guillermo y Máxima celebran 20 años de su boda real

Máxima de Holanda enfrentó rechazo inicial en los Países Bajos por el pasado de su padre, un alto cargo en la dictadura.

Hace veinte años toda Europa miraba a Holanda. Guillermo y Máxima se casaron el 2 de febrero de 2002 y lo hicieron sin la presencia del padre de ella. A pesar de que el pueblo holandés empezó a quererla enseguida, había una mancha en su biografía que mantenía reticencias en los ciudadanos. Su padre, Jorge Zorreguieta, había ocupado la cartera de Agricultura durante la dictadura militar de Videla en Argentina. Holanda, el país de Ana Frank, no estaba dispuesto a que su futura Reina tuviese vínculos con una dictadura.

Así, Máxima no puedo evitar llorar en  Nieuwe Kerk, la catedral protestante de Amsterdam, cuando oyó el sonido de un bandoneón tocando un tango. Un homenaje a su país natal. El reverendo C. A. Ter Linden, oficiante de la ceremonia, también hizo un guiño a los ausentes padres de la novia recordando que sin ellos la futura Reina "no hubiera podido ser lo que es hoy". 

Además, hubo una referencia al catolicismo de la novia aunque se tratara de una ceremonia protestante. Rafael Braum, un sacerdote jesuita gran amigo de la familia Zorreguieta, se encargó de leer la Carta a Rut del Antiguo Testamento.

En cuanto a la polémica que se creó en torno a la figura de Jorge Zorreguieta, en cierto modo recordó a la que se desató 35 años antes cuando la entonces Princesa Beatrizanunció su compromiso con un alemán, Klaus, que había formado parte de las Juventudes Hitlerianas. Entonces, hubo protestas en las calles y se temió un atentado durante la boda. Para evitar situaciones similares, el Gobierno y el Parlamento neerlandés anunciaron que el señor Zorreguieta no estaría presente en la boda de Máxima. Su madre decidió quedarse en Buenos Aires con su marido. 

Una mujer rubia con gafas de sol en la cabeza, vestida con una camiseta blanca, posa en un entorno árido con cactus y montañas al fondo.
Máxima antes de ser Princesa. | El Cierre Digital

A pesar de este inicio complicado, desde entonces su éxito social no ha cesado. Llegó a identificarse plenamente con la sociedad holandesa y la convirtieron en  una de las Princesas de las nuevas generaciones más queridas de Europa, con una política de comunicación basada en la idea de proximidad. En su nuevo cargo, Máxima volvió a utilizar las armas que la acompañaron a lo largo de su vida. 

Aunque el carácter de Máxima contrastaba con lo que estaban habituados los holandeses, pronto se dejaron seducir por la personalidad de una mujer que consiguió que incluso se viera en público una actitud mucho más relajada a la entonces soberana del país, la Reina Beatriz, caracterizada por un gesto adusto y poca cercanía a la prensa de su país, que tradicionalmente ha llevado la libertad de información al límite de lo aguantable para una monarquía. 

De Argentina a Holanda

Máxima Zorreguieta nació en Buenos Aires el 17 de mayo de 1971. Su padre,  Jorge Zorreguieta, era descendiente de vascos y su madre, Carmen Zerruti, de italianos. Una mezcla de orígenes habitual en Argentina, considerado junto a Uruguay como el país más europeo de América Latina. 

Jorge se casó en primeras nupcias con la escritora Marta López Gil con quien tuvo tres hijas: María, Ángeles y Dolores. Luego entró en su vida Carmen Zerruti, con la tendría otros cuatro hijos: Máxima -la mayor-, Martín, Juan e Inés, que falleció en 2018 a los 34 años. 

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Máxima se crió en un barrio bien de la capital argentina, Recoleta, y tuvo la educación que se espera de una chica de la clase alta bonaerense formándose en el instituto bilingüe Northland School. En 1988 ingresó en la Universidad Católica Argentina  y se licenció en Ciencias Económicas. 

A principios de los noventa empezó su carrera profesional en varias empresas de su país natal. Sin embargo, decidió ampliar horizontes trasladándose a vivir a Nueva York donde trabajó en HSBC James Capel Inc.  Luego daría el salto a Deutsche Bank  ocupando el cargo de vicepresidenta de Ventas Institucionales para América Latina. Cuando, después de meses de dudas, decidió luchar por su relación con el Príncipe Guillermo, se trasladó a la sede del banco en Bruselas (Bélgica) para estar más cerca de su novio. 

Este cambio de aires supuso para ella un tour de force para conocer la mentalidad centroeuropea y el nuevo terreno en el que se movería su vida. El hecho de ser argentina la predisponía a adaptarse mejor a un país como España con el que tendría una especial relación. 

En 1999, Máxima Zorreguieta era una niña bien argentina que ya destacaba por dos elementos que la harían muy popular en la vida social: su simpatía y una gran capacidad para hacer sentir bien a los que estaban con ella. Gracias a este carácter, a sus 28 años disfrutó plenamente de una Feria de Abril donde demostró sobradamente su don de gentes. 

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Poco podía imaginarse Máxima que su ascensión social iba a conducirla a algo aparentemente imposible para una americana, emparentar con una monarquía de la antigua Europa. La historia entre el ciclón Zorreguieta y el entonces Príncipe heredero de Holanda, Guillermo, comenzó entre casetas de la popular feria sevillana y devino en una relación sentimental que tuvo clara tras reflexionar durante semanas si enrolarse en su aventura holandesa o seguir su relación con Dieter Zimmermann, el alemán con el que salía desde hacía unos años, y con su vida laboral en Nueva York, donde trabajaba en la Bolsa. Sin embargo, pronto decidió seguir sus instintos y la relación, que sorprendió a la prensa del país centroeuropeo, siguió su curso. 

En 2013, previa abdicación de la Reina Beatriz, Máxima y Guillermo ascendieron al trono y hoy son una de las parejas reales más admiradas de Europa. Padres de tres hijas, Amalia, Alexia y Ariadna, su conexión con el pueblo neerdlandés es evidente. En los últimos meses se ha sabido que Alexia, que comparte estudios con Leonor de España en el Atlantic Collage, no perdería su puesto en la sucesión al trono de decidir casarse con una mujer. Una medida que ha vuelto a conectarlos con su pueblo ya que Holanda fue el primer país del mundo en aprobar el matrimonio igualitario. Era en 2001 cuando el país empezaba a conocer a una argentina que acabaría siendo una de las reinas consortes más populares de Europa. 

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