Gran preocupación por la reforma del Teatro Joy Eslava que podría perder su historia
El edificio, Bien de Interés Cultural, goza de protección integral por su entorno con la iglesia de San Ginés.
Abierta los 365 días del año, con todo tipo de música y asentada sobre el emblemático edificio que perteneció históricamente al Teatro Eslava. Hace casi un año –el pasado 12 de noviembre de 2020– la discoteca Joy Eslava cerraba sus puertas ante la sorpresa de todos los madrileños que conocen la mítica sala. Ubicada en el centro de la capital, anunciaba que apagaba sus focos para acometer obras de mejora, negando que sus instalaciones cerraran definitivamente, como muchos se temieron.
"Después de décadas de intensa actividad, la remodelación de Joy Eslava promete marcar el inicio de una nueva etapa en la noche madrileña, convirtiéndose en una de las salas más espectaculares y vanguardistas de Europa, incorporando los equipamientos y servicios más innovadores". Así informaba la discoteca de su parón, que coincidía con los meses de fuertes restricciones para la hostelería y el ocio nocturno a causa del Covid.
Tras un largo proceso para obtener las licencias municipales de la remodelación, la obra está siendo desarrollada por un "arquitecto bomba" del que se desconoce su identidad e intenciones respecto a la sala. "Por ahora su nombre es un misterio", asegura el arquitecto y miembro de la asociación Amithe –Asociación Nacional de Amigos de los Teatros Históricos de España– Alejandro Conty Vidal.
"La institución Madrid Ciudadanía y Patrimonio tampoco conoce lo que se está haciendo exactamente en la sala. Lo único que sabemos es que el edificio tiene una protección integral altísima pues es Bien de Interés Cultural por su proximidad con la iglesia de San Ginés", puntualiza Conty. Por otro lado, el espacio está recogido en la guía Arquitectura de Madrid del COAM.
Con ello, Joy Eslava abordaba un ambicioso plan de modernización de sus instalaciones con el objetivo de retomar la actividad cuando “las condiciones sanitarias lo permitan”. Además, insistió en que la sala seguiría, más adelante, manteniendo la “oferta de ocio de calidad” que llevaba ofreciendo desde su inauguración en 1981, y continuaría albergando conciertos y eventos como discoteca" con "un formato innovador que no hay hasta ahora en España".
La calle Arenal, donde se encuentra la mítica sala, espera ahora la reapertura de sus puertas para devolver a los más de 4.000 metros cuadrados que tiene el espacio, la música y la diversión tradicionales. En este año de ausencia como local de ocio nocturno de referencia, la Joy Eslava aprovecha los tiempos del Covid para reinventarse, ampliando su habitual oferta con cenas y espectáculos.
Más de un siglo de historia
A finales del siglo XIX el sobrino del músico Hilarión Eslava, el empresario Bonifacio Eslava, inició la construcción de esta sala de espectáculos. En principio, solo contaba con un pequeño salón, el “Eslava”, donde cabían 1.000 espectadores. En sus instalaciones tuvieron cabida funciones de teatro popular dirigidas por autores de la talla de Ramón María del Valle-Inclán o Federico García Lorca.
Como discoteca, su historia es igualmente amplia. Este uso del local se remonta a 1981. Aquel año, otro empresario, Pedro Trapote, la inauguró en febrero, curiosamente un día después del célebre golpe del general Tejero en el Congreso de los Diputados. Trapote es uno de los rostros más conocidos en el mundo del ocio nocturno de Madrid pues también es dueño de otros locales de relevancia como Pacha Madrid, el Teatro Barceló y la chocolatería San Ginés.
Durante los 80, Joy Eslava se erigió como uno de los templos de culto de la Movida madrileña. Posteriormente, ha sido escenario de conciertos, eventos y fiestas que han contado con la participación de celebridades como Julio Iglesias, Roger Moore, Pedro Almodóvar o Stevie Wonder.
En 1998, la discoteca sufrió un devastador incendio que acabó con dos de sus plantas y se vio obligada a desalojar en el proceso a más de un millar de clientes. Posteriormente, siguió de forma ininterrumpida con su actividad hasta el obligado parón por la llegada de la pandemia.
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