El fenómeno de las Lágrimas de San Lorenzo: La verdad tras el origen de las Perseidas

En estos días calurosos de agosto, el exceso de calor es bueno para quedarse en casa de día y salir de noche para pedir un deseo a una estrella fugaz. Como muchas de las que se pueden ver  en estos días, en esta estación del año. La lluvia de meteoros de las Perseidas tiene lugar cada mes de agosto. Guarda relación con varios sucesos que tienen su origen en la antigüedad, desde la mitología griega hasta el mismo Imperio romano.

Esta lluvia de estrellas conocida oficialmente como Perseidas es quizás, por la fecha en la que se produce, la más popular del año. Además de todo un fenómeno para los que disfrutan contemplando el firmamento en una noche de verano. Pero, ¿por qué esta lluvia de estrellas se conoce como lluvia de San Lorenzo o lágrimas de San Lorenzo? Para responder a esta pregunta nos remitimos a la historia, el arte y la cultura popular.

El origen de las Lágrimas de San Lorenzo

San Lorenzo fue un sacerdote español que vivió en Roma durante el siglo III y que durante toda su vida religiosa administró los bienes de la Iglesia. Pero comencemos esta historia por el principio.

Lorenzo nació en el siglo III, se cree que en Huesca o Valencia. Fue hijo de San Orencio y Santa Paciencia. Este religioso fue uno de los mártires que fueron ajusticiados junto al papa Sixto II durante la persecución Cristiana del emperador Valeriano.

Según la tradición cristiana, la noche en la que fue ejecutado San Lorenzo se pudieron observar en el cielo una lluvia de estrellas. Aquellas que derramó el mártir en el momento de su muerte. Desde entonces el 10 de agosto se conoce como la Noche de San Lorenzo de la Parrilla, fecha de su festividad en el santoral.

La historia cuenta que el emperador Valeriano le exigió la entrega de los haberes a él confiados. Lorenzo se presentó ante él con cuantos pobres y enfermos pudo, diciéndole que aquellos eran los tesoros de la Iglesia. Irritado, el Emperador mandó torturarlo cruelmente y finalmente darle muerte asándolo sobre una parrilla.

La leyenda dice, incluso, que San Lorenzo llegó a mencionar mientras se quemaba en la hoguera: 'Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho'. Las lágrimas de ese cruel martirio han pasado a la historia y son las que dan nombre precisamente a la lluvia de estrellas más popular del verano: las Perseidas.

La particularidad de las Perseidas

Las Perseidas son una de las cuatro principales lluvias de estrellas que acontecen durante el año. Después de las Cuadrántidas de diciembre, las Líridas de abril y las Acuáridas de julio, las Perseidas se convierten en las protagonistas de todos los calendarios astronómicos. Se trata de uno de los fenómenos más espectaculares. En él se pueden observar hasta 200 meteoros por hora cruzando el cielo del verano.

¿Entonces por qué son tan especiales? A diferencia de las otras lluvias de meteoros, las Perseidas destacan por brillar en el cielo de verano. Una estación en la que normalmente las condiciones atmosféricas son favorables a la observación astronómica. Y, por norma general, en un momento en el que la gente dispone de más tiempo libre para mirar las estrellas.

Estas se producen cuando la Tierra atraviesa la corriente de desechos del cometa Swift-Tuttle. Estos desechos son partículas de polvo y roca que se vaporizan al entrar en la atmósfera terrestre, creando destellos luminosos conocidos como meteoros o estrellas fugaces.

Cada verano la Tierra se cruza con su órbita. Cuando los restos en forma de polvo del mismo cometa chocan contra la atmósfera terrestre se queman y se desintegran. Las Lágrimas de San Lorenzo son visibles desde el 17 de julio hasta el 24 de agosto de 2024. Tienen su pico de actividad los días 11 y 13 de agosto, con un punto máximo el día 12 durante de madrugada.

Las Perseidas, como cualquier otra lluvia de estrellas, pueden observarse desde cualquier punto del globo. Se pueden contemplar a simple vista. Pero las condiciones meteorológicas y lumínicas del lugar donde uno se encuentre pueden condicionar tu experiencia. Se necesita un cielo despejado y alejado de potentes puntos de luz o la contaminación asociada a las ciudades.