Fanáticos demandan a 'Yesterday' por trailer engañoso.
La demanda contra Universal por 'Yesterday' fue desestimada como "licencia creativa del cine".
No es la primera vez que un espectador trata de ganar un “pulso” legal a una productora de cine. Tampoco va a ser la última, pero, de momento, sí que ha sido el caso más sonado que ha llegado a los titulares de la prensa internacional. En el año 2022, dos fans estadounidenses de la actriz Ana de Armas (Sin tiempo para morir, Puñales por la espalda o Blonde) demandaron a Universal por sacar a la actriz en el tráiler de Yesterday (la película de 2019 sobre los Beatles de Danny Boyle) y quitarla después del montaje final, alegando “publicidad engañosa”.
Los fanáticos habían alquilado la película a través de Amazon Prime Vídeo por 4 dólares, hecho en el que se basó la defensa para montar toda la demanda. Pedían cinco millones de dólares al gigante de Hollywood, una cantidad sin precedentes por no recortar la escena de la renombrada actriz de la publicidad sobre la película.
Pero claro, el cine es un arte y el arte no es inmóvil, aunque la denuncia de Peter Michael Rosza y Conor Woulfe podía suponer un antes y un después en la sala de edición: ¿considerarían los tribunales publicidad engañosa un “téaser” que no contara con escenas de la película real, como es el caso de uno de los vídeos que lanzaron con Barbie? ¿O habría, desde el fallo a favor en adelante, que limitarse exclusivamente a las escenas de la propia película?
Una defensa a favor que terminó con un fallo en contra
Peter Michael Rosza y Conor Woulfe lo tuvieron claro desde que terminaron de ver la hora y cincuenta y seis minutos del laureado largometraje: Universal les había engañado. Los dos fanáticos americanos decidieron alquilar, a través de la plataforma de Amazon Prime Vídeo, la película de Danny Boyle, una comedia musical con temas de los Beatles en la que un músico sin suerte aparecía, de repente, en un mundo en el que nunca había existido la famosa banda británica. Él, en cambio, conocía todas sus canciones y empezaba a hacerse de oro publicándolas.
Rosza y Woulfe aseguraron, a través de la defensa, que era publicidad engañosa el tráiler de Boyle, donde se veía a Ana de Armas en un montaje previo al que terminó estrenándose, antes de que la recortasen en la sala de montaje para favorecer, en deferencia al argumento, la historia de amor entre los dos protagonistas. “Dado que se les prometió una película con Ana de Armas en el tráiler de Yesterday, y que lo que obtuvieron fue un filme sin rastro de la actriz”, argumentaban sus abogados en la demanda, “nuestros clientes no obtuvieron nada de valor a cambio de lo que pagaron”.
Una respuesta sin fisuras y un fallo que da aire a Hollywood
La productora Universal se defendió diciendo que “los avances de las películas tienen derecho a una amplia protección en virtud de la Primera Enmienda”, siendo “un trabajo artístico y expresivo” que “cuenta una historia de tres minutos que transmite el tema de la película y, por lo tanto, debe considerarse un discurso no comercial”.
El juez al que le llegó la demanda, Stephen Wilson, falló a favor de los demandantes, y su argumento fue el que levantó la alarma en la industria: “Universal tiene razón en que los tráileres implican cierta creatividad y discreción editorial, pero esta creatividad no supera la naturaleza comercial de un tráiler. En esencia, un tráiler es un anuncio diseñado para vender una película al brindarles a los consumidores una vista previa de la película.
Pero, tras realizar tres cambios en la demanda por parte de los dos fanáticos de Ana de Armas, el mismo juez federal ha terminado desestimando el caso y adjudicando en favor de Universal. Asegura, después de un año aguantando cambios y argumentos, que la demanda “carece de base” por tratarse de una “herida autoinfligida”. Y, como los demandantes añadieron, meses más tarde, argumentos contra la película tras acceder a ella a través de Google Play, Wilson apuntó en el fallo final que “la versión de Yesterday a la que accedieron a través de Google Play pudiera ser diferente de la que vieron en Amazon”.
Quizá fue por las tretas de Rosza y de Woulfe, o quizás fue un cambio de opinión en base a los argumentos, pero está claro que, por fin, la industria de Hollywood puede respirar con normalidad. El poder judicial ha amparado al cine, aunque el estadounidense siga sumido en huelgas de guionistas que amenazan con cruzar el charco.
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