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Un hombre mayor con gafas y gorra, en una imagen en blanco y negro.
CULTURA

Elogio fúnebre al filósofo Antonio Escohotado: Mucho más que un libro sobre drogas

El escritor madrileño dedicó su vida al estudio del hedonismo y el estoicismo para la autorregulación.

Toda su vida se edificó sobre las tres virtudes clásicas que son la verdad, la belleza y la bondad. Su trabajo intelectual ciclópeo descansó sobre su interés en pasar de original a sabio y de ingenioso a ecuánime.

Bajo una nube inmensa de humo, cigarro tras cigarro, afrontó su idea de que el estudio debe ser la ocupación superior del hombre y que el ser humano, si puede llamarse así, debe ser ante todo un sapiens, no un erectus.

Tuvo siempre un compromiso venerable con la razón. La inteligencia la puso al servicio de una ingente voluntad gracias a la cual pudo escribir, y además muy bien, una enciclopédica obra y también al lado de la libertad para enfrentarse al orden establecido

Era una mezcla entre estoico y epicureista. Aprendimos gracias a él de química, literatura, filosofía, historia y placeres, desde esa voz intrahistórica que poseía y en un tiempo de culto precisamente no a la inteligencia, sino al ego y al cuerpo.

Hombre mayor con sombrero y gafas sosteniendo una copa de vino junto a una ventana.
Antonio Escohotado Espinosa, ​ filósofo, jurista, ensayista y profesor universitario español | El Cierre Digital

Como buen aristotélico, la vasija del aprendizaje la vaciaba para llenar la de la comunicación, esa donde reposa lo aprendido. Fue periodista, columnista, tertuliano en programas recordados de Televisión Española que ya no se hacen como  “La Clave”  de Balbín  o “El mundo por montera” de  Sanchez Dragó.

Fue autor de una prolífica obra donde destacan ensayos que son referentes como “Historia general de las drogas”, “Los enemigos del comercio”, “Orden y caos”, “Frente al miedo”, “60 semanas en el trópico”, “Ibiza privada, o “La forja de la gloria”  dedicada al Real Madrid, el equipo de sus amores.

En sus últimos años fue objeto de culto y de visita por presidentes de clubes como Florentino, políticos como Albert Rivera o Pablo Iglesias, que se acercaban a su retiro en Ibiza para aprender del maestro. Lamentó mucho el fracaso de Albert Rivera porque creía en el proyecto de Ciudadanos.

Influyó en Pablo Iglesias en los primeros momentos para eliminar esa casta política, por cierto, denominación-cuño que se le debe a Antonio Escohotado, pero al final ambos quedaron muy separados dado el radicalismo de Pablo Iglesias y de su formación.

Su vasta producción intelectual empezó con una tesis doctoral sobre Hegel, la cual fue nutriendo con un número impresionante de contribuciones tanto en libros como en ensayos académicos y artículos periodísticos.

Cn el tiempo fue mutando de su marxismo inicial al liberalismo, pasó desde la abolición de la propiedad a la importancia decisiva de esa institución, desde la tragedia de los comuneros de Castilla o de París al uso y disposición de lo propio como eje central de la sociedad abierta en los términos de Popper.

“Los enemigos del comercio, una historia moral de propiedad” es un aporte monumental a la historia de la propiedad privada y a la razón de ser de lo propio, aunque Escohotado ha sido más bien conocido por su publicación sobre las drogas alucinógenas para usos no medicinales. La defensa de la propiedad es un asunto eminentemente moral y no solo jurídico y económico, decía.

Combatió el veneno totalitario. Él siempre amaba consultar las fuentes de primera mano, por eso era imbatible. Consideraba un regalo la red de Internet y tenía por lema su defensa liberal bajo el principio que de la piel para adentro mando yo.

El fundamento de su obra es una afirmación de la libertad como antídoto frente al miedo, a las coacciones que empujan al ser humano hacia toda clase de servidumbre.  Rechazó siempre el utopismo y el autoritarismo.

Fue un gran articulista con sus colaboraciones en El País, El Mundo y Diario 16. Traductor de más de 40 títulos, por ejemplo, de las obras de Newton, Jefferson, Bakunin y especialmente la de Jünger.

Escohotado nació el 5 de julio de 1941, como hijo único que se hizo esperar en una familia acomodada de Madrid y afecta al régimen de Franco. Su padre perteneció a la Falange de Dionisio Ridruejo, siendo su secretario personal, abogado que atesoró premios como el Francisco Franco, el Primo de Rivera o el prestigioso Mariano Cavia y ocupó distintos cargos desde su condición periodística cómo fue ser director RNE, columnista, charlista televisivo con más de 500 charlas en aquella TVE.

El padre marchó de agregado cultural a la embajada de Brasil de España, lo que hizo que los primeros años de su vida, Escotado, los pasara en el país carioca. Su madre era hermana del ministro franquista Juanjo Espinosa, quien ocupó la cartera de Hacienda.

Tras Brasil, Escohotado y sus padres se instalaron en su gran piso familiar de la calle Génova 16, frente a lo que hoy es la sede del PP.  Aquello resultó un choque para la mentalidad de Escohotado al ingresar en un país dominado por el nacionalcatolicismo, lo que le llevó a forjar un espíritu de rebeldía frente al autoritarismo y la represión sexual de curas, militares y políticos y le produjo un tal impacto que le hizo enrolarse con las ideas revolucionarias del momento. Incluso está a punto de entrar a combatir junto al Frente Nacional de liberación de Vietnam.

Escohotado comenzó Derecho, luego ocupó plaza ayudante Filosofía del derecho, pasó por Tribunal de Cuentas.  Trabajó en el ICO, ejecutando el plan de desarrollo aquel que puso en marcha el general Franco y López Rodo.

Tras 5 años en el ICO, decidió trasladarse a la isla de Ibiza donde sobrevivió como traductor en una casa payesa sin luz eléctrica ni agua corriente y como fundador de la mítica discoteca “Amnesia”, junto a su amigo Manolo Sáez de Heredia. Tras el desastre de gestión de la sala en tan solo 6 meses, se lo traspasó a sus socios madrileños.

En aquella Ibiza revolucionaria, inmersa en el tema del sexo y de las drogas, conoció muy directamente orgías, camas redondas y se metió en un lío de drogas que le condujo a la cárcel por un delito que hoy no existe que se llama tentativa inidónea o delito imposible, entonces sí penado con cárcel, y en realidad fue un delito inducido por la propia policía.

Pasó un año en la cárcel de Cuenca , donde estoy seguro de que, por influencia familiar, el gobernador civil de aquella provincia habló con el alcalde de la prisión y le metió en una celda de castigo.  A petición propia porque siempre decía que la cárcel lo peor que tiene son los otros. Eligió estar en una celda de castigo donde le pasaban la comida por debajo de la puerta, pero a cambio tuvo ese silencio, ese espacio íntimo para poder crear una de sus dos grandes obras, como fue su historia general de las drogas. Un caso único en España de verdadera reinserción social.

Luego Escohotado siguió también el camino educativo docente e intentó ser catedrático de filosofía, pero quizás su rebeldía le causó problemas y un Tribunal formado por Emilio Lledó, el gran filósofo, rechazó su proyecto de investigación y su proyecto de cátedra, la cual terminó sacando luego por sociología como profesor de filosofía de la ciencia por la UNED, siendo muy conocidas sus guías didácticas.

El nunca creyó en la Universidad como tal organigrama, denuncio la dictadura de los departamentos con la burocracia universitaria, el abandono de la docencia directa por las acreditaciones de investigación y terminó sus días pensando que la Universidad tiene poco futuro ante ese esa inmensa enciclopedia universal que es internet

Un hombre mayor con gafas y cabello canoso, visto de perfil en una fotografía en blanco y negro.
Antonio Escohotado | El Cierre Digital

Creo que Escohotado ha sido el último verso suelto dentro de la por general mediocridad española. Consideró que con Gustavo Bueno y Julián Marías, Escohotado conforma la trinidad de los grandes pensadores desde estos últimos 70 años.

Poseedor de un gran conocimiento enciclopédico se levantaba y se acostaba trabajando o estudiando, acercándose a la verdad de las cosas, poniendo la lámpara de Diógenes en la fuente primaria. Fue valiente y no dudó el enfrentamiento directo allá donde se le pedía.

Antonio Escohotado fue una mezcla entre el cinismo bien entendido y el epicureísmo. Un hombre que tenía pronto, que tenía genio de arranque, pero luego su casa estuvo abierta, la su isla de Ibiza, su casa en Torrelodones en La Navata. Su hogar siempre fue punto de encuentro y nunca rehuyó una invitación o una presencia en un programa fuera de signo a favor de signo o contrario. Nada temía.  Lo sabía todo, esa es la clave para no tener miedo.

En él se produjo una gran conversión ideológica, pues pasó del radicalismo bolchevique maoísta pro vietnamita o proiraní al puro liberalismo, gracias al estudio y a la comprensión.

Era políglota y polígamo. Tuvo hasta tres mujeres y siete hijos; uno falleció. La última es estudiante de derecho en la actualidad. No se pierdan el diálogo entre padre e hija sobre la función del Derecho y lo mal que se explica en las facultades.

Juró no visitar nunca un médico porque es la única profesión que se paga para decir malas noticias.

Le gustaba decir que era el jefe de la guerrilla de la concordia siempre, y a pesar de las diferencias intelectuales,  tenía un punto de encuentro con el otro, pues nada de lo humano le era ajeno. Estudiaba o trabajaba unas 13 horas en su “celda de castigo” privilegiada con vistas a la sierra de Madrid y se quedó con una asignatura pendiente que era estudiar alemán.Rechazaba la pérdida del tiempo.

Fue un trapero del tiempo y le daba pena esa gente que lo pierde mirando un móvil, dándole al like, en redes sociales. Siempre creyó que el hombre tiene que aportar su obra y debería haber dejado abonado el terreno del pensamiento para otros.

Consideraba también que hoy en este mundo del capitalismo necesitas tener un oficio, una maestría, algo que te distinga y todo eso no es nada más que un camino de sangre, sudor y lágrimas.

Le encantaba ver películas como “El hombre tranquilo”, “Solo ante el peligro” o “Sin perdón”.  Escuchaba canciones de Bob Dylan, de Cohen. Si le dieran a elegir un libro no dudaría: “La fábula de las abejas”, que tiene simplemente 20 páginas, la galdosiana Fortunata y Jacinta y “Tres lecciones sobre filosofía” de Ortega. Toda su obra puede consultarse o solicitarse a través de una página web que lleva a su hijo Jorge que se llama “La emboscadura”.

Parece mentira que un hombre tan sabio haya muerto y que su ronca voz se haya apagado. La naturaleza no hace excepciones. La muerte del profesor Escohotado nos deja huérfanos y en cierta forma la lámpara de Diógenes se ha apagado. Se nos ha muerto un hombre imprescindible que ejerció en un tiempo prescindible.

Ya descansa en paz el profesor Escohotado.

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