Duodécima de la Feria de San Isidro: Deslucida corrida de El Puerto de San Lorenzo
La Plaza de Toros de las Ventas registró un lleno total en su duodécima corrida de la Feria de San Isidro.
La plaza de Madrid, cuando de verdad luce, es cuando está llena. Como ha estado para ver a tres toreros que componían un cartel redondo, y aparentemente también de toros, pues la ganadería de El Puerto de San Lorenzo es una vacada acreditada. Pero salvo el primero, y por el pitón derecho el quinto, el encierro salmantino dejó mucho que desear.
Se dice que El Puerto de San Lorenzo procede de aquella gran ganadería que fue la de Atanasio Fernández, que a su vez procedía directamente del Conde de la Corte. Y así fue en sus orígenes. Lo que pasó después es que el salmantino Lisardo Sánchez, afincado en Extremadura, tuvo que ir tirando del ovillo del toro condeso, amplio por delante y más bajo que el atanasio. De ahí la diferencia de matiz. En cualquier caso, origen aristocrático, pero la corrida que hoy hemos visto, desigualmente de cuajo sobre todo, dejó que desear por su casi general mansedumbre.
El toro que ha salvado el honor de la ganadería ha sido el primero y lo sorteó Alejandro Talavante abriendo plaza. Era un animal acapachado y tocado de pitones, grande y largo. 611 kilos de toro. Soseó de salida, Talavante largaba capote mas no se empleaba el animal, humillaba pero echaba las manos por delante y se quedaba corto. Digamos que se dejó en el caballo. Juan Ortega, en su turno, le hizo un quite a la verónica, bien trazados los lances. Buen tranco en banderillas.
No se suele prodigar, pero el extremeño inició su faena con el “cartucho de pescao” desde los medios, y cuatro naturales suaves, la trincherilla, el pase del desprecio y el de pecho. Buen comienzo. En los mismos medios siguió con la zurda, cinco, el molinete invertido y el de pecho. Cambio de mano, serie de mucho poso, remataba por debajo de la pala del pitón, un poquito más cerrado el animal. Cambio de mano y serie al natural, noble pero un punto a menos. Otra con la zurda, compás casi cerrado, despacioso el torero, muy noble el toro. Final de faena a dos manos y pases cambiados. Una faena bella e inspirada, con ajuste y limpieza, ligada, llevaba al animal por abajo y remataba los muletazos por debajo de la pala del piton. Oreja.
Cuando saltó a la arena el cuarto, la corrida había entrado en otra dinámica. Tiraba a veleto y tenía cuajo. Embestía con desgana en el capote de Talavante y aunque se comportó bien en el caballo, blandeó y fue protestado.
Ese era el problema, la falta de fuerzas, por lo que Talavante inició la faena a media altura, mas decía poco el burel, quería, pero su falta de fuerzas deslucía la labor del torero. Por ello la faena no tuvo interés.
Gran expectación para ver a Juan Ortega
Lo de Juan Ortega y el quinto fue algo sobrevenido, porque tras los dos primeros tercios nadie esperaba que hubiera algo que recordar. Era un animal serio por delante pero menos amplio que sus hermanos. Fue muy protestado porque le faltaba remate, y también fuerzas. Perdió en alguna ocasión las manos, no fue devuelto y cantaba que no era un dechado de fortaleza por su embestida rebrincada.
Comenzó Juan Ortega la faena con suavidad, a media altura, y en el tercer muletazo por el pitón izquierdo lo cogió y lo volteó, afortunadamente sin consecuencias. Cazaba moscas por ese pitón y no tenía un pase. Lo probó por el derecho y brotaron tres derechazos magníficos, por abajo, lentos. Otra serie en redondo, un punto desigual por la poca fortaleza del animal. Otra tanda de delicado trazo los tres primeros, aunque en el cuarto ya derrotaba y lo desarmó. Faena que nadie veía y sin embargo en ella hubo bellos muletazos profundos en los que llevaba al animal metido en la muleta y muy a compás. Ovación con saludos.
El segundo, primero del sevillano, bajito y cuajado, amplio de sienes, no se empleó en el capote y fue muy castigado en el caballo. Fue un toro muy soso en la muleta, pues se movía con desgana. Le faltaba clase, desplazarse e ir por abajo, tenía un molesto derrote que deslucía la labor del torero. Manso de libro y Ortega abrevió.
No fue bueno el lote de Tomás Rufo. Serio el tercero, abierto por delante, hondo, enmorrillado, era un toro con cuajo. Hizo una buena pelea en el caballo y tuvo buen tranco en banderillas
En la muleta le costaba desplazarse, tardeaba y perdió las manos. Toro muy a menos, no decía nada. Pulcro Rufo, pero faena insulsa.
El sexto fue un manso de libro. Con las dos rodillas en tierra dio inicio a su faena. No era lo mejor para el animal. Se dispuso a torear en redondo cuando sin más se rajó el de El Puerto, se fue a tablas desentendido. No tuvo mas remedio que seguir la faena en ese terreno y, tapandole la cara, pudo lograr algunos muletazos ligados, pues el animal salía suelto rehuyendo la pelea. Se dio media vuelta al ruedo intentando torearle muy cerrado. Noble pero muy deslucido, muletazos sueltos sin que pudiera armar faena.
FICHA DEL FESTEJO.- 6 toros de Puerto de San Lorenzo, cuatreño el 4° y cinqueños los demás. Serios por delante y desiguales de cuajo y hechuras. Noble y enclasado el 1°; manso y deslucido el 2°; soso y blando el 3°; sin fuerzas y deslucido el 4°; blando pero noble por el pitón derecho el 5°; manso de solemnidad el 6°. Pesos: 611, 545, 585, 574, 553 y 588 kilos.
Alejandro Talavante, de corinto y oro. Estocada (Oreja); pinchazo, estocada atravesada y descabello (Silencio).
Juan Ortega, de corinto y oro. Estocada baja (Silencio); media que basta (Ovación con saludos).
Tomás Rufo, de lila y oro. Estocada baja (Silencio). Estocada caída (Ovación con saludos).
Plaza de Toros de Las Ventas. Lleno de “No hay localidades”.
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