Carlos Pina, leyenda del rock: 'Con PANZER creamos la Movida, pero todo se quedó ahí'
El músico madrileño reconocido como una de las mejores voces del heavy metal español se retiró en 1989 junto a su grupo
Hablar de rock duro o heavy metal en nuestro país es hablar de grupos como PANZER, 'Barón Rojo', 'Leño', 'Obús', etc. PANZER nació en 1981 y desapareció en 1989 con cuatro discos de estudio y un último disco en directo. No volvieron a reaparecer hasta 20 años después.
Al frente del grupo ha estado siempre Carlos Pina. Un rockero que, según sus propias palabras, “he pasado toda la vida a salto de mata con el pelo largo peleándome contra aquellos que no les gustaba nuestra pinta ni nuestra música” y con el que vamos a charlar sobre rock.
-Todos tenemos la imagen del cantante heavy en el escenario y nos preguntamos, ¿cómo será cuando se baja de él?
-Mucha gente me decía, “es que cuando te bajas del escenario eres una persona muy normal”. Y es verdad, yo me desfogo en el escenario, canto, “berreo” y cuando me bajo soy una excelente persona (Ríe).
-Carlos, ¿cómo se llega a ser la voz de un grupo heavy?
-Yo empecé con una bandurria pero decidí que eso no era lo mío, yo iba más por hacer “el cafre” (Ríe). A esto se llega sobre todo con ilusión, queriendo ser alguien fuera de serie y salir del “underground” de la oscuridad de la época. Empecé “maltocando” con varios grupos hasta que llegué en los 79-80 a la banda Magerit. Ahí enlacé con la actualidad del momento, pero vi que esa no era la línea. Entonces, a través de Javier Gálvez llegamos a formar PANZER. En ese proyecto sí vimos lo que queríamos hacer -dentro de nuestras limitaciones- y siempre a base de pundonor, fuerza y “sangre” en el escenario. En suma, un grupo de rock duro, fuerte y contundente.
-Curiosamente, una de las voces míticas del heavy nacional junto a Sherpa o Fortu, parece tener sus orígenes en una madre que tenía una magnífica voz que la llevó a cantar en los 50 en el Monasterio de Guadalupe...
-Cierto, mi madre tenía una gran voz. Y sí, quizá de ahí me venga la vocación por la música. Como cosa curiosa te diré que mi primera actuación fue con guitarra acústica en un colegio de monjas como telonero de los 'Burning'. Que por cierto salieron vestidos de “zorronas”...¡imagínate! (Ríe).
PANZER, aún teniendo un contexto, un ideario y letras de canciones con las que se identificaban una buena parte de la sociedad de la época, quizá haya sido uno de los grupos más infravalorados del rock español. Se puede incluir en la categoría de grupo maldito por leyendas urbanas de la época que, según vuestras propias palabras os hicieron sentiros “apartados y minusvalorados en muchos momentos”.
Bueno, a lo mejor es que ellos eran mejores que nosotros, tampoco vamos a quitarles méritos (Ríe). Barón Rojo fueron los primeros, después OBUS y luego llegamos nosotros y quizá alguien pensó “y estos tíos que acaban de llegar ¿quién se han creído que son...?” y no nos dieron “ni agua”. Creo que nos hicieron “bullying” (Ríe). La verdad es que éramos muy pretenciosos, lo reconozco (Ríe). Queríamos ser como ellos y ellos pensaban que éramos unos niñatos y además “pijos”. Sobre todo yo que vivía por Arguelles hasta que me fui a Vallecas, donde conocí otros barrios y otras gentes.
-¿Cómo fueron los comienzos de un grupo heavy como PANZER?
-Lo nuestro fue tan rápido que ni me enteré y casi ni lo disfruté. Y no fue porque hubiera drogas, porque no teníamos dinero y para acceder a ella hacía falta “pasta” (Sonríe). Había que actuar y nosotros lo dábamos todo, como si estuviéramos en las “alturas” del rock.
-Carlos, ¿Rock and roll, rock duro, heavy metal? ¿De qué estamos hablando?
-Pues eso, de rock. En aquella época le puse a mi padre el In Rock de 'Deep Purple' para fastidiarle. Y le pregunté que le parecía y me respondió “eso es rock duro”. (Ríe).
Cuando nace PANZER en los ochenta, el heavy metal español vivía su momento de esplendor, en plena movida madrileña, junto a los OBUS, BARON ROJO, LEÑO…
-En tu opinión, ¿qué fue la Movida Madrileña?
-La Movida surge como un revulsivo a la música de los 70. Hasta ese momento, el rock español eran Pekenikes, Los Canarios, Lone Star, Miguel Rios... Nosotros queríamos absorber la música americana e inglesa, que eran nuestros ídolos. En aquella época había mucha gente a la que le gustaba tanto el heavy como el flamenco, quizá como fruto de las migraciones internas hacia Madrid. Y, de repente, surge una nueva generación de chavales más “exclusivistas” que rechazaban esos sonidos y que se divertían tocando aun sin saber hacerlo -como reconocían algunos de ellos- y “La Movida fue una manera de llamarla. Después, la movida empieza a consolidarse con gente como Almodovar, rompiendo cánones de los que se hacía eco la sociedad española en temas como el de la homosexualidad, por ejemplo. Era como dar un premio de consolación a los “malos” como muestra de cambio.
-¿Había mucha diferencia entre “unos” y “otros”?
-Cómo te decía, a estos grupos no les importaba saber tocar o el sonido. Recuerdo haber visto a Alaska con quince años tocando con un grupo que llamaba 'Alaska y Los Neumáticos' o tocar con Cristina Rosevinge y que casi ni se les oía con los equipos que teníamos, pero les daba igual. Nosotros éramos rockeros que éramos muy malos, pero nos creíamos muy buenos y ellos eran muy malos, pero les daba igual...(Ríe).
-¿Cuál fue el papel de los heavys en La Movida?
-Mira, La Movida tuvo mucha repercusión, pero nosotros nos hemos quedado como si fuéramos de culto.
-¿Había una movida y una contra movida? ¿La hostilidad era bidireccional?
-Yo me considero parte de La Movida porque la viví y conocí a muchos de ellos. Por contra a lo que se piensa, nosotros éramos los más “lights”… Los que pegaban eran los rockers...(Ríe). Creo que las diferencias eran más de puertas para afuera que para adentro. Yo siempre he respetado, de hecho, he tocado con la gente de pop como 'Radio Futura' por ejemplo y nunca he sentido hostilidad. Quizá el mayor rechazo y desprecio lo tuvimos hacia los punkies, que nos tiraban melones, sandias, cervezas y porros…(Ríe).
-¿Cómo viviste tu esa época?
-Yo la viví feliz. Fue una época en la que salíamos de la dictadura y para nosotros la música fue una salida, queríamos ser estrellas, ¡ilusos de nosotros! (Sonríe).
-Tú siempre has tenido mucha sensibilidad para las baladas y en temas como “Corazón De Hierro Y Fuego” o “Ella Inmortal” queda claro. Tipos duros que se ponen blanditos, ¿una contradicción?
-Yo era muy blandito, por ejemplo, a mis novias siempre les escribía poemas y es que soy muy enamoradizo (Ríe).
-¿Por qué desaparece PANZER durante 20 años? ¿El heavy perdió fuelle?
-En el 87 se produjo el desembarco de los grupos ingleses y americanos que venían a tocar aquí y no podías competir con ellos porque la gente prefería verlos a ellos. No ganábamos dinero y el grupo se fue diluyendo lentamente. Además, con nuestro quinto y último disco sufrí una gran decepción por lo mal que sonaba y me sumió en una depresión que me llevó a dedicarme a la radio.
-¿El heavy necesita un 'caldo de cultivo' especial para desarrollarse?
-En los ochenta fue el momento del heavy en España. Nosotros éramos adolescentes con el pelo largo, adaptados a una dictadura de la que intentábamos librarnos y hacer lo que queríamos, ¡éramos rockeros! Entonces si había un caldo de cultivo, ahora somos más sofisticados, a la gente le gustan otras cosas.
-Entonces, ¿el heavy metal ha muerto?
-El heavy español surgió en los 80 y se quedó en los 80. Luego surgió el “metal” que ha ido por diferentes derroteros. El metal se ha quedado para los más jóvenes y el heavy en una música de culto con una rama urbana ochentera para los que empiezan y otra que intenta hacer un heavy metal acorde con los tiempos, que es lo que yo hago con mi disco PINA.
-Has sido y eres bastante crítico con el heavy, ¿por qué?
-Como te dije, el heavy metal español se queda en los ochenta. No evoluciona y me pongo en contra de las malas producciones y que valga todo. Por eso yo mismo me rebelo y me aparto de mi propio grupo. Se toca, pero no se aprende. Se toca, pero no se evoluciona. No fuimos la gran Movida, pero sí fuimos una gran movida que se quedó ahí, como te he dicho.
-¿El heavy va necesariamente unido a la política? Y al hilo de esto, ¿crees que hoy día se dan elementos para un “resurgir” del rock duro en nuestro país?
-En los ochenta el heavy fue moda, asociado al momento, ahora ya no lo es. En aquellos tiempos no puedo decirte que el heavy fuera de gente puramente de izquierdas, era más bien de gente sin futuro, había mucho “yonki”... Obús por ejemplo hacia letras “callejeras” pero yo me salía de aquello, aunque no era rico, pero no me ceñía a la política. No puedo seleccionar a mis fans, yo no canto para la gente de izquierdas o de derechas, canto para mi público. Nosotros somos poetas de nuestro tiempo y sensibles a los cambios que ocurren a nuestro alrededor. Y en estos tiempos, mezclar la política con las letras no tiene mucho sentido, porque para mí las izquierdas y las derechas se han quedado anticuadas, ahora manda la geopolítica.
-En 2021 debutas en solitario con P.I.N.A. El Poder interior No Abandona, ¿es una declaración de principios? ¿En que han cambiado en estos años Carlos Pina y PANZER?
-PANZER no ha evolucionado porque no ha querido, aunque yo lo he intentado y yo me he movido en solitario porque necesito cosas nuevas. El disco es PANZER pero con una evolución natural y continuada, soy yo en suma. Quiero que mi música sea parte del espectáculo porque el espectáculo ya no soy yo, ahora soy un músico más porque ya no puedo mover mi pelo o saltar por el escenario, ahora somos músicos tocando. Mi rock ahora es suave, es un heavy muy domesticado, muy asequible…
-¿Qué queda del Carlos Pina del 81? Comentas que has pasado de Jethro Tull o Led Zeppelin a Satriani y Vai…
-Ahora ya soy viejito (Sonríe) y ya no es lo mismo. Lo bonito del rock es la fuerza de la juventud, enamorar a las chicas que tienes abajo, coquetear… Ahora soy la sombré de lo que fui (Ríe).
-El espíritu de canciones como «Escapa», «El dios del rock», «No hay quien nos pare» o «Toca Madera»… ¿Crees que sigue vigente en nuestros días de redes sociales y poses?
-En cierto modo sí, porque la gente joven que viene a vernos se rebela contra la sociedad, su entorno y ese dominio de las redes.
-Has dicho, “veinte años después, me siento bastante satisfecho de lo poco que hemos logrado", ¿de verdad habéis logrado poco?
-Personalmente, he logrado vivir y mucho. Pero, ¿a nivel musical?, no somos nadie. No hemos hecho dinero, no somos estrellas de rock...
-Para finalizar, ¿sigues manteniendo aquello de “mi hoja de ruta es levantarme cada día optimista, con ganas de hacer cosas y dar las gracias al Dios del Rock por seguir con vida”?
-Por supuesto, eso siempre y seguir sintiendo el cariño del público que es lo que hace que no tengas ganas de jubilarte.
Más noticias: