Un busto original de Rocío Jurado del artista Luis Sanguino sale a subasta en Madrid
Se trata de una pieza en bronce realizada por el conocido artista quien también hizo otra escultura para su mausoleo
En junio, concretamente el día 1, se cumplirán 17 años de la muerte de la actriz y cantante Rocío Jurado. Y, pese a todo el tiempo transcurrido, el nombre de la tonadillera sigue resonando de tanto en tanto. Esta vez lo hace con motivo de la subasta de un busto suyo en bronce, encargado por ella misma y que, hasta ahora, pertenecía a la familia. La subasta tendrá lugar el próximo día 23 de marzo en la casa de subastas Fernando Durán.
El busto es del artista Luis Sanguino y fue encargado personalmente por Rocío Jurado, ya que ambos mantuvieron una gran amistad. Sanguino, además, fue el encargado de hacer otra escultura de la conocida como “la más grande” para su mausoleo en el cementerio de San José, Chipiona (Cádiz). Esta otra escultura, también realizada en bronce, cuenta con una estructura escalonada de mármol y está coronada por una pirámide de cristal.
Mientras que esta última fue encargada por el municipio de Chipiona, la obra que se subastará fue encargada por la propia Rocío Jurado y se ha mantenido hasta ahora en el Castillo de Sanguino, propiedad del escultor. El busto está cargado de simbolismo. Desde sus características peinetas hasta el vestido que llevó en su actuación en la Expo de Sevilla del año 1992, pasando por el clavel que figura en sus manos —y que hace alusión a uno de sus grandes éxitos, ‘Un Clavel’. Para la familia es una de las obras que más fielmente reflejan a la tonadillera.
Además del busto de Rocío Jurado, se subastarán otras obras del artista, como la maqueta original del Monumento a las Víctimas del Atentado del 11M de Madrid en el año 2004.
El museo de Rocío Jurado y su asociación cultural
Además de estas esculturas en bronce que recuerdan a la artista, en el verano de 2022 se abrió en Chipiona el museo Rocío Jurado. Según su propia página web, el “centro expositivo se organiza en torno a varios espacios temáticos, lo que permite un viaje al corazón de la vida y obra de Rocío Jurado. Es un redescubrimiento de la artista y un acercamiento a su persona”.
Organizado en diferentes secciones, desde su página web aseguran que se conocerá “cómo la hija de un humilde zapatero se convirtió en estrella en apenas unos años y cómo su prestigio fue creciendo con el paso del tiempo hasta llegar a lo más alto”. Entre sus diferentes salas se encuentran “espacios recreados, vestidos, fotografías, objetos personales, premios, elementos multimedia y una sala auditorio”.
Pero Rocío Jurado también tiene una Asociación Cultural denominada ‘RJ, La Más Grande’, que está presidida por Gloria Camila Ortega. Mientras tanto, el museo —que reabrió el pasado año después de muchas polémicas— fue promovido por su primogénita, Rocío Carrasco. Una evidencia de los caminos diferentes que ha tomado la familia de Rocío Jurado.
Rocío Jurado y 'el destape'
Tenía algo Rocío Jurado de folclórica clásica pero también de ‘negraza’ de góspel. Nadie la definió mejor que Maruja Torres en Fotogramas: “Un clown travestido de España cañí”. Esto se escribió en 1972 y en esa época nadie sabía muy bien qué hacer con ella. Tenía una voz prodigiosa pero no cumplía con los estereotipos de la folclórica al uso. Luis Sanz, el productor con alma de mariliendres que conoció a todas las estrellas nacionales y fabricó algunas, quería convertirla a toda costa en starlet cinematográfica, pero sin éxito. El cine clásico folclórico estaba de capa caída y las moderneces de la época parecían no cuadrarle muy bien.
En la voz de Rocío el repertorio clásico de Juana Reina o Concha Piquer tenían un punto de reproche, de poner pie en pared. Y ya estaba bien de Tatuaje y de buscar “errante por los puertos” a un gachó que había dicho aquello de “voy a por tabaco y no vuelvo”.
La Jurado tuvo que esperar a que en los albores de la Transición se cruzara en su camino el compositor Manuel Alejandro para poder cantar lo que nunca una mujer había hecho. Sus canciones se llenaron de señoras que enarbolaban la bandera del "ahí te quedas" porque hacía mucho que no sentían nada al ver desnudos a sus maridos. Ya no había otras como en los tiempos de la Piquer. Ahora la otra hablaba de tú a tú a la señora legítima.
No en vano, en un momento de su carrera, a Rocío se la identificó con un fenómeno de la época, el destape, pero desde luego sus capacidades trascendían cualquier moda absurda por mucho que se vendiera de liberadora.
En los últimos años de la dictadura de Francisco Franco, Rocío impactó con sus trajes. Cuando debutó en 1962 en Los Canasteros sorprendía y destacaba entre sus compañeras por el uso de trajes de Pertegaz o de Herrero y Ollero. Diez años después, sus portentosos escotes desafiaban a la censura, y su participación en el programa televisivo de José María Iñigo provocaban que el diario falangista Arriba clasificara su actuación como de “exhibición de taberna portuaria”. Y eso que en mitad del escote le plantaron un clavel reventón tamaño King size.
En lo que se refiere a destape puro y duro, protagonizó 'La querida' con y a las órdenes de Fernando Fernán Gómez. El que podía haber sido su mejor intento de triunfar como actriz se convirtió en un producto del pseudodestape descafeinando. Era como Ha nacido una estrella, pero en bragas. Los desnudos los realizó una doble de Rocío, pero la película no se libró de polémicas. Fue secuestrada por una frase que escandalizó. “En Andalucía, a los 14 años ya somos mujeres. La que no ha estado con un tío es que es un marimacho y la que es tonta ya la han hecho una barriga”, decía en la película.
Dos años después del estreno, en un cara a cara televisivo con Lauren Postigo en Cantares, Rocío abogaba por el “destape mental”. En 1981, en una entrevista en Fotogramas, daba más pistas sobre a lo que se refería posicionándose a favor del divorcio y los homosexuales, mientras se declaraba feminista. Desde luego, algo impensable en las copleras de antaño.
Una vida de portada
Sin duda, Rocío Jurado tuvo desde el principio todos los números para convertirse en protagonista de las revistas del corazón. Empezó la casa por el tejado, casándose primero en Chipiona con el boxeador Pedro Carrasco, el 21 de mayo de 1976, en el templo de su adorada Virgen de Regla. Con separación en julio de 1989, divorcio, nulidad y una hija en común, Rocío Carrasco (nacida un año después de la boda), la vida le puso en el camino a su hombre ideal, José Ortega Cano. La cantante y el torero, seis años menor que ella, se conocieron en la fiesta del 46 cumpleaños de Rocío. "No sé muy bien explicar lo que pasó, pero lo que sí sé es que acababa de conocerlo y no quería separarme de él, me apetecía seguir a su lado", confesó la cantante.
Este amor la llevó de nuevo a la vicaría el 17 de febrero de 1995. La pareja se dio el "sí quiero" ante 1.500 invitados en la finca sevillana 'La Yerbabuena', propiedad de la tonadillera. En 1999, el matrimonio aumentó la familia con la adopción de dos niños colombianos, José Fernando y Gloria Camila. La chipionera era, además, abuela de Rocío y David, hijos de la polémica unión de su hija Rocío Carrasco con el exguardia civil Antonio David Flores.
Otro capítulo importante de su faceta social fueron sus buenas relaciones con la prensa. Rocío era un personaje respetado en el mundo del corazón y ella, a su vez, cultivó esta querencia dando titulares 'gratis' al enjambre de 'paparazzi' que a menudo la seguían. Ejemplo de ello fue que después de ser operada de un cáncer, la cantante ofreció una multitudinaria rueda de prensa en el jardín de su casa para hablar de su enfermedad, sin evitar preguntas. El 1 de junio de 2006 fallecía a los 61 años la actriz y cantante Rocío Jurado después de dos años luchando contra un cáncer de páncreas.
Lo cierto es que la salud de Rocío Jurado siempre fue muy delicada. Padeció de nódulos en la garganta, fuertes hemorragias que a punto estuvieron de costarle la vida, alergias, depresiones y diversas afecciones en las cuerdas vocales. En cualquier caso, la cantante nunca negó sus males y supo contrarrestar el efecto de los rumores con su trabajo y atendiendo, con amabilidad y una justa dosis de divismo, los requerimientos de la prensa rosa. Toda una diva de las que ya no quedan.
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