Audios 'prohibidos' de Carmen Sevilla (I): Mi primer aborto fue terrible para mí
LA ACTRIZ SE CONFESÓ ANTE ENCARNA SÁNCHEZ SOBRE SU MATRIMONIO AGRIDULCE CON AUGUSTO ALGUERÓ Y LA LUZ QUE VIO CON PATUEL
En el primer aniversario de la muerte de la popular artista sevillana María del Carmen García Galisteo –conocida artísticamente como Carmen Sevilla–, elcierredigital.com recupera en una serie de artículos unas grabaciones exclusivas. Se trata de un documento histórico sonoro único compuesto por varios fragmentos de un archivo de audio en el que la folclórica cuenta gran parte de su vida, éxitos, amores y desamores más íntimos a la locutora almeriense Encarna Sánchez.
Gracias a Juan Luis Galiacho y Pedro Pérez, autores del libro 'Encarna en carne viva', elcierredigital.com ha tenido acceso a este histórico documento de la sección ‘Vivir para contarlo’ de la Cadena COPE en la que Carmen Sevilla relató sus comienzos en el mundo del espectáculo y completa algunas de las anécdotas más desconocidas de su vida.
El matrimonio 'agridulce' de Algueró y Carmen Sevilla
La locutora Encarna Sánchez introducía esta pieza con la boda de unos jóvenes Carmen Sevilla y Augusto Algueró en Zaragoza: "Carmen, recuerdo que ayer te quedaste a la puerta de la iglesia. Una iglesia a la que entraste por la puerta grande, la Basílica del Pilar, ¿te acuerdas?, en Zaragoza. En ese día esperado por ti todos te miraban. España entera estaba contigo. Porque claro, Carmen, después de ese éxito arrollador en tu trabajo, tenía que llegar el éxito de tu vida personal, ¿verdad?"
Carmen comienza su relato ante los micrófonos de Encarna: "Al mes y medio, desde que se preparó todo, se hizo la boda. Una boda que ya conocéis y sabéis muchísimos de todos ustedes. Que fue inenarrable y fue apoteósico. El traje me lo hizo Pertegaz, precioso regalo de Augusto, y se hizo en Barcelona. Pertegaz me vistió desde entonces muchísimo en aquella época. Me hizo toda la colección que llevé a Hollywood y fue un escándalo. El de la boda fue un traje princesa, a mí se me quedó grabado como de ensueño. Ese ensueño que yo tenía en mi mente de Fabiola y Balduino y me gustaba que se asemejase mucho a mi boda, cosas de muchachita con ilusiones. Pertegaz me hizo un traje estilo princesa con una cola que venía desde los hombros con dos lazos y con tul de siete metros. Nunca lo olvidaré, porque iba en las nubes y esas cosas no se pueden olvidar. Fue una boda en El Pilar bellísima, con un padre espiritual que tenía yo en la basílica, el Padre Álvarez. Vinieron Estrellita Castro, muchos artistas... De todo, qué os voy a contar. Fue precioso por todos los lados que se mire.
Mi primer viaje de casados fue a Buenos Aires. Y allí, desgraciadamente, no sé porqué ya vinieron las penalidades, pequeñitas, pero penalidades. Nunca me lo he podido preguntar ni aclarar en mi mente: si estábamos tan enamorados, si él me quería tanto, si se casó tan enamorado... Por qué hacía o me hacía esas cosas que no encajaban ni nunca he comprendido, y hoy en día aún no lo comprendo. Él era Augusto Algueró, por supuesto, un músico maravilloso, mucha calidad de hombre, famoso con su música... Pero nadie conocía si era alto, bajo, delgado, con gafas o sin gafas... nada más que cuando se casó conmigo, por supuesto. Fuimos a Buenos Aires, porque hice una película, 'Buscando a Mónica', con Marsillach y Forqué. Y en aquella época lo pasé muy mal porque vinieron unos celos impresionantes, no sé porqué, de Augusto, y tuvimos unas escenas terribles en el hotel y llorando, y él se marchaba. No sé porqué, en vez de ayudarme o de acompañarme... Porque mira, ¿tú sabes a quién admiro?, al marido de Sara Montiel. Pepe Tous la admira, la apoya, la ayuda. Pero yo creo que éramos muy jóvenes y no supo asimilar la popularidad mía y lo que yo significaba en el mundo o en el momento en que estábamos en Buenos Aires. Y allí tuvimos nuestras pequeñas peleíllas".
Los audios prohibidos de Carmen Sevilla
Y Encarna hacía alusión al paso del tiempo: "Quizá no ha pasado mucho tiempo, Carmen, aunque hayan pasado años. Porque tú sabes como yo, amiga mía, que el tiempo a veces corre menos que los años. Y que a veces también en una vida no pasa el tiempo, pasan cosas. Y los malos recuerdos acortan aún más la distancia con ese amargo acontecimiento de tu vida que ocurría allá lejos, muy lejos Carmen".
Carmen Sevilla continuaba su relato: "Y ahí también, desgraciadamente, perdí mi primer hijo. Con mi primer hijo tuve un primer aborto que fue terrible para mí y es el que más me ha marcado en mi vida. Yo no sé, las mujeres muchas veces hacen muchas tonterías y no saben porqué. A veces por enamoradas, a veces por inconsciencia, a veces porque no sabemos mucho de la vida. Y yo en aquella época, aunque era muy artista y muy famosa no sabía mucho y sabía muy poco, mejor dicho, de la vida. Y tenía muy poca experiencia, porque los padres antes no hablaban mucho con los hijos, ni les contaban, ni les preparaban. No nos preparaban para la vida ni ciertos momentos, e íbamos al matrimonio un poco con una venda en los ojos. Y tuve mi primer dolor impresionante, porque al despertar de la anestesia vi que me habían quitado de mis entrañas a mi hijo. Lo primero que dije fue: '¿Dónde está mi hijo?' Porque yo lo notaba, y lo perdí al mes o mes y medio. Y eso me marcó muchísimo en Buenos Aires".
Encarna Sánchez intervenía: "Y regresaste a España, Carmen, lejos. Aprendiste en el libro de la vida lo que no aprendiste en otros libros. Y el éxito a partir de ese momento, Carmen, estoy segura de que fue otra cosa para ti. Aprendiste a dar valor a lo que realmente lo tiene, porque el éxito es tan caprichoso y tan inconstante y tan pasajero, y a veces traiciona. El éxito, en el fondo, es un pasaporte a la nada. Pero yo estoy segura de que a partir de aquel momento aprendiste a saborear, de verdad, las grandes experiencias".
Carmen proseguía su narración: "Regresamos a Madrid, empezamos a tener éxito. Yo a hacer películas y él a hacer canciones de películas famosas con Marisol, con Rocío Dúrcal, películas de Masó... Algueró tuvo una época fabulosa y famosísima. Era un hombre joven, alto, guapo, haciendo mucha atención, rodeado de muchas niñas, de muchas jóvenes, de muchas guapas, de otras menos guapas. Pero se le enganchaban como se enganchan las patitas de una cigala o de una gamba. Teníamos nuestros acercadillos de celos y de cosas. Ahí empezó un poco el martirio, si se le puede decir, entre dulce y agrio de mi matrimonio con Augusto Algueró. Porque yo lo quise más que mi vida y aguanté 15 años sus devaneos con unas y con otras. Él siempre decía que me quería muchísimo pero yo no veía claro todo el tinglado. Eso sí, me dio un hijo precioso, me dio un hijo maravilloso. La verdad, eso compensaba todo, mi hijo Augustito fue y es mi vida. Aguanté más o menos 15 años, a trancas y barrancas, muchas veces muy felices, otras veces menos felices, pero siempre con sus altos y sus bajos, con Augusto Algueró.
La nueva ilusión en la vida de Carmen Sevilla: Vicente Patuel
Encarna Sánchez apelaba a lo bueno que después de esto llegó a la vida de Carmen: "Una situación difícil, Carmen. Porque la vida también es difícil vivirla. A veces se hace todo insostenible, pero siempre hay algo, Carmen, por pequeñito que sea que invita a vivir. Puede ser el trabajo, un hijo, la amistad, conocer a una persona de bien, la nobleza en la mirada de alguien, el apoyo de alguien... Claro, Carmen, tú sabes a lo que me estoy refiriendo. ¿Recuerdas aquellos días?"
PARTE 2. Los audios prohibidos de Carmen Sevilla
Carmen Sevilla comenzó a hablar de esta nueva etapa: "Lo último que hicimos fue cuando ya vino casi la separación y conocí a Vicente Patuel. Fue en el espectáculo que nos hizo Valerio Lazarov, que, por cierto, me ha contratado en Telecinco. Nos hizo un espectáculo precioso en el Teatro Calderón y trajimos a un ballet maravilloso de Londres, donde fuimos a recogerlos. Valerio tuvo unas ideas preciosas de poner a las televisiones en toda la embocadura del Teatro Calderón y se veía toda la tramoya, todo el maquillaje, todos los artistas por dentro mientras que el público entraba. Bueno, muy lindo. Y mira por dónde, en un palco siempre estaba Vicente Patuel. Vicente Patuel Sánchez Molina, que era empresario, dueño y señor de muchísimos cines, de un circuito muy grande de la Gran Vía y fuera de la Gran Vía –estaba el Lope de Vega, el Capitol, el Gran Vía era de su padre, el Cid Campeador–. Llevaba muchísimos cines, algunos alquilados y otros de los que era dueño y señor de su circuito. Y mira por dónde, era muy amigo de Juan Pérez del Teatro Calderón y de Rafael Olmedo. Él les llamaba sus tíos y siempre iba por allí y siempre le gusté yo.
Lo vi allí y no sé si sería flechazo o no sería flechazo. Nos presentaron y aquella noche me dijo: 'Carmencita o Carmen, ¿te gustaría ver una proyección de película que voy a dar en el Teatro Lope de Vega después de la función? Te invito a ti, a tu esposo y a quien quiera venir. Y bueno, a Agripina también. Agripina siempre me acompañaba, siempre ha estado en lo bueno y en lo malo. En las cosas buenas, las tragedias, los sufrimientos, las alegrías y los éxitos. Agripina siempre ha estado unida a mí gracias a Dios, y ahora está y sigue conmigo. Y adora a mi hijo porque casi le ha criado ella. Y mira por dónde, le digo: 'Pues sí, me gustaría. Se lo voy a decir a Augusto a ver si viene'. Y me dice: 'Pues mira, a la una y media en Lope de Vega, yo siempre veo la exhibición mía de películas por la noche y si te apetece y te relaja un poco pues perfecto'. Yo le contesté: '¡Ah!, pues muchas gracias, don Vicente'. Se lo dije a Augusto: 'No, no, no... vete tú con Agri'. El Algueró tenía sus cosillas por ahí y cualquiera... Y efectivamente empecé a ir a ver las películas y los pases de películas y en aquella época vi 'El golpe', 'Aeropuerto'. Y así empezó. Luego me llevaba a casa, luego me llamaba por teléfono: '¿Estás sola?'. Yo le decía: 'Pues sí, todavía Augusto no ha llegado, está trabajando...' Yo le decía de todo para... Y así empezó lo de Vicente.
Y así es como entró Vicente Patuel en mi vida. Llenándome de ternura, de cariño, de momentos muy difíciles de mi vida y de muchas dudas de si volver con el Algueró. El Algueró, al darse cuenta de lo que había hecho, quiso rectificar y estuve a punto, de verdad, de volver, te lo digo aquí, nunca lo he dicho. De volver por mi hijo, porque mi hijo es el ser más maravilloso que ha existido y el más tierno que he conocido y sufrió como un bellaco. Lloraba, se desesperaba, lo tuve que llevar al médico que siempre tenía, y me decía: 'Mira Carmen, no tiene nada, lo he estado auscultando, no tiene nada. Lo único que me ha dicho es que lo que quiere es que su papá y su mamá se junten y que no quiere verlos separados'. Por eso, las separaciones, desde aquí –hombre no se puede decir de este agua no beberé y ahora las juventudes tienen muchas posibilidades– pero son terriblemente malas, un daño e infelicidad que se le da a los hijos. Esa es una de las tragedias que hoy en día perduran, y hay tanta criatura deshecha por este mundo. Pero gracias a Dios, mi hijo hoy en día es un hijo maravilloso, trabajador, que no fuma, que no bebe, es buenísimo, es tiernísimo.
A lo que iba. Estaba en el destino que no di mi brazo a torcer, seguí con Vicente, me dio ese apoyo y esa fuerza moral y seguí en mis trece de no volver con Augusto.
Encarna despedía la emisión del día con estas palabras: No sufras, Carmen. Atrás ha quedado todo, ¿no te das cuenta? Lo bueno es lo que perdura. Atrás quedan sueños cumplidos y sueños rotos y desengaños, y tanta soledad. Porque a pesar del éxito, qué sabe nadie de la soledad del triunfo. Demasiada soledad y a veces en compañía, ¿verdad Carmen? Esa soledad que llamaba a tu puerta acaso estuviera suavizada ya por un hombre y por un nombre: Vicente Patuel. Pero mañana será otra página. Mañana, Carmen, sabremos mucho más de ti por ti misma".
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