26ª de la Feria de San Isidro: Los toros lidiados dan lugar a una tarde muy deslucida
Corrida de Sorando, y dos sobreros de José Vázquez y Montalvo
La tarde empezó plana, siguió plana y terminó aún más plana. La vigésimo sexta corrida del abono isidril pasará al recuerdo como la tarde más deslucida del serial, todo un disparate de mansos, unos sin entrega y otros con genio, pero imposibles todos. No se entienden los méritos para que los toros de Román Sorando estuvieran presentes en esta corrida, tan esperada por otra parte por la terna anunciada. Corrida remendada con dos sobreros, de José Vazquez y Montalvo, corraleados los dos, que le cayeron en desgracia a Pablo Aguado.
Muy desigual el encierro en cuando a los toros anunciados que saltaron al ruedo, pues lo de los sobreros fue normal. Entre ellos había tres cinqueños, y lo suyo fue toda una oda a la mansedumbre y al mal estilo. Una pena.
Colorado ojo de perdiz y chorreado en verdugo el primero. Serio por delante, hondo, badanudo, con cuajo y kilos. Verónicas de buen corte de Diego Urdiales. Mala lidia, un puyazo primero en la paletilla y después trasero, y otro leve. Manseaba el animal.
Muletazos de tanteo del riojano, no se iba lejos el astado, no humillaba y tenía una embestida deslucida de toro blando. Toro que soseaba, al natural, aquello decía muy poco. De uno en uno, a media altura, alguno de buena factura. Toro noblón pero muy desrazado.
Toros de Sorando que imposibilitaron lucimiento alguno
Cinqueño, bien puesto por delante, ancho de sienes, badanudo, con cuajo y kilos el segundo. Soso de salida, trotón, olisqueaba la arena, echaba las manos por delante y se quedaba corto en el capote de Juan Ortega. Huido del caballo en cuanto sentía el hierro. Poco picado. Manso de libro.
Juan Ortega iba tras el toro, que salía huido del segundo muletazo. Empezó en el tendido 6 y siguió dando casi la vuelta completa a la plaza en el sentido de las agujas del reloj. Toro extraordinariamente manso.
El tercero era un toro blando con el que Pablo Aguado tuvo que salirse hasta los medios para darle dos bellas verónicas y una media de muy buena expresión. Un buen puyazo y un picotazo, blandeó a la salida del penco y el presidente lo devolvió ante el disgusto del torero. Visto lo que vino después se precipitó el presidente.
El sobrero era un castaño de José Vázquez a punto de cumplir los seis años. Bien puesto por delante, astifino, enseñaba las palas. Verónicas de buen trazo, Pablo Aguado le ganaba terreno hacia los medios. Se quería quitar el palo en la primera vara y se dejó en la segunda. Cortaba y se defendía en banderillas.
Pases de tanteo suaves del sevillano, que sabía que no andaba sobrado de fuerzas. En redondo, sin obligarlo, muy deslucido, tomaba la muleta por alto y no se iba del engaño, no decía nada su embestida. Lo probó al natural y por ese pitón iba todavía peor. Un toro sin nada dentro, muy desrazado, con el que poco pudo hacer Aguado.
Cinqueño el cuarto, bizco del derecho, toro viejo que no se empleó en el capote de Diego Urdiales y se queria quitar el palo en el caballo. Pelea de manso, salía huido. Cortaba en banderillas.
Doblones de Urdiales en el comienzo de faena, parecía que el animal tenía celo y siguió en redondo fuera de las rayas. Puesto, el toro salía con la cara por arriba. Muy valiente el torero, áspera la embestida del animal, no era fácil ponerse allí. Ayudándose con la espada en los dos primeros pases al natural, siguió, se cruzaba en el cite y salía a relucir que era un toro con genio, que a partir del embroque tiraba el gañafón y no seguía la muleta por abajo.
Jabonero el quinto, con pitones, que tomó el capote de Juan Ortega de forma desordenada. Blandeó tras el primer puyazo y fue protestado. Cortaba en banderillas.
Comenzó la faena junto a las tablas con muletazos por alto y al tercero se derrumbó. Se lo sacó y volvió a perder las manos. Era un animal imposible, se defendía, tenía medias embestidas. Era una desgracia de toro. Se tuvo que ir a por la espada y pasó un quinario con ella.
Devuelto el sexto tras perder las manos al salir del caballo, saltó al ruedo un segundo sobrero, de Montalvo en este caso. Era un toro colorado ojo de perdíz, con cuajo y kilos. Descompuesto de salida en el capote de Pablo Aguado. En lidiador el sevillano, no tuvo más remedio que andarle para atrás hacia los medios en el que fue un momento emotivo y complicado por las ganas de coger que tenía el animal, y por cómo Aguado le echaba el capote por uno y otro pitón. Discreta pelea en el caballo. Cortaba en banderillas.
Toro que llegó a la muleta de la misma guisa: defendiéndose. Tenía aspereza, se quedaba corto y sabía dónde estaba el torero. Muy deslucido, Paco Aguado abrevió, se fue a por la espada pero no le dejaba pasar.
Y a todo esto, el sopor duró casi dos horas y media y acabó con el coso lleno de almohadillas que tiró el público.
FICHA DEL FESTEJO.- 4 toros de Román Sorando, cinqueños 2° y 4°, 1 de José Vázquez (3°), sobrero y cinqueño, y 1 de Montalvo, sobrero (6°). Desiguales de cuajo y hechuras. Noble pero soso y deslucido el 1°; manso huido y muy deslucido el 2°; sin humillar, se quedaba corto el 3°; con genio el 4°; invalido el 5°; áspero y a la defensiva el 6°. Pesos: 572, 564, 567, 578, 554 y 586 kilos.
Diego Urdiales, de caña y azabache. Pinchazo y estocada (Silencio); pinchazo, pinchazo hondo y tres descabellos (Silencio).
Juan Ortega, de verde hoja y oro. Estocada (Silencio); cinco pinzhazos y descabello (Silencio).
Pablo Aguado, de negro y plata. Casi entera (Silencio); dos pinchazos, golletazo, pinchazo y dos descabellos (Silencio).
Plaza de Toros de Las Ventas. Lleno total con el cartel de completo en taquilla. Corrida homenaje a los 200 años de la Policía Nacional.
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