26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Periodista, promotor cultural y atleta español, Miguel de la Cuadra ha sido uno de los más grandes aventureros españoles del siglo XX

Sol de la Quadra, hija del famoso reportero: "Mi padre solo tenía pavor a los virus, que desconocía y podían causar mucho daño"

Sol de la Quadra y su padre, Miguel de la Quadra
Sol de la Quadra y su padre, Miguel de la Quadra
¿Queda alguien que no conozca a Miguel de la Quadra Salcedo?, un aventurero, un reportero, un divulgador, un atleta, un apasionado de la vida, un referente para muchas personas a la hora de entender la existencia humana…pero cuántos saben cómo era en realidad la “persona”. Seguro que quién lo sabe de sobra es su única descendiente femenina, su hija Sol. Ella nos va a ayudar a conocerle mejor a través de esta sincera y personal entrevista en elcierredigital.com.

Sol ¿Quién era Miguel de la Quadra padre?

Para mí era un referente, un modelo de hacer…casi un método de ser un hombre libre. No estaba mucho en casa, pero cuando estaba era tal la fiesta que no te la puedo describir, nos sacaba del colegio y nos llevaba al circo, me traía animales exóticos para que estuvieran en casa…era absolutamente increíble. Eso sí, era de todo menos una vida normal (Ríe). Mi padre formaba parte como si de una película se tratase, venía a casa nos la contaba y se iba…pero siempre fue cariñosísimo, era una puerta abierta a lo diferente, a lo divertido.

¿Sufrías sus ausencias?

Pues fíjate, como el hecho de que se fuera y volviese era algo tan normal, la fiesta era que estuviera con nosotros y no teníamos la sensación de “mi padre no está nunca”, sino “de mi padre es así” y, sobre todo, lo que esperábamos era su vuelta por lo que significaba, como te digo.

Miguel nació en Madrid el 30 de abril de 1932 (foto Ángel Colina)

¿Qué sentías cuando le veías salir por la puerta de casa hacia alguno de sus destinos remotos?

Ya te dije que tenía más valor cuando regresaba, pero quizá cuando se iba sentía tristeza y pena, porque al irse la casa se quedaba como vacía y hueca.

¿Y qué me dices de Miguel de la Quadra aventurero?

Mi padre era un traspasador de límites, se entrenaba el mismo para avanzar cada día y conocer mejor cuál era su límite y poder superarlo. Lo hacía, volvía y te lo contaba a la vez que te provocaba con el fin de que experimentaras todo de primera mano. Era el maestro total…

Como hija, entre el hombre y el aventurero, ¿cuál primaba de los dos Miguel en su vida “normal”?

El otro día recordaba precisamente la parte paternal y “maternal” de mi padre. Junto a esa “masculinidad” que ofrecía tenía otro aspecto más “maternal”, de gran protector de sus polluelos.  A veces, por las mañanas, venía despacito, nos despertaba y nos había preparado ya un desayuno enorme porque decía que había que alimentarse bien, con unas tortillas a la francesa magnificas, unos bocadillos de escalope empanados inigualables…que aun recordamos (Ríe).

Representó a España en los Juegos Olímpicos de Roma 1960.

Defíneme a tu padre con una palabra, sin pensar...

Generosidad absoluta, cuando hacía algo era para volver y contarlo, precisamente para que esa experiencia sirviera para que otro pudiera hacer ese gesto. No le gustaba solo compartir sino difundir.

Algo que nunca olvidarás de él...

Lo tengo clarísimo, verlo sentado al sol con sus libros en el jardín. Necesitaba estar conectado al sol, siempre estaba a sol…hasta el final. El sol le recargaba…le daba vida.

¿Duro, metódico…?

Metódico, pero en su libre albedrío. Se levantaba pronto a su hora siempre, leía… pero en otras cosas era muy caótico. Él llevaba “su” orden a parte del de los demás (Ríe), por ejemplo, las maletas para sus viajes las hacía la noche antes, pero dedicaba muchísimo tiempo previamente a informarse y conocer datos sobre donde iba… Y sí, no era blandito precisamente…fíjate que recuerdo que mi hora de llegada era inamovible para él –yo era la única chica de sus hijos-, para eso era muy rígido…muy aventurero pero muy estricto con la “hija”, casi un poquito medieval (Ríe).

Miguel y Sol de la Quadra

¿En algún momento deseaste haber sido solo hija de Miguel, de un padre “normal”?

Jamás, ni se me ha pasado por la cabeza. Mi padre era parte de su historia y replicaba lo que le habían enseñado a él y, a su vez, nos lo transmitía a nosotros, era un continuador de su estirpe. Hoy en día, noto que hago muchas cosas igual que él, porque era algo natural que hacía de una manera lógica. Siempre fue coherente consigo mismo. Nunca envidié a mis amigas, solo cuando era tan estricto con mis horarios de llegada a casa (Ríe). Tenía cosas únicas, como que un año entero nos sacó del colegio y nos llevó con un circo….

¿En alguna ocasión tuviste la sensación de que no debería de salir de viaje?

La verdad es que con una vida como la de mi padre que se metía en una jaula con trece leones…imagínate, lo pasábamos muy mal. Recuerdo cuando era pequeña que había vuelto de una guerra con un tiro y lo vi en el salón de casa quitándose con unas pinzas el papel de periódico con el que había taponado la herida para evitar la hemorragia….

¿Le acompañaste alguna vez?

Siempre iba más con mi hermano Rodrigo que era el mayor, pero sí, también fue a veces con él. Recuerdo una bajada del Nilo en la que nos hizo beber agua del rio y mi hermano casi se muere de la infección y como a mí no me paso nada me dijo, “muy bien, ya estas inmunizada…” (Ríe).

Miguel tuvo tres hijos: Sol, Rodrigo e Iñigo.

¿Cómo vivía tu madre todo este tipo de vida?

A lo largo del tiempo me he dado cuenta de que, si mi padre era “bestia”, mi madre lo era más aun…(Ríe). Llegó a convivir con él en una tribu de indios de la amazonia …Para que te hagas una idea se casaron en Japón y su viaje de bodas fue a la guerra del Vietnam, no te digo más.

¿Era un hombre religioso?

Sí, mucho, mucho. Para él era importantísimo, no era de misa diaria, pero, por ejemplo, la Misa del Gallo era fundamental vivirla. Todo en casa era rigurosamente religioso. El traía a casa un montón de cosas de otras culturas y religiones siempre con el máximo respeto absoluto a todas, pero la nuestra era la nuestra.

¿En alguna ocasión le viste a punto de tirar la toalla?

Nunca. Hasta el último minuto de su vida, a los 84 años, mantuvo sus ideas y sus pensamientos en su cabeza. Se fue tranquilo.

¿Le viste llorar alguna vez?

(Piensa mucho)... Lo normal era no ver llorar a mi padre, pero se le saltaban las lagrimas viendo, y te vas a sorprender, la película Capitanes Intrépidos....Aunque si era emotivo, no dejaba ver más de él.

Sol de la Quadra también ha sentido ese llamado por la aventura.

¿Qué era lo que más le importaba en su vida?

Lo que más le importaba era tener una mochila llena de experiencias y de los valores que son tan necesarios para poder construirlas, que nos acompañan y te hacen crecer. Lo que más le preocupaba, por ejemplo, durante esos treinta años que estuvo haciendo la Ruta Quetzal era más que fuera reconocida como más que un viaje, una expedición "iniciática", "ilustrada" y "científica" en la que – durante cerca de mes y medio, de mediados de junio a finales de julio – se mezclaban la educación en valores, la cultura y la aventura.  Su única idea era ir sumando un chico más cada año a la ruta y poderle hacerle despertar esa experiencia....y fueron más de diez mil.

¿En su trabajo qué era lo que más le importaba?

En mi padre, el trabajo y la vida siempre iban unidos. De hecho, él decía que nunca había trabajado en su vida porque solo hacía lo que le gustaba.

¿Su paraíso dorado?

El Amazonas fue siempre un referente brutal y las Molucas……pero quizá el Amazonas fue donde él se descubrió y siempre volvía allí. Aunque siempre se refería a los hayedos de su Navarra natal y quizá ese fuera su paraíso, siempre decía “mira cómo se filtra el sol por las hayas, como si fuesen lucecitas …”

¿Qué era lo que más le enfadaba en su vida normal y en su profesión?

Quizá no conseguir aquello que intentaba, siempre buscaba las vueltas para conseguirlo, nunca veía un camino cerrado.

¿Llegaste a ver en alguna ocasión el miedo en sus ojos?

Para mi padre el miedo era un reto e iba a por él, no era algo que jamás le paralizara. Él confesó que cuando más miedo pasó en su vida fue en aquella jaula con los leones…y no lo supimos nunca y, pese a ello, nos hizo amar a todos el circo. Fue un gran amigo de Angel Cristo.

¿Tenía alguna manía especial?

Pues te vas a reír, en estos tiempos que estamos viviendo…tenía pavor a los virus, a esos bichos que desconocía y que podían causar mucho daño. Cuando entrábamos en un hospital su obsesión era que nos laváramos las manos, que abriéramos las puertas con el codo…No sé cómo viviría él esto ahora del COVID-19 (Ríe).

¿Qué era lo que más valoraba en la persona?

La coherencia, el respeto, los valores, los principios…Pero sobre todo los valores, en él eran pilares sobre los que debíamos construirnos sin desviarnos un milímetro. Por otra parte, en él era algo importantísimo la humildad, siempre decía que había que tener humildad sobre todas las cosas, que había que bajar de este nivel de comodidad absoluta y absurda que nos ha desnaturalizado.

Familia De La Quadra-Salcedo.

 ¿Cómo llevaba las críticas y la fama?

Era muy perfeccionista y siempre veía su trabajo incompleto, pero no le importaba la crítica, le importaba más lo que pensaba el mismo.

Sufrió importantes percances, ¿cómo seguía al día siguiente de cada uno de ellos?

Las cosas pasaban en el momento en qué pasaban y al minuto siguiente ya no formaban parte de su ahora. Él era un maestro del método de vivir el ahora, por el mañana y el pasado para honrarlo, no había nada que lo paralizara. El pasado había que mirarlo para agradecerlo. Decía que teníamos que dar gracias hasta por el agua que salía por el grifo….

La muerte, ¿Qué era para él?

Para él significaba otro viaje más, con la maleta cargada llena de experiencias.

Y ¿la libertad?

Su concepto hay que verlo entendiendo una libertad de lo no material, porque a él lo material no le interesaba nada. Se sentía como el monje giróvago, alguien que vaga de un monasterio a otro sin someterse a la vida “regular”.

Qué paralelismo ves con otro gran amante de la naturaleza como fue Félix Rodríguez de la Fuente.

Pues que ambos eran visionarios, dos iconos maravillosos. Algo generaban estos dos “seres” …, eran maestros, educadores, tenían la llave de vivir de lo que creían y crear su vida en función de eso. Yo he conocido a su hija Odile y es como si fuéramos hermanas, tenemos la misma visión… como te digo, ambos generaban una manera de ser, provocaban dirección, algo muy importante ahora y no esa dispersión que tenemos.

 ¿Qué te gustaría transmitir de él?

Que el mensaje de mi padre sigue activo. Que para él los viajes no eran lo importante, lo importante era que te proporcionaran las habilidades, las respuestas, la creatividad, es decir, tu propia responsabilidad.

Una preguntita frívola para acabar… ¿su comida favorita?

Le encantaba todo lo que llevara cuchara y a poder ser con cuchara de madera de boj…Mi padre tenía algo innato con los pucheros, con el amor a la lumbre…(Ríe)... y el chocolate puro que para él era medicina.

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