El polémico proyecto concedido por Ana Botella a su amigo Villar Mir está causando numerosos problemas y gastos a los ciudadanos
Los madrileños, hartos de las obras del lujoso Complejo Canalejas que han cortado la línea 2 del Metro durante meses
Un proyecto que pretende levantar un macrocomplejo hotelero de lujo en lo que sería parte de una nueva milla de oro a espaldas de la Puerta del Sol.
Toda la Plaza de Canalejas y su entorno están alteradas desde hace años debido a las obras del Complejo Canalejas.
El Metro de Madrid está resultando especialmente afectado. Las obras, iniciadas ya con polémica en 2014, provocaron un grave desplazamiento en enero de este año del muro de un túnel de la red de metro por los trabajos de ampliación de un párking de más de 400 plazas para el lujoso complejo. Al principio pareció un corte puntual y pasajero, pero de tres días pasó a alargarse tres semanas con el más que lógico enfado de los miles de usuarios del transporte urbano madrileño. Y no fue lo peor. Al final, tras un largo silencio de autoridades y de la empresa constructora OHL, se confirmó que la avería se prolongaría un mínimo de cuatro meses y medio obligando a la Comunidad de Madrid a improvisar un plan de emergencia hasta mediados de mayo para dar servicio a los ciudadanos en superficie. Por ello, se implantó un servicio con autobús lanzadera que cubre el recorrido entre las malogradas estaciones de Sol y Retiro.
Daños al metro, silencios y perjuicios para los ciudadanos
Pero la solución es chapucera e insuficiente. Además de costar el doble de tiempo y molestias a los usuarios, estos lo critican porque aparte de haberse puesto en marcha un mes más tarde del primer cierre parcial, solo cubre el tramo Príncipe de Vergara – Callao, quedando suprimidas las paradas en Sol y Ópera de esa línea 2 del Metro. Con el cierre confirmado estos días de la estación de Sol – por seguridad, según han reconocido las autoridades - desde esta semana hasta el el 14 de mayo, serán ya tres las estaciones clausuradas al ciudadano: Banco de España, Sevilla y Sol. Ante tal desastre, el presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, el popular Pedro Rollán, gestiona como puede esta crisis entre silencios y promesas a la ciudadanía asegurando que reclamarán a OHL los gastos por los perjuicios ocasionados.
La gran obra del Complejo Canalejas por dentro.
Pero ya antes las obras habían causado más problemas en el entorno. Los trabajos, desarrollados en un entorno muy protegido, destrozaron una tubería de gas, lo que obligó al desalojo de la zona, así como la anulación de una de las salidas de la estación de Metro Sevilla, al tiempo que se dañaron parcialmente varias esculturas de la cercana Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Juan Miguel Villar Mir con la exalcaldesa Ana Botella.
Todo para construir un gran complejo de lujo que tendrá un hotel de 204 habitaciones gstionado por el famoso grupo Four Seasons, 22 residencias privadas con servicios del hotel, una galería comercial de unos 9.000 metros cuadrados, un aparcamiento y una oficina comercial de uso bancario. Los propietarios del complejo son OHL, la empresa de Villar Mir, con un %, y Mohari Limited (50 %), controlado por el empresario israelí Mark Scheinberg, fundador de la mayor compañía de poker online Poker Stars, quien se hizo en 2017 con esa mitad de las acciones.
La historia de este pelotazo de amigos de la entonces alcaldesa Botella se remonta al año 2012. Fue entonces cuando la constructora de Villar Mir, amigo del rey emérito, exministro de Franco y hoy incluido en varios procesos juidiciales por corrupción relacionada con el PP, compró los inmuebles de gran valor urbanístico al Banco Santander por 215 millones de euros. El coste de la obra que fue encargada al estudio de arquitectura Lamela, roza los 285 millones. En diciembre, el Grupo Villar Mir obtuvo un crédito de 268 millones de euros, en la que era la mayor operación de financiación otorgada en España a un proyecto inmobiliario en los últimos años. Ese crédito prevé que la construcción se alargue hasta tres años, pese a que, en un principio, Villar Mir dijo que las obras acabarían en otoño de 2016.
Proyecto polémico en un edificio muy protegido
Desde el inicio ya se criticó la venta por tratarse de un edificio emblemático y protegido por la más alta protección regional, Bien de Interés Cultural (BIC). El Ayuntamiento, gobernado por Ana Botella (PP), le concedió la licencia en 2014 para iniciar la demolición de los edificios, manteniendo los elementos protegidos por su valor histórico-artístico (las fachadas y primera crujía, principalmente), tal y como dictaminó la Comisión Local de Patrimonio Histórico. Pero pocos meses después los técnicos municipales detectaron que las obras se estaban excediendo y derribando elementos protegidos. En 2015 comienza a gobernar el nuevo ejecutivo de la alcaldesa Manuela Carmena (Ahora Madrid) y el Ayuntamiento de Madrid cambia las condiciones de la licencia de obras, obligando a retranquear la planta superior y obliga a reducir en 3.000 metros la edificabilidad que se recuperan para la ciudad. También se elimina el intercambiador de autobuses subterráneo previsto en el plan de Botella.
Villar MIr con el rey emérito Don Juan Carlos durante un acto institucional.
En junio de 2018, la Fiscalía de Medio Ambiente imputó al arquitecto del proyecto, Manuel Lamela, por daños al patrimonio y pidió dos años de cárcel. El pasado enero, el juzgado de lo penal 16 de Madrid absuelvió al arquitecto.
Tres años después de la fecha prevista por Villar Mir para el terminar las obras, el centro de Madrid sigue empantanado y con el metro cerrado por seguridad. El silencio que guardan autoridades y constructora alrededor de esta gigantesca obra es tan polémico como los numerosos problemas y molestias que están causando a los ciudadanos que están sufriendo y pagando para que se haga realidad el lujo con el que unos se lucrarán y que otros disfrutarán. Otro regalo envenenado más para los madrileños que dejó la “ejemplar” gestión municipal de Ana Botella.