28 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Fue musa de Jean Paul Sartre y Boris Vian y estuvo casada con los actores Philippe Lamaire, Michele Picoli y con su pianista Gérad Jounnest

La historia de Juliette Gréco: Gran dama de la 'chanson' francesa y superviviente del existencialismo

Juliette Gréco.
Juliette Gréco.
"No sé si fue la mejor, pero soy la que les ha sobrevivido a todo y eso ya es algo", dijo Juliette Gréco en una ocación al ser preguntada por su generación, la de los existencialistas franceses. Ella fue la voz del movimiento y se convirtió en una de las cantantes más respetadas del mundo. Hizo cine y se casó en tres ocasiones. La que fuera musa de Jean Paul Sartre falleció el 23 de septiembre a los 93 años en Ramatuelle.

Mucho antes de que el denominado ‘ye-yé francés’ dominase la escena musical europea lo hizo Juliette Gréco uniendo algo que, en el plano teórico parecía imposible, vender discos y ser musa de los existencialistas. Jean Paul Sartre puso la letra, filosófica, y Gréco la voz a una generación de artistas que, con París como centro difusor, se expandiría por una Europa que intentaba olvidar los desastres de la II Guerra Mundial.

Juliette Gréco intentó siempre quitarse de encima la etiqueta de musa porque consideraba que esto la relegaba a una actitud pasiva, pero su nombre irá siempre unido a un puñado de personajes clave de la intelectualidad francesa. Escribieron para ella el propio Sartre y Boris Vian y, además, compartió escenario con Yves Montand o Charles Aznavour. “No sé si soy la mejor, pero he sido la que les ha sobrevivido y eso ya es algo”, afirmaba en 2015 cuando con 88 años inició la gira internacional con la que se despedía del mundo de la música.

Juliette Gréco nació el 7 de febrero de 1927 en Montpellier. Siendo muy pequeña se traslada a la capital. A los 13 años, la guerra la sorprende y la joven es encarcelada en Fresnes. Tras retomar la libertad en 1942 y con quince años comienza a descubrir el París subterráneo que compartía vida con el de la ocupación nazi. Tomó lecciones de actuación y se hizo amiga de Boris Vian. Poco después conocería al hombre que cambiaría su concepción del mundo Jean-Paul Sartre en un bistró de la rue Dauphine donde cantaba por la noche. Sartre escribió la letra de la primera canción, La Rue des Blancs-Manteaux, un alegato contra la pena de muerte en esos años aún vigente en Francia. En 1949, cantó durante la reapertura de The Ox on the Roof, donde conoció a Miles Davis. Nació un idilio entre el jazzista y la cantante.

En 1951, Juliette editó Je hais les dimanches, para muchos su mejor canción. Pronto su fama hizo que fuera reclamada por el cine. Sin embargo, apena tuvo éxitos en la gran pantalla salvo La castellana del Líbano y sus cameos en Buenos días, tristeza y Elena y los hombres a las órdenes de Renoir. Rodando un filme conoció a uno de los galanas de la época, Phlippe Lamaire. Se convirtieron en la pareja del momento en París y hay quien afirma que la prensa del corazón nació en Francia con ellos ya que fueron los primeros famosos en tener fotógrafos detrás en los años cincuenta. Todo fue rápido. En apenas tres años, de 1953 a 1956, se casaron, tuvieron una hija (Laurence-Marie) y se divorciaron. Tras la separación Juliette debutó en Nueva York. En la ciudad americana los ecos del existencialismo llegaron unos años tarde, pero con el gusto de los estadounidenses de agrandar todo lo que pasa culturalmente en Europa, que ellos suelen reducir a Francia, la ‘musa’ de Sartre arrasó en los teatros neoyorkinos.

Al olor del éxito en las tablas, Hollywood reclamó a la francesa para rodar Las raíces del cielo a las órdenes de John Houston junto a Orson Welles. Tras unos años lejos de Francia volvió a París cuando el existencialismo estaba olvidado y las nuevas estrellas de la música eran mujeres como Françoise Hardy o Sylvie Vartan. Sin embargo, para sorpresa de sus amigos, aceptó el papel en una serie televisiva de gran éxito, Belphégor ou le fantôme du Louvre (1965). Este nuevo medio le acercó a un nuevo público. Un año después inició una relación con el actor de moda en ese momento, Michel Piccoli.  Se casaron en 1967 y estuvieron juntos una década.

En la década de los 70 realizó numerosas giras por el extranjero donde tuvo mucho éxito. Su pianista, Gérard Jouannest, se convirtió en esos años en su compositor exclusivo. Sus discos de esos años fueron éxitos internacionales: Vivre (1975), Juliette Gréco canta Jacques Brel, Henri Gougaud, y Pierre Seghers (1977) y Gréco 83 (1983). En 2008, cantó a dúo con Abd Al Malik el título Romeo y Julieta. En 2012, publicó el álbum Ça se travers et c'est beau en homenaje a París y recibió la Gran medalla de la ciudad. En abril de 2015, la cantante inició su gira de despedida en el extranjero y en Francia.

El 24 de marzo de 2016, Juliette Gréco sufrió un derrame cerebral, mientras hacía escala en Lyon como parte de su gira. Canceló los conciertos que le quedaban por dar y nunca más se volvió a subir a un escenario.

Juliete Gréco en 2014 

En esos duros momentos estuvo a su lado el pianista Gérad Jounnest. Tras acompañarla durante años la amistad mutó en una relación sentimental y Jounnest se convirtió en el tercer esposo de Gréco en 1988. Treinta años después de la boda, el 16 de mayo de 2018, Gérard Jouannest murió a los 85 años. En julio de 2020, Juliette Gréco reveló la muerte de su única hija Laurence-Marie a causa de un cáncer en 2016. Fiel a no aparecer en público desde su retirada hace cuatro años, la muerte de Gréco a los 93 años supone la desaparición de la última superviviente de la generación de los existencialistas.

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