14 de junio de 2024
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FIN DE SEMANA

Se presenta como un espacio para los nuevos creadores y pensadores “silenciados por el ruido mediático”, bajo la dirección de Julio Vélez Sainz

El regreso de 'La Pluma': La revista fundada por Manuel Azaña renace en versión digital en su tercera época

El Cierre Digital en
/ Logo de la revista 'La Pluma'.
El pasado martes trece de junio fue presentada la tercera época de la revista La Pluma en la sección de Literatura del ciclo “La voz recuperada”, ofrecido por el Ateneo de Madrid. La Pluma, fundada en 1920 por Manuel Azaña, vuelve esta vez en versión digital bajo la dirección de Julio Vélez Sainz y Miguel Ángel Nieto y promete ser un espacio “para los nuevos creadores y pensadores silenciados por el ruido mediático de las últimas décadas ”.

El 13 de junio se presentó en el Ateneo de Madrid la tercera época de la revista La Pluma durante un acto celebrado en la sección de Literatura del espacio y como parte del ciclo “La voz recuperada”, al que pudo acudir elcierredigital.com. La Pluma, revista clásica de pensadores y creadores fundada por Manuel Azaña en 1920, regresa esta vez a las pantallas en versión digital bajo la dirección de Julio Vélez Sainz, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y director del Instituto del Teatro de Madrid, y Miguel Ángel Nieto Solís, periodista independiente especializado en investigación y cobertura de conflictos armados durante más de 25 años.

La Pluma surgió como un espacio de encuentro de pensadores y creadores y en su primer “pórtico” de 1920 sus fundadores declararon: “La Pluma ni pone ni quita leyes”. En la nueva versión digital (revistalapluma.com), los directores se han propuesto ratificar este mensaje, aunque en esta nueva etapa “La Pluma tendrá siempre una actitud combativa contra la impunidad, sea de reyes o aforados. La impunidad es enemiga de la igualdad, un ideal que La Pluma siempre ondeará como propio”, declaran Nieto y Vélez en uno de los más recientes “pórticos” publicados en el primer número de esta nueva etapa la revista. 

Además, los directores señalan la monopolización del pensamiento y la creación que han generado las grandes firmas comunicativas y declaran que La Pluma “pretende servir como espacio para una generación de pensadores que ha sido silenciada durante la última década por el ruido mediático”,  considerando que “es momento de que hablen los callados”.

En el acto de presentación de esta nueva etapa han participado, además de los directores Nieto y Vélez, los periodistas Magis Iglesias y Enrique Badía, el profesor y experto en comunicación pública Víctor Sampedro Marcos y la profesora, investigadora y poeta, María Ángeles Pérez López. El acto fue presidido por José Manuel Lucía Megías, filólogo, escritor y catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid.

Las dos primeras etapas de 'La Pluma'

La Pluma surge, en palabras de sus directores, como un proyecto “humanista y moderno, más que posmoderno”. Fue fundada en 1920 y su primer director fue Manuel Azaña, el que fuera presidente de la República.

En su primera etapa, La Pluma publicó números mensuales desde junio de 1920 hasta el mismo mes del año 1923. En el primer número publicado de La Pluma figuraban como redactores José Ortega y Gasset, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Ramón Pérez de Ayala, Luis de Zulueta, Eugenio D’Ors, Gregorio Martínez Sierra y Juan Guixé. Al mismo tiempo se anunciaban como colaboradores, entre otros, a personalidades como Francisco Acebal, José López Pinillos, Manuel Azaña, Luis Bello, Jacinto Benavente, Ramón del Valle-Inclán o Miguel de Unamuno.

En mayo del año 1980 se anunciaba el primer número de la segunda época de La Pluma, esta vez dirigida por Manuel M. Azaña, Luis Martínez Ros y Julio Vélez. En esta segunda época se mantuvo la línea editorial de la primera época en términos relativos a la creación y pensamiento y contó un variado conjunto de textos literarios, artísticos, teatrales y filosóficos. Y la línea filosófica e ideológica que habían marcado sus fundadores se mantenía al mismo tiempo que esperaba “converger en el debate cultural con la finalidad de aportar al mismo propuestas de diálogo desde la perspectiva más que generacional”.

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