28 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Llegó a intentar zombificar a algunas de sus víctimas abriéndoles un boquete en la cabeza y vertiendo ácido dentro para derretir sus cerebros

La historia del temible asesino en serie, necrófilo y caníbal Jeffrey Dahmer, El Carnicero de Milwaukee

Jeffrey Dahmer.
Jeffrey Dahmer.
Hay una extraña frontera que separa a un asesino de una mente sana. Esa frontera es tan diáfana que son apenas imperceptibles las diferencias hasta que ya es demasiado tarde. Los protagonistas de estos relatos de instintos criminales traspasaron esa barrera de manera brutal. Posiblemente, en su mente ya lo habían hecho antes de ejecutarlo. Un día su brutalidad llegó a tanto que pasaron a esa parte oscura de la Historia.

En julio de 1991 Estados Unidos y el mundo entero se sorprendieron al conocer la terrible historia de Jeffrey Dahmer. Todo comenzó cuando Tracy Edwards, de 22 años, se presentó a última hora de la tarde en las dependencias de la Policía de Milwaukee para denunciar que un hombre a cuyo apartamento había acudido para tener relaciones sexuales, Jeffrey Dahmer, había intentado asesinarlo. Cuando los agentes se presentaron en el piso de Dahmer descubrieron la siniestra realidad en la que vivía Jeffrey.

El piso estaba lleno de los restos de 12 hombres. Una cabeza ocupaba todo el congelador. Un bidón de 215 litros de ácido se encontraba en el salón. Dentro restos de seres humanos a medio deshacer. En un congelador portátil había manos y penes momificados. También dos torsos. Los armarios de la cocina estaban llenos de huesos de sus víctimas. Cociendo distintas partes de los cuerpos es como Dahmer conseguía separar los huesos de los tejidos blandos. Cuando la Policía lo detiene está bebido y hasta que no se le pasa no declara. Su declaración se convirtió en una confesión. Durante casi diez duras horas diarias en las siguientes tres semanas iba dando más detalles del asunto hasta completar un relato que tenía su punto catártico. Desde entonces el mundo lo conocería como ‘el Carnicero de Milwaukee’.

Su historia comenzó 31 años antes. Jeffrey era el primer hijo de Lionel, un estudiante de químicas y vino al mundo el 21 de mayo de 1960. Sus primeros años de infancia y su carácter sorprendía por eterna curiosidad. “Le gustaba estudiar las texturas y los animales”, contaría su padre. Desde pequeño mostró interés por los animales. En la adolescencia comenzó a interesarse por ellos de otra de forma más llamativa. A partir de los 9 años comenzó a recoger animales muertos para diseccionarlos.

En su adolescencia. 

Con la llegada de la adolescencia comenzó a tener deseos homosexuales. Sin embargo, sus fantasías no eran las normales en un chico que descubre su sexualidad. Años después confesaría que soñaba con torsos inmóviles, sin vida, y que cuando se imaginaba teniendo relaciones sexuales con hombres finalmente fantaseaba con asesinarles y descuartizarles. Su carácter cada vez se hizo más retraído e introvertido. La situación familiar tampoco ayuda a su carácter. Las broncas entre sus padres eran cada vez más continuadas en el tiempo y desembocaría en el divorcio de los mismos a principios de 1978. Para entonces Jeffrey ya era un verdadero adicto al alcohol.

Comienzan los asesinatos

Ese verano comete su primer asesinato. Recoge a Steve Higs, un joven de 19 años que se encuentra haciendo autostop. Le invita a su casa y después de mantener relaciones sexuales con él, lo droga y lo asesina estrangulándolo con una barra. Tras descuartizarlo lo mete en bolsa de basura. Decide deshacerse de los restos esa misma noche. Cuando conduce hacía un descampado la policía lo detiene por conducir pisando la línea continua. Para su suerte, la Policía le deja huir poniéndole solo una multa.

Dahmer intentaría huir de sus remordimientos comenzando sus estudios universitarios. Sin embargo, el alcoholismo reaparece en su vida y por consejo de su padre deja los estudios para pasar unos meses en una clínica de rehabilitación. Tras unas semanas allí decide alistarse en el ejército. Al principio todo va bien y se siente mejor consigo mismo después de muscular su cuerpo. Cuando lo envían a Alemania vuelve a beber y lo expulsan del ejército. De ahí pasa a vivir en Miami cambiando de casa cada vez que no puede pagar los alquileres. Su padre se harta y le pide que vuelve a Milwaukee. Allí se instala en casa de su abuela y redescubre la fe.

Poco a poco comienza a salir de noche por bares de ambiente gay pero no se atreve a entablar conversación con ningún hombre. Solo mantiene relaciones con ellos en saunas después de narcotizarlos. Cuando es descubierto es expulsado de estos establecimientos.

En 1987 sus instintos criminales se despiertan de nuevo. Se trata de Steve Temi. Lo droga en una habitación y tras estrangularle se compra una maleta en una tienda cercana, lo descuartiza y se lo lleva a la casa de su abuela. En el sótano se encarga de separar la carne del hueso y de machacar estos últimos con una maza. Pocas semanas después se compra un maniquí. Con él cumple su deseo de tener un amante inerte. Cuando su abuela lo descubre lo echa de casa. Antes de su expulsión le había dado tiempo a cometer un crimen más.

Durante el juicio. 

Primero se traslada a la zona oeste de la ciudad y luego a la zona norte. En esa época es cuando desata su locura homicida. Entre 1989 y 1991 acabara con la vida de 12 hombres. No sólo los matará. Llegará a tener sexo con varios de los cadáveres y comerse algunas partes. También refinará sus formar de seccionar los cuerpos y deshuesarlos.

Sin embargo, Jeffrey seguía sintiéndose terriblemente solo. Necesitaba que una de sus víctimas pudiera seguir viva, pero sin capacidad de decisión. Buscaba una especie de zombie de carne y hueso. Su sistema era espeluznante. Estando vivos hacía un orificio en la cabeza y vertía en él ácido para derretir su cerebro. Probó este experimento con tres de sus víctimas. Sólo uno sobrevivió más de un día.

El juicio contra Jeffrey Dahmer comenzó en enero de 1992 y fue seguido masivamente por los medios de comunicación. Durante días las televisiones emitieron los testimonios más desgarrados. Especialmente, se recuerda el momento en el que la hermana de una de sus 17 víctimas intentó agredirle en el tribunal. Finalmente, Jeffrey fue condenado a 997 años de prisión.

Durante su estancia en la cárcel volvió a centrarse en la religión y pidió ser bautizado en la fe evangélica. El acto se realizó en una piscina de hidromasaje de la cárcel. Se volvió un furibundo religioso y llegó a acusar de sus crímenes a la Teoría de la Evolución. Jeffrey fue atacado por un preso en noviembre de 1994. No era la primera vez que sufría una agresión, pero sí fue la más grave. Murió de camino al hospital.

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