26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Los nuevos movimientos revisionistas como Black Lives Matter se ensañan con los símbolos del descubridor en toda América

Derriban estatuas de Cristóbal Colón: Las andanzas del apátrida que alumbró el Nuevo Mundo

Cuadro
Cuadro "El desembarco de Colón", de Albert Bierstadt
Pocos personajes históricos están tan en boga como Cristóbal Colón. En los últimos tiempos, el debate entre sus detractores y sus defensores ha derivado en la destrucción de muchos de los monumentos dedicados a su figura. En este sentido, abordamos la historia del descubridor del “Nuevo Mundo”, responsable de un hallazgo que cambiaría para siempre el rumbo de la humanidad.

No son pocas las ocasiones en las que la historia parece volver sobre sí misma. Aunque no seamos conscientes, los debates se repiten, así como los argumentos que los estructuran. Sin embargo, esta reincidencia, por suerte, no es circular, sino que a menudo es elíptica, de manera que siempre constatamos elementos que aportan cierta novedad. En el caso de Cristóbal Colón, su vida y milagros parecen haber vuelto a la palestra de la más rabiosa actualidad siglos después de su muerte.

Los revisionistas claman al cielo y tratan de establecer paralelismos entre su trayectoria vital y problemas sociales propios de la contemporaneidad, tales como el colonialismo, el imperialismo e incluso, en último término, el racismo. La tendencia genera verdadero estupor entre la inmensa mayoría de historiadores, que acusan a los revisionistas de difundir una postura errónea, plagada de anacronismos.

Recientemente, la lucha ideológica ha trascendido el plano teórico, y en varios puntos del globo hemos asistido a la caída de monumentos y estatuas dedicadas a la figura de Colón. En este sentido, parece el momento idóneo para desempolvar el baúl de la memoria y recordar la trayectoria de este controvertido personaje.

Los primeros años de la vida de Colón están inmersos en el más absoluto misterio. Los expertos no han aclarado por completo las circunstancias de su nacimiento, y muchos territorios se atribuyen el origen de este afamado navegante, un apátrida sempiterno. Sea como fuere, situaremos el punto de inicio de su vida en el lugar más plausible al que apuntan los hallazgos realizados hasta la fecha: Génova. Fue aquí donde en 1450 Susana Fontanarossa dio a luz al primero de los cinco hijos que tendría con el artesano Domenico Colombo, el pequeño Cristóbal.

No obstante, se podrían escribir densas monografías abordando otras versiones sobre el lugar de su nacimiento. Galicia y Cataluña, por citar dos ejemplos, son dos de las ubicaciones que se propusieron en el pasado, aunque actualmente muy pocos historiadores sostienen estas hipótesis, pues hasta el momento carecemos de documentación que las respalde.

Cuadro "Primer desembarco de Cristóbal Colón en las costas del Nuevo Mundo: en San Salvador ", de Dióscoro Puebla.

En cualquier caso, parece que Colón pronto dejó de mostrar interés por el taller de su padre y canalizó sus deseos hacia el mar, embarcándose como grumete en varias travesías. Del mismo modo, se sabe que se sumergió en el complejísimo mundo del comercio genovés, que le llevó a viajar hacia las colonias de esta ex-república en el Egeo.

De sus presuntas aventuras durante estos años conviene no profundizar en esta ocasión. Sin embargo, cabe mencionar que en 1476 Colón llegó a Portugal, un reino pujante por aquel entonces, tras sobrevivir a un naufragio fruto de un encarnizado combate naval. En tierra lusa permanecería durante casi una década. En concreto, nueve años en los que actuó como agente comercial al servicio de la casa Centurione.

Su ocupación le llevó a viajar frecuentemente. Madeira, Inglaterra, Guinea o Islandia, enclaves comerciales fundamentales en el comercio de la época, fueron alguna de las ubicaciones con las que se le relaciona. Merced a estos desplazamientos, obtuvo el bagaje necesario para moverse vía marítima formándose de forma autodidacta. Además, hay expertos que apuntan a que tenía información sobre la llegada de los vikingos a una nueva tierra siglos atrás y que conoció hombres que afirmaban haber llegado a Asia por el oeste.

Dejando a un lado teorías del predescubrimiento, parece claro que residir en Portugal puso a Colón en el momento y lugar apropiados para acometer su empresa. La sociedad de este país estaba enfrascada en la exploración del atlántico, un escenario aún poco conocido. La esposa del marino genovés, Felipa Monís de Perestrello, pertenecía a la clase aristocrática lusa y fue a través de su influencia como Colón consiguió integrarse en altos círculos de la corte portuguesa. Por si fuera poco, pudo acceder a la documentación de su suegro, que participó en primera persona en las exploraciones y colonización de las islas atlánticas portuguesas.

Todo este proceso culminó en una idea que Colón recuperó de la antigüedad clásica, la de la esfericidad de la Tierra. Evidentemente, la lógica apuntaba que, de ser esférico el planeta, Asia podía alcanzarse también por el oeste. Bajo esta premisa, elaboró una serie de cálculos, que luego resultaron ser erróneos, puesto que contaba con que el perímetro del planeta era de un tamaño menor al que realmente tiene. De esta manera, promovió el proyecto de creación de una ruta alternativa hacia Asia por el oeste.

Partida y regreso hacia un “Nuevo Mundo”

Colón necesitaba de financiación, y la solicitó en primer lugar a Juan II de Portugal. El rey luso, no obstante, siguió el consejo de la junta de expertos que convocó, quienes desestimaron la viabilidad de la empresa, aunque otras teorías achacan el rechazo a que los planes de Colón incluían un incumplimiento del Tratado de Alcaçovas. Había que cambiar de patrocinador. La Monarquía Hispánica, dirigida por los Reyes Católicos, parecía el objetivo más evidente. Y así fue.

Después de ser acogido por los franciscanos en el convento de La Rábida, consiguió audiencia con los Reyes católicos gracias a la intermediación de Juan Pérez, entonces confesor de la reina Isabel. Tras  numerosos dimes y diretes y no pocas negativas, fue la propia reina de Castilla quien concedió a Colón su deseo. Además, la reina católica firmó las célebres Capitulaciones de Santa Fe, que regulaban las prerrogativas de Colón en caso de alcanzar el éxito. El resto es historia.

Cuadro "Colón toma posesión del Nuevo Mundo", de Currier e Ives. 

Tres carabelas partieron del puerto de Palos de la Frontera (Huelva) en agosto de 1492. La travesía fue agónica. Colón fue pronto consciente de que sus cálculos no eran acertados y se dice que mentía a su tripulación sobre los mismos para que su ánimo no decayera. Con la situación al borde del motín, avistaron tierra. Llegaron a la isla de Guanahaní, en las Bahamas. Sus primeras exploraciones le llevaron a Cuba y la actual Santo Domingo, entonces bautizada como La Española. Construyó un fuerte con los restos de una de las naves con las que había viajado, la Santa María, y regresó a Castilla.

La corte de los Reyes Católicos quedó asombrada por su hazaña y a los soberanos no les quedó otro remedio que financiar dos expediciones postreras dirigidas por Colón. No obstante, los problemas no tardarían en aparecer, pues sus carencias como administrador de las nuevas posesiones fueron un quebradero de cabeza continuo para los más poderosos personajes de la Monarquía Hispánica, tanto en el plano económico como ético.

Relación con los indígenas y caída

El trato dirigido hacia los indígenas es motivo de polémica y constituye el origen de la actual caída de estatuas y monumentos conmemorativos del descubridor genovés. Sin embargo, la mayoría de historiadores coincide. Colón necesitaba a los nativos como mano de obra. Además, requería de su conocimiento del terreno. Por tanto, no tenía ningún interés en encabezar un genocidio contra ellos. El deseo de exterminio sería, pues, nulo y, asimismo, habría que considerar en el aumento de mortandad entre la población indígena, principalmente los taínos, el contacto fatal con los europeos a nivel de inmunidad biológica.

Otros expertos apuntan a que, si bien no puede hablarse de un genocidio planificado, Colón sentó las bases de un brutal trato a los pueblos de las Indias. Una relación basada en la superioridad armamentística y presunta superioridad moral de los europeos que degeneraría siglos más tarde en terribles crímenes.

Retrato de Cristóbal Colón, de Sebastiano del Piombo.

Sea como fuere, la caída de Cristóbal Colón fue imparable. Motines de los colonos, acusaciones contra su forma de gobernar… todo acabó en su destitución como gobernador de las nuevas tierras. Fue desposeído de muchos de los cargos que se le habían concedido inicialmente, en consonancia con la voluntad Fernando el católico, que fue uno de sus grandes detractores. No obstante, la reina Isabel, benefactora principal del descubridor, amortiguó su caída, pues consiguió que se respetara aún algunas de sus prerrogativas.

Regresó a Castilla en 1504. Sus últimos años fueron decadentes, y finalmente hallaría la muerte en Valladolid en 1506. Colón falleció sin ser consciente de su hallazgo. El descubrimiento del continente americano fue casual y nunca logró el objetivo inicial de abrir una nueva ruta hacia el gigante asiático, pero consiguió mucho más. Su viaje fue toda una epopeya, y abrió a los conquistadores del siglo XVI un camino que posicionaría a la Monarquía Hispánica como la mayor potencia mundial pocas décadas después.

 

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