
Sebastián Cortés, la nobleza de un torero que hace historia
Columna de opinión por Antonio Martínez Iniesta
Hoy, la bóveda de la Plaza de Toros de Albacete no es solo un lugar físico. Es un espacio de memoria viva, de gratitud, de reconocimiento a una trayectoria que define una época. Hoy rendimos homenaje a Sebastián Cortés, al torero, al maestro, al hombre bueno, en el cincuentenario de su alternativa.
Han pasado cincuenta años desde aquel 22 de junio de 1975, cuando en la plaza de toros de Alicante, Paco Camino le cedía los trastos con Dámaso González como testigo. Aquel día, un joven de Albacete, elegante y templado, tomaba la alternativa con la mirada limpia y el corazón lleno de valor. Hoy, medio siglo después, le devolvemos la mirada, y le decimos que su historia sigue latiendo.
Sebastián es un torero de verdad. Toreó con naturalidad, con técnica, con ese temple que no se aprende, se tiene. No son pocos los que recuerdan cómo le sonó la música toreando de capa en la Maestranza de Sevilla. Aquello no fue un capricho, fue el reconocimiento tácito del arte. Sebastián tiene duende. Y cuando el destino, cruel como puede ser en el toreo, le cerró la puerta de los ruedos tras una cornada en la Corrida de Asprona, él no se detuvo. Siguió adelante. Cambió el traje de luces por el de maestro, sin dejar de ser torero.

Desde 1987 hasta 2021, al frente de la Escuela Taurina de Albacete, ha enseñado mucho más que a torear. Ha enseñado respeto, sacrificio, humildad. Su balance es impresionante, con unos 30 matadores de toros formados en sus manos. Prácticamente un matador por año. Y cada uno lleva en su interior un trozo de la enseñanza de Sebastián.
Por eso este homenaje no es un acto protocolario. Es un acto de justicia. Porque hablar de la tauromaquia de Albacete es hablar de Sebastián Cortés. Es hablar de compromiso, de raíz, de dedicación constante a su tierra, a su plaza, a sus toreros.
Yo mismo, que tuve el honor de ser su alumno, sé que lo que Sebastián transmite va más allá de la técnica, comunica una forma de entender y vivir la tauromaquia. Enseña con la vida, con el ejemplo. Y por eso, este homenaje me toca profundamente. Porque no solo le reconozco como torero o como maestro, sino como referente humano, como referente de valores.
No podemos entender este día sin nombrar a quienes han caminado junto a él. Su hermano, Manuel de Paz, inseparable en la vida y en la afición, testimonio de una fraternidad admirable. Y su hijo, Antón Cortés, que ha heredado el temple y la pasión de su padre, y ha llevado el apellido con orgullo por las plazas en las que ha hecho el paseíllo.
El año pasado, Castilla-La Mancha le nombró Hijo Predilecto. Hoy, Albacete entero lo confirma con este gesto entrañable y profundo, un homenaje junto a su azulejo, donde quedará grabado su nombre mientras esta plaza se mantenga en pie.
Hoy celebramos no solo los 50 años de una alternativa. Hoy celebramos una forma de ser torero. Una forma de ser maestro. Una forma de ser persona.
Gracias, Sebastián, por tanto.
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