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Una sesión parlamentaria con numerosos asistentes aplaudiendo en un hemiciclo.
COLUMNAS

Los políticos aburren a diario, piensan que algo quedará

Columna de opinión por Felicísimo Valbuena

Seguro que no han salido estadísticas sobre las palabras más oídas en España. Es probable que quienes afirmen: “¿Te lo digo o te lo cuento?” o “Yo me voy a la Mutua”, no se equivoquen. ¿Cuántos meses llevan repitiéndonos esas palabras que parecen sacadas de una charla de pastelería? Meses y meses y meses. Y no parece que quienes han creado esos topicazos se estén cansando.

Personas muy variadas coinciden en lo simplona que es esa campaña. Y les he respondido: "Uno de los secretos de la publicidad es que el lector, televidente o radioyente se crea superior al anuncio. Cuando nos levantamos del lugar donde estamos viendo la televisión porque no soportamos los anuncios, es el momento que están esperando los publicitarios: Bajamos nuestras defensas y, entonces, el anuncio se apodera de nosotros”.

Pasemos de la pastelería publicitaria a la pastelería política. Estamos comprobando a diario cómo un puñado de políticos hablan con palabras muy parecidas, aunque el contenido sea muy distinto. Sólo pondré dos ejemplos porque, si presentase más, el Director no publicaría estas líneas.

Ejemplo 1: “Don o Doña X no puede seguir en el cargo ni un minuto más”.

¿Cómo que no puede seguir? A ese Don y a esa Doña se lo han dicho ya hace dos años, un año, seis meses, una semana. Y no se va. Entonces, ¿a qué viene esa cantinela? O sea, anuncia que X “No puede” permanecer ni un minuto y luego X puede seguir incluso años. Y lo dicen políticos de todos los partidos.

Ejemplo 2: “Como no podía ser de otra manera”.  Fijaos cómo hay una querencia especial del lenguaje “politiqués” hacia esa frase. Y además, la acompañan con una entonación, un movimiento de ojos y de brazos como si fuera un pase de pecho.

¿Qué no puede ser de otra manera? ¿A quién se le ha podido ocurrir esa sandez? Pues claro que hay otras maneras de hacer las cosas. Sólo hace falta que quienes las pronuncian, acaben por encontrarlas.

Entonces, ¿qué sentido tiene que los políticos de cualquier partido persistan en pronunciarlas? Seguro que no van a decirlo. Pues claro, porque quizá, no sepan lo que están diciendo.

Un resultado probable es que muchos votantes potenciales se aburran, como en la publicidad, y acaben decidiendo que todos los políticos son iguales. Por eso, los indecisos acaban decidiendo el resultado de muchas elecciones.

De unos meses hasta hoy, han surgido dos maneras de intentar comunicarse los políticos con sus potenciales votantes.

Los políticos “papagayos”: Se limitan a repetir lo que han diseñado unos “asesores”.

¿A que os habéis encontrado a quienes están indignadísimos por lo que hacen esos  “papagayos? Sin embargo, los políticos seguidistas están dejando huellas innegables de su estupidez. Entonces, ¿a qué vienen esas indignaciones? Más pronto que tarde, esos/as políticos/as acaban pasando por idiotas. Sus hijos/as y nietos/as les preguntarán: “¿De verdad que llegasteis a llamar “enemiga del pueblo” a una mujer? ¿O hasta ahí no llegasteis, para que nos llamasen “estalinistas”?

Los políticos de la “doble verdad”. “Nadie puede negar que… pero…” o “Aunque es verdad que… también reconocemos…”. Se las dan de más racionales, pero al final son como el/la estudiante a quien el profesor señala la pizarra para que encuentre la solución a un problema y él/ella escribe unos números; después, y aprovechando que el profesor está hablando a la clase, borra esos números y escribe otros, también erróneos.

Los 1) reciben el nombre de “gubernamentales”; los 2) dicen que representan a la oposición.

Todos/as se acabarán lamentado del papelón que están representando. Seguramente, sus imágenes aparecerán en Universidades de varios países. Sus hijos y nietos acabarán riéndose de ellos/as. Como dicen en los pueblos, ¡qué risión!

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