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Un panadero espolvorea harina sobre una mesa mientras prepara pan.
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Bizcocho o bidet: La diatriba en el COVID

"Bizcocho o bidet: La diatriba en el COVID" por Elsa Martinez


Esta cuarentena se está revelando no solo como el resultado de una tragedia que nos asola, sino como un periodo también del que saldrán innumerables patrones de comportamiento sociológico dignos de estudios de consumo y tendencias en los próximos meses, como poco. Si los primeros meses el casi “trafico” de papel de wáter fue objeto de estudio digno de una cátedra de conducta humana, estas últimas dos semanas el personal se ha lanzado en el confinamiento al momento “cocina” con una intensidad que personalmente me asombra.

Ya se vislumbraba algo de este fenómeno “breadmaker” o “ bizcochopower” cuando desde hace días las harinas, la levadura y los azucares de decoración glasé pasaban a ser verdaderos objetos de deseo, lujo sideral y vaciaban las estanterías de su presencia por horas. Junto al arroz y la leche, la compulsión compradora de estos conceptos ha sido y es un fenómeno desconocido hasta la fecha, que ya ha transformado las redes en una competición de galletas, pan y bizcochos digna de una película de los años 50 americana.

Delantal de Vichy de colores en ristre y con la presencia del resto de la familia (ya se sabe que trabajar estos días en casa es un máster en tecnología punta para evitar que la desconcentración y el agotamiento colectivo se apodere de ti y te vacié como una “perola” o una cascara hueca)… pues bien, delantal en ristre repito, las discusiones entre concepto “masa madre”, levadura o harina integral, espelta, semillas, harinas sin refinar… etc… junto a innumerables apps que recogen cientos de recetas… son el hit parade de la bronca familiar o de la competición con los amigos y amigas a ver quién es el “más guapo” que lo elabora y consigue como si fuera a ser el menú de “Le Cocodrile” o “La Tour D’argent”.

Una mujer y dos niños están en la cocina preparando algo con moldes para hornear.
Pilar Rubio cocinando con sus peques. | El Cierre Digital
Desde Victoria Beckham, en este caso como pinche de David, el gran David, elaborando macarrones o lo que toque… desde ella a actrices, modelos como Vanesa Lorenzo, bolggers de exitazo como Paula Ordovás o incluso ex políticas como Cristina Cifuentes, el personal repito, se ha lanzado a la Cocina como si no hubiese un mañana. Y asi, el meme de David o Covid ira ganando adeptos, porque es cierto que nuestro manual de comidas y cenas en nuestro confinamiento, se lo han saltado sin problema. Y con ello las obesidades están que vuelan, lo cual tampoco es muy sano que digamos. De esta cuarentena las tiendas y cadenas de ropa preveen que se van a forrar a vender ropa nueva de dos tallas mas, porque es cierto que la llamada “prueba del pantalón” es un estrago que nos dejará sin habla cuando nos tratemos de someter a ella dos meses después de entrar por la puerta de casa en marzo.

Sin embargo, la diatriba de elección queda superada por la segunda afición de esta crisis: la dedicación al bidet. Si, esa pieza tan señalada de la higiene intima de los años 30 que proliferó como churros en los setenta y ochenta en cada casa que se preciara, era ya un verdadero icono de la historia y una antigüedad arqueológica casi hasta hoy. El COVID le ha devuelto la vida al bidet como elemento de culto casi en las casas. Y en todo el mundo, no crean que solo en España.

La fiebre compradora de bidet de todos los soportes, formatos o incluso integrados en el propio water ha sido la causa de un aluvión de pedidos que ha saturado las empresas de bricolaje, materiales de obra y sanitarios y empresas de grifería y unidades de baños españolas e internacionales. Roca, Sanigrif, y demás históricas empresas patrias están vendiendo bidets como si no hubiese un mañana, y la gente haciendo sitio en los baños hipermodernos que carecían de él, para acoplarlos obra incluida de tuberías donde sea.

Vista superior de un bidé blanco con grifo cromado sobre azulejos verdes.
El bidet se ha puesto de moda. | El Cierre Digital
No quiero ni pensar alguno y alguna donde leches habrá metido el bidet entre ese cubículo que distancia ducha de wáter y a su vez de lavabo y espejo, matemática cuántica como poco se precisa para esta hazaña. Asi, que en estos artículos dedicados a estas curiosidades, hábitos de compra, y hábitos sociales o de moda, creo que esta semana toca deciros que si no tenéis un bizcocho o un bidé, o un molde de bizcocho o un pedido de bidé, estáis out total de este confinamiento tan largo que ya nos hace soñar con un simple espacio en la calle como si fuese la playa de Phuket en Thailandia o Las Tulleries o Hyde Park .
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