Bizcocho o bidet: La diatriba en el COVID
"Bizcocho o bidet: La diatriba en el COVID" por Elsa Martinez
Esta cuarentena se está revelando no solo como el resultado de una tragedia que nos asola, sino como un periodo también del que saldrán innumerables patrones de comportamiento sociológico dignos de estudios de consumo y tendencias en los próximos meses, como poco. Si los primeros meses el casi “trafico” de papel de wáter fue objeto de estudio digno de una cátedra de conducta humana, estas últimas dos semanas el personal se ha lanzado en el confinamiento al momento “cocina” con una intensidad que personalmente me asombra.
Ya se vislumbraba algo de este fenómeno “breadmaker” o “ bizcochopower” cuando desde hace días las harinas, la levadura y los azucares de decoración glasé pasaban a ser verdaderos objetos de deseo, lujo sideral y vaciaban las estanterías de su presencia por horas. Junto al arroz y la leche, la compulsión compradora de estos conceptos ha sido y es un fenómeno desconocido hasta la fecha, que ya ha transformado las redes en una competición de galletas, pan y bizcochos digna de una película de los años 50 americana.
Delantal de Vichy de colores en ristre y con la presencia del resto de la familia (ya se sabe que trabajar estos días en casa es un máster en tecnología punta para evitar que la desconcentración y el agotamiento colectivo se apodere de ti y te vacié como una “perola” o una cascara hueca)… pues bien, delantal en ristre repito, las discusiones entre concepto “masa madre”, levadura o harina integral, espelta, semillas, harinas sin refinar… etc… junto a innumerables apps que recogen cientos de recetas… son el hit parade de la bronca familiar o de la competición con los amigos y amigas a ver quién es el “más guapo” que lo elabora y consigue como si fuera a ser el menú de “Le Cocodrile” o “La Tour D’argent”.
Sin embargo, la diatriba de elección queda superada por la segunda afición de esta crisis: la dedicación al bidet. Si, esa pieza tan señalada de la higiene intima de los años 30 que proliferó como churros en los setenta y ochenta en cada casa que se preciara, era ya un verdadero icono de la historia y una antigüedad arqueológica casi hasta hoy. El COVID le ha devuelto la vida al bidet como elemento de culto casi en las casas. Y en todo el mundo, no crean que solo en España.
La fiebre compradora de bidet de todos los soportes, formatos o incluso integrados en el propio water ha sido la causa de un aluvión de pedidos que ha saturado las empresas de bricolaje, materiales de obra y sanitarios y empresas de grifería y unidades de baños españolas e internacionales. Roca, Sanigrif, y demás históricas empresas patrias están vendiendo bidets como si no hubiese un mañana, y la gente haciendo sitio en los baños hipermodernos que carecían de él, para acoplarlos obra incluida de tuberías donde sea.
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