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Alberto, con tu permiso
Columna de opinión por Pablo Barrón
Te conozco desde siempre, aunque no somos amigos, en todo caso conocidos. Me alegré cuando cogiste las riendas del partido (a la segunda fue la vencida). Soy de los que creí que sería llegar ver y vencer (y sé que tú también lo pensaste, tanto que casi se te notaba en público). Creo también que algo pasó en esas elecciones que ganaste y de nada sirvió la victoria. A partir de ahí ya nada fue lo mismo.
No tengo ninguna duda que eres, con diferencia, el mejor político en activo. He tenido la ocasión de seguir tu brillante trayectoria política, empresarial y personal desde tus inicios en la gestión de la cosa pública. Por donde has pasado has dejado huella en lo personal y en lo profesional. Gestionado de forma excelsa Correos o el Insalud, las mayores empresas públicas de este país. No sólo siendo reconocido por los trabajadores y los sindicatos, sino presentando siempre unas magníficas cuentas de resultados. Siempre he opinado que todos los políticos deberían haber demostrado, antes de entrar en política, sus capacidades de gestión. Y tú lo has hecho de forma sobresaliente.
Tus capacidades y tu talento lo han sabido ver en tus inicios, siendo un joven funcionario. El brillante e intelectualmente magnífico José Manuel Romay Becaría. He tenido la suerte de conocerte y trabajar a tu lado siendo un yo un jovencito, hace ya 49 años, cuando iba a la sede de Alianza Popular en A Coruña.
De igual modo, Manuel Fraga Iribarne vio en ti las cualidades para ser el gran político que eres y excelente gestor de equipos. Equipo del que también formaba parte el actual Presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda Valenzuela, por entonces director general de Administración Local, quien también entonces demostró su valía. José María Aznar, de igual modo, te llevó a su equipo en Madrid, muy consciente de las señaladas capacidades para la gestión de la cosa pública. Algo que lamentablemente hoy son contados los políticos de los que podemos decir lo mismo.
Estás demostrando ser un gran presidente del Partido Popular. Y, sin duda, vas a ser un gran presidente de España. Para lo último, el camino no va a ser fácil, quizás porque las mayorías de la izquierda impidan el ejercicio del gobierno. A pesar de que no has perdido aún unas elecciones. Ganar no llega, querido Alberto, hay que ganar con una gran mayoría. Aunque la ruptura del bipartidismo, quizás obliga a hacer pactos no deseables, con los únicos que se pueden hacer, a la derecha. Es casi imposible, insisto casi imposible, ganar por mayoría absoluta, pero se puede y para ello sólo hay una estrategia posible.
Sé que lo siguiente que te voy a decir no va a ser de tu agrado. Que posiblemente me borres del listín telefónico. Que a partir de ahora, ya no recibiré ningún tipo de saludo, ni mucho menos devolución del mismo. Pero la honestidad y la lealtad que debo al partido y a España me obliga a ello.
Decía que es casi imposible ganar con mayoría absoluta, lo que implica que sí puede ser posible. Y ello precisa captar un número muy relevante de votantes del partido que se sitúa a tu derecha. Votantes que antes eran del Partido Popular y que por múltiples razones ahora se han escorado a la derecha, muy a la derecha. Haces bien en seguir en el centro derecha, pero si no recuperamos una parte sustancial de esos votos, efectivamente va a ser casi imposible, o mejor dicho, imposible llegar a la Moncloa.
Ello sólo va a ser posible si nos alejamos de miedos absurdos y traes a tu lado, muy muy cerca, a Isabel Díaz Ayuso. Desde los argumentarios de Moncloa, desde los equipos de “opinión sincronizada” y desde los otros medios de comunicación y hoy seudomedios izquierdistas, quieren enfrentarte a ella y dar la sensación de que te puede hacer sombra. Nada más lejos, sólo te puede dar luz.
Quizás también algunos de los que te rodean piensan que te debes alejar de la presidenta de la Comunidad de Madrid. No sé si con buena o mala intención, pero los primeros y los segundos están muy equivocados.
Yo creo que debes traerla a tu lado, insisto, lo más cerca posible. Dejar claro desde ya que va a ser tu vicepresidenta, que es tu número dos, que es tu sucesora natural. Ambos haríais un equipo excelso, y sin parangón en la arena política. Los americanos le llamarían configurar un “ticket electoral invencible”. Un presidente y una vicepresidenta que se complementan, que forman un tándem electoral victorioso y que se equilibran, aportando ambos los necesario para ganar por mayoría absoluta o casi.
Es obvio que Isabel Díaz Ayuso es otra política brillante en todos los aspectos, nada malo puede hacer a tu lado. Y sí puede aportar de una forma quizás aún inimaginable, el complemento perfecto para generar la confianza que el electorado necesita para llenar las urnas de votos. Sin duda arrastraría cientos de miles de votos de personas que se han ido a la derecha de tu posición centrada. Tratando de reventar con ello la peligrosa división de la derecha en España, que tanto castiga la Ley D´hondt.
La existencia de dos partidos y medio ocupando el espectro político desde la derecha extrema hasta el centro izquierda que puedes ocupar, y los efectos que la ley electoral tiene en esta división tripartita hace que, quizás, no tengas otra alternativa que desde ya hacer equipo con Isabel Díaz Ayuso.
Sé que las reticencias en tu entorno pueden ser grandes, pero salvables si te lo propones. Desde la racionalidad política, desde el marketing político y desde una perspectiva electoral sensata. Sinceramente, creo que no tienes otra alternativa. No podemos olvidar que aparentemente España es sociológicamente de centro izquierda. Que la ley electoral en algunas nacionalidades históricas beneficia tremendamente a los partidos nacionalistas y que hay alguna posibilidad, aunque aún nadie lo haya dicho, precisamente para corregir los castigos de la división entre los partidos de izquierda y los nacionalistas, que todos ellos se presenten a las próximas elecciones generales formando un frente popular. Si lo hacen y tú no eres capaz de robar votos a tu derecha, tu deseada victoria electoral estará un poco más lejos, o muy lejos. La Ley D´hondt no perdona.
Para terminar te pido perdón por mi atrevimiento en decirte lo que pienso, aunque no sea políticamente correcto en tu entorno, y me cueste el distanciamiento definitivo del que sería un gran presidente de este país y único. Con capacidad de ponerlo en la senda del crecimiento y la prosperidad que conocimos los de mi generación que hoy peinamos canas.
Únete y vencerás si no más grande será la caída.
Lamentablemente para España, soy consciente que no me harás ni “puñetero caso” pero insisto tenía que decirlo.
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