Mirta Miller, la actriz que fue el gran amor de Alfonso de Borbón-Dampierre
El Duque de Cádiz tras ser abandonado por la nieta de Franco mantuvo esta relación en secreto durante años
Alfonso de Borbón y Dampierre no fue precisamente un hombre con suerte. Desde el nacimiento hasta la sepultura. Siempre vivió frustrado por no conseguir lo que él creía que le pertenecía: el derecho a ceñir la corana de España y Francia. En 1935, su padre don Jaime es obligado a abdicar como Príncipe de Asturias por su abuelo el Rey Alfonso XIII. Como si predijera el futuro, este Rey de España le hizo especificar que renunciaba a sus derechos para él “y para mis futuros descendientes”. A partir de ese momento todos los derechos recaían en su hermano Juan iniciador de la rama borbónica que actualmente reina en España.
Alfonso y su hermano Gonzalo, futo del matrimonio de sus padres, Jaime de Borbón y Emanuella de Dampierre, se criaron en diversos internados en Italia y Suiza, pasando temporadas con su abuela la Reina Victoria Eugenia que vivía un plácido exilio en el país helvético. En 1954, Alfonso se trasladaría a estudiar a España. Seis años antes lo hizo su primo Juan Carlos. Ambos entraron en el país con el permiso de Franco. Siete años antes éste dictaba una Ley de Sucesión que indicaba que España era un Reino. Sin Rey, pero Reino. También especificaba que su sucesor lo sería a título de Rey y que este podía ser cualquier príncipe “de sangre azul, católico y mayor de treinta años”. Es decir, quien él decidiera. Y así lo hizo. Por eso, muchos historiadores mantienen que nuestra monarquía fue instaurada y no restaurada.
Durante décadas los dos primos intentaron contentar a Franco. Pilar Eyre documenta su rivalidad en el libro Dos borbones en la corte de Franco (2005). Alfonso consiguió el apoyo de ciertos sectores de la Falange y de empresarios y políticos, como Juan Antonio Samaranch o Landelino Lavilla. Todos le darían de lado cuando en 1975 accedió al trono Juan Carlos I.
Su último cartucho fue su boda con Carmen Martínez-Bordiú en 1972. Muchos pensaron que posiblemente el dictador se decantaría por Alfonso con tal de ver a su nieta mayor convertida en Reina. Carmen Polo y el Marqués de Villaverde se mostraron entusiastas con la idea, pero no fue así. Carmen tenía quince años menos que su esposo y venía de una juventud rebelde, con una escapada con un hombre casado (Fernando de Baviera) incluida. Años después declararía que se casó para poder salir del yugo paterno. A pesar del nacimiento de dos hijos, Francisco en 1972 y Luis Alfonso en 1974, pronto se aburrió de su papel de Alteza Real en la ficticia corte de El Pardo. En el verano de 1975 conoció al anticuario francés Jean Marie-Rossi, con el que cuatro años más tarde se marcharía a vivir a París, dejando a Alfonso con sus dos hijos. Era 1979 y la España de su abuelo comenzaba a estar ya lejana.
Tras la ruptura de su matrimonio, entró en su vida una mujer que el historiador Juan Balansó dijo que merecería haber sido su viuda: la actriz Mirta Miller, una de las musas del destape de la Transición. Se conocieron en 1980 y durante años mantuvieron su relación en secreto. No era la primera vez que el Duque salía con una actriz. En los años 60 vivió romances con las italianas Mariú Tolo y Elena Rossi Drago. También salió con Marujita Díaz. La folclórica haría años más tarde una curiosa confidencia a José Luis de Villalonga: “¿Lo ves tan serio y taciturno? Pues en la cama igual”.
Una reina del destape
Mirta Jovita Bugni Chatard nació en Buenos Aires en 1948. Y allí, en su Argentina natal, nació también su nombre artístico, Mirta Miller, más adecuado para triunfar. Se mudó a España en 1969 para trabajar como modelo y convertirse en una de las guapas oficiales del cine. Rodó sobre todo comedias junto a actores como Alfredo Landa y Paco Martínez-Soria y filmes de terror junto a Paul Naschy.
Tras la muerte de Franco, se convirtió en una de las protagonistas del cine del destape participando en películas como ¡Niñas al salón! o Alcalde por elección. También rodó filmes con cineastas de prestigio como Carlos Saura (Cría Cuervos) o Jaime Chávarri (A un Dios desconocido). Claro que su filme más polémico fue Retrato de familia. Esta película le costó una denuncia por parte de la Asociación de Padres de Familia Cristianos por una escena en la que simulaba tener sexo con un menor de edad.
Cuando conoció a Alfonso de Borbón a finales de 1979 declararía que éste y sus hijos “eran la viva imagen de la soledad”. En un principio su relación, se mantuvo en secreto, pero paulatinamente ella iba espaciando sus trabajos cinematográficos para acompañar al Duque de Cádiz.
Junto a él vivió los últimos grandes dramas de su vida. En febrero de 1984 cuando sufrió un accidente de tráfico en Navarra en el que moriría su hijo mayor Fran. En ese momento Carmen Martínez-Bordiú pidió la custodia de su hijo pequeño. El Duque concedió una entrevista al programa Informe Semanal donde mostró todo su rencor hacia Carmen. Semanas después, la abogada de su ex mujer, Concha Sierra, le dio la réplica en el programa de Mercedes Milá Buenas noches. Finalmente, Luis Alfonso siguió en Madrid son su padre hasta la muerte de su progenitor cinco años después
Misterio sobre la muerte del Duque de Cádiz
El 30 de enero de 1989, Alfonso tuvo una cita prematura con la muerte. en lo alto de una de las pistas de esquí de Beaver Creek, en Colorado (Estados Unidos. Alfonso de Borbón estaba acompañado de Tony Sailer, el esquiador austriaco campeón mundial de este deporte que empezó a descender tranquilamente antes de que lo hiciera su amigo el duque de Cádiz.
Cuando llega al final de la bajada, Sailer se da cuenta de que hay un empleado de la pista, Daniel Conway, del que nunca más se volvería a saber nada, tensando un cable de acero de 1,75 metros de altura y con un grosor de 5 milímetros. El campeón de esquí le grita en alemán, idioma que entendía a la perfección don Alfonso, para advertir del peligro que corría su amigo.
Los esfuerzos del esquiador cayeron en vano. El Duque de Anjou, un título concedido por destino histórico, y Duque de Cádiz, por voluntad de Franco, se topó con dicho cable, el cual le cercena la carótida y el cuello en 180 grados. Mirta Miller afirmaría años después que Alfonso tuvo una pesadilla días antes en la que intuía que moriría guillotinado.
Muchas incógnitas han impregnado el fallecimiento de Alfonso de Borbón, ya que muchos piensan que no se trató de un mero accidente. El principal sospechoso del fallecimiento del Duque fue el supuesto empleado de la estación de esquí llamado Daniel Conway. Nada más morir Alfonso de Borbón este hombre desapareció del mapa y nunca más se supo de él.
Tras el guillotinamiento, a pesar de tener medio cuello cortado, Alfonso de Borbón tenía constantes vitales, por lo que se pidió con rapidez atención sanitaria. Tony Sailer exclamaba exaltado “¡oh Dios mío! ¡Oh Dios mío!” mientras corría un reguero de sangre junto al cuerpo de su amigo. Alfonso se desangraba y la ambulancia no llegaba.
Al final, 45 minutos después apareció, un retrasó que extrañó a todos los presentes, sobre todo, porque al día siguiente de los hechos arrancaba un Mundial de Esquí. Un suceso que oscureció más la muerte de Alfonso de Borbón.
Los que sí llegan con celeridad son los fotógrafos que desde hace décadas han seguido todos y cada uno de sus pasos. La foto puede ser la exclusiva de la década, pero no les servirá de nada. La policía estadounidense les requisó las cámaras y destruyó los negativos. Solo una de esas imágenes verá la luz un mes después en la revista ¡Hola!. Es la más inocua de la dantesca escena: la nieve teñida con la sangre del Duque.
La noticia llega pronto a España y sorprende a todo el país. Junto con el aristócrata ha viajado un equipo de Televisión Española que se encargará de la cobertura del Mundial de Esquí Alpino. Matías Prats conectará con la cadena pública y comunicará urbi et orbi la tragedia. Junto a él está otro ídolo de este deporte, el español Paco Fernández-Ochoa, que no puede evitar un rasgo de brutalidad castiza al ver el estado de su amigo: “Lo han desconejado”.
Tony Sailer se quejó públicamente de toda la instrucción policial seguida. Afirmó que en su declaración ante la policía no se respetó supuestamente las palabras del esquiador. Una investigación que también contradijo su informe inicial, en el que se apuntaba como causa de la muerte de Alfonso de Borbón un homicidio.
Cuando el cadáver llegó a España fue enterrado en las Descalzas Reales. Al responso acudieron los Reyes de España, primos del fallecido que obviaron los largos enfrentamientos dinásticos que habían protagonizado con él. También estaban sus exsuegros, los Marqueses de Villaverde, hija y yerno de Franco, su madre, la hierática Emanuela Dampierre, su hermano Gonzalo y su hijo Luis Alfonso, de 14 años. Su exmujer Carmen Martinez-Bordiú también asistió al entierro a pesar de que nadie quiso saludarla y, menos, arroparla. Las cámaras de televisión registraron como al intentar dar el pésame a su exsuegra ésta le retira la cara, luego se gira hacia su padre que también la desprecia. Son unos segundos de desconcierto para la nieta de Franco, una situación complicada de la que la Duquesa de Alba la sacó llevándosela con un abrazo.
Los organizadores del campeonato mundial de esquí, que arrancaba al día siguiente de la muerte del duque de Cádiz en Beaver Creek, admitieron el descuido y pagaron una cifra secreta y millonaria a los herederos de Alfonso de Borbón. La madre del Duque, Emanuela de Dampierre, reconoció en sus memorias: “Se especuló mucho sobre el asunto y, en mi opinión, fueron muy peregrinas algunas de las ideas que se lanzaron (…) Con sinceridad, creo que se trató de un trágico accidente”.
El destino puso punto final a la vida de Alfonso de Borbón y Dampierre de manera prematura y sospechosa. Considerado por muchos como un aristócrata maldecido y como el último rey guillotinado de la historia.
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