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Luis Ortiz y Gunilla Von Bismarck regresan al 'gilismo' marbellí.

Esta expareja asistió a la fiesta del 70 aniversario del Marbella Club, recordando tiempos pasados en la Costa del Sol.

Durante muchos años fueron los reyes del municipio malagueño de Marbella, cuando este se convirtió en el epicentro del lujo, los excesos y el poder. La 'belle Epoque' de un pueblo de la Costa del Sol al que un grupo de personajes pusieron en el mapa internacional. 

Precisamente la condesa Gunilla Von Bismarck y su hoy exmarido, LuisOrtiz,  fueron uno de los matrimonios fijos de los 'saraos' de la conocida como 'jet set marbellí'. Uno de sus escenarios era el Marbella Club, el hotel que un día puso en marcha el príncipe Alfonso de Hohenlohe y que este pasado sábado acogió la fiesta por el 70º aniversario de su apertura. En el evento Rudolf Graf von Schönburg, más conocido como el conde Rudi, cofundador y director del hotel, ejerció de anfitrión.

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Luis Ortiz y Gunilla Von Bismarck regresan al 'gilismo' marbellí. | El Cierre Digital

La condesa alemana estuvo muy pendiente de su exmarido, que acudió en silla de ruedas por sus problemas de movilidad. "Aunque ahora estoy estupendamente, he pasado un mal trago de salud por una enfermedad que, afortunadamente, he superado, un cáncer de próstata. Pero sigo con un tratamiento. Soy un hombre optimista, con mucha fortaleza, que ha hecho mucho deporte…", reveló el empresario. 

También declaró que "Gunilla me ha salvado la vida. Si no es por ella, yo hubiera seguido con una vida de desenfreno". Una vida de desenfreno que era la que hace años reinaba en la Marbella donde Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz, que pertenecía al grupo de los conocidos como Los Chorys, se movían como pez en el agua.  

Gunilla Von Bismark, la reina de Marbella

En Marbella reinaba por derecho propio Gunilla Von Bismark. Esta rubia alemana descubrió la Costa del Sol a finales de los 60. Marbella era un refugio para la jet set y Gunilla decidió instalarse allí. Ya en 1970 decoró con su sonrisa king size la inauguración de Puerto Banús junto a Roman Polanski y Rainiero de Mónaco con  Grace Kelly.

De lo exclusivo de los 70 a lo irreverente y recargado de los 90, la bisnieta del Canciller de Hierro siempre estaba ahí. En verano era imposible abrir las revistas del corazón y no tropezarse con la imagen de Gunilla. Siempre extravagante y dando la sensación de que se pasaba la vida vestida como para un carnaval, de fiesta en fiesta, sonriendo como si nos recordara que tenía el mejor hígado de la zona euro dada la resistencia a décadas de juergas y, suponemos, sus consecuentes resacas.

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Luis Ortiz y Gunilla Von Bismarck regresan al 'gilismo' marbellí. | El Cierre Digital

Llegó a tener un local con su nombre, el Gunilla’s, pero lo suyo no era administrar la noche sino beberla y disfrutarla. Educada en Estocolmo y amiga desde la adolescencia del hoy monarca de Suecia, Carlos Gustavo, acabó encontrando el amor en las playas de Marbella en  Luis Ortiz, hijo del que fuera censor oficial de Radio Televisión Española.

Tras casarse en un frío palacio alemán en 1978, la pareja fue la más estable dentro de la inestabilidad que reinaba en la jet marbellí. Vendieron un falso divorcio que se hizo verdadero en 1989 y aún hoy nadie sabe si siguen juntos o no. El caso es que siempre, antes y después de la separación, siguieron entrando juntos a todos los locales de moda.

En los ochenta Gunilla defendió con uñas y dientes a sus comadres de la jet set, en plan delegada sindical de las ‘pititas’, tras una carta del obispo de Málaga, Xirinac,  criticando la forma de vida de la ciudad. Con la llegada de Jesús Gil se subió al carro y hasta se llegó a rumorear que el Ayuntamiento le pagaba por hacer de relaciones públicas. Tanto quería a Gil que participó en una manifa, como si fuera una Irene Montero de los pijos, pidiendo la excarcelación del orondo alcalde.

Cuando la Marbella de Gil acababa, también la imagen de Gunilla se depauperaba. Cada vez interesaba menos a las revistas y declaraba que odiaba las multitudes, sobre todo si eran de acreedores, ya que desde hacía años estaba con problemas económicos y no veía soluciones al caso, sobre todo porque su familia había desterrado el trabajo de sus quehaceres diarios desde hacía tres generaciones.

Una pareja sonriente posando en la alfombra roja de un evento formal.
Luis Ortiz y Gunilla en una de sus últimas apariciones. | El Cierre Digital

Hoy el matrimonio sigue disfrutando de Marbella pero lejos del foco mediático. De hecho, la condesa evita a la prensa como si fuera Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses y tiene un hijo, inversor en su día de Tuenti, que se encarga de todo. Su Marbella ya no existe y ella ha quedado como un lujo exótico que los españoles nos permitíamos cuando creíamos que teníamos dinero. La alemana ya lo advirtió: “La gente dice que no hacemos nada. Claro que sí. No paramos de divertirnos. El Gobierno nos tendría que subvencionar por eso”.

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