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Un hombre con barba hablando en un micrófono.
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Diecisiete años sin Eloy de la Iglesia: Comunismo, sexo y cine 'kinki'

Uno de los grandes amores del cineasta vasco fue su actor fetiche Jose Luis Manzano, al que encontró con una sobredosis

La década de los ochenta en España fue el marco idóneo para la llegada del descontrol, el exceso y la libertad sin ningún tipo de límite. Tras cuarenta años de imperio del franquismo, los jóvenes salieron a las calles de las principales ciudades españoles a saborear de primera mano la libertad que les brindaba cualquier rama artística del fenómeno conocido como la 'Movida Madrileña'.

Lejos del cosmopolitismo de los barrios enmarcados dentro del centro de la capital española, la realidad era muy distinta e incluso insostenible. La población que residía en los suburbios de urbes como Madrid o Barcelona se vieron obligados a convivir con la marginalidad, la delincuencia y el trapicheo de drogas que se llevaron por delante a lo que ha pasado a la historia como 'generación perdida'.

Y de hecho, aquella realidad fue muy atractiva para muchos directores de cine, que llevaron la historia de muchos de aquellos jóvenes a la gran pantalla. Aquellas cintas reflejaban la cara oscura de la década y se agruparon en lo que hoy conocemos como 'género kinki'. 

Uno de aquellos cineastas fue Eloy de la Iglesia (1944), quien dirigió algunas de las películas más significativas del género como 'Navajeros', 'La estanquera de Vallecas' o la serie cinematográfica de 'El Pico'. El director guipuzcoano, considerado uno de los 'padres del cine kinki', falleció el 23 de marzo de 2006 tras someterse a una operación quirúrgica. 

Comunismo, sexo, drogas y homosexualidad

En plena década de los sesenta España comenzaba un tímido período de apertura. Por aquel entonces, el director Eloy de la Iglesia había dejado Zarauz, su tierra natal, para fijar residencia en Madrid. Se decidió a abandonar la licenciatura en Filosofía y Letras, de la que estaba cursando el tercer año y dedicarse de lleno al mundo del cine. Aquella determinación cambió su vida.

El cineasta vasco, declarado abiertamente homosexual, ingresó en el Partido Comunista y comenzó a interesarse por las injusticias sociales, que no dudó en reflejar en las cintas. En la mayoría de las ocasiones desde una crudeza extrema, lo que le causó numerosos problemas con la censura impuesta por la dictadura.

Un hombre de pie junto a una barandilla en una playa con edificios históricos y colinas al fondo.
Eloy De la Iglesia. | Archivo

Durante aquella época debutó en la gran pantalla con ‘Algo amargo en la boca’, protagonizada por el actor Juan Diego, con quien entabló una gran amistad que perduró hasta el final de sus días. En palabras del director “la película estuvo a punto de convertirse en mi tumba profesional. La censura se lo tomó casi como un problema de amor propio”.

En 1970, el cantante Julio Iglesias defendió ‘Gwendolyne’ en el Festival de Eurovisión y Eloy de la Iglesia encrudeció el argumento de sus películas. Fue aquel año cuando estrenó ‘Cuadrilátero’, su primer melodrama protagonizado por el boxeador cubano José Legrá. Una película en la que el cineasta afirmó que bajo ningún concepto “iba a asumir cualquier tipo de error”.

A lo largo de la década, la carrera cinematográfica del director se consolida y alcanza el éxito comercial con películas como ‘El techo de cristal’, donde trabaja con la folclórica Carmen Sevilla, quien confesó que aquel proyecto “era la película más hermosa que había hecho nunca”. Con la artista también coincidió en ‘Nadie oyó gritar’. Además de la cantante sevillana, trabajó con actores de la talla de Emma Cohen o Eusebio Poncela, quien afirmó que “Eloy era muy especial, y te dabas cuenta de que su mundo, su discurso y su antidiscurso eran muy especiales”.

Además del género dramático, a mediados de los setenta el director vasco se atrevió con el thriller y lanzó títulos como ‘La semana del asesino’, ‘Una gota de sangre para morir amando’ o ‘Juego de amor prohibido’. El 20 de noviembre de 1975 falleció Francisco Franco y aunque todavía existían sectores que apostaban por la continuidad de la restricción cultural, el cine fue una de las ramas artísticas que comenzó a tratar temas antes prohibidos como la sexualidad.

En el caso de Eloy de la Iglesia, la temática sexual estará muy presente en el argumento de sus cintas. La primera muestra es ‘La otra alcoba’, con Patxi Andión y Amparo Muñoz,  así como ‘La criatura’, con Ana Belén en la piel de una mujer que practica relaciones zoofílicas. ‘Los placeres ocultos’ o ‘El sacerdote’ irán un paso más allá, pues además de abordar la sexualidad de manera libre exponen la represión de la homosexualidad o la tendencia de la bisexualidad.

Una pareja en una cocina con un perro negro grande sobre la mesa.
imagen de 'La Criatura'. | Archivo

‘El Diputado’ fue una de las películas más polémicas de la trayectoria cinematográfica de De la Iglesia. Protagonizada por José Sacristán, María Luisa San José y José Luis Alonso, el cineasta vasco declaró que “logró que Santiago Carrillo y todo el Comité Ejecutivo, ya muerto Franco, claro, fueran al estreno donde la política y la homosexualidad jugaban a partes iguales”.

La década de los ochenta supuso el éxito cinematográfico de Eloy de la Iglesia, fue cuando estrenó algunas de sus películas más recordadas. En ellas quiso reflejar la marginalidad, la delincuencia juvenil, el consumo de drogas o el uso del cuerpo como forma de supervivencia. La cinta ‘Miedo a salir de noche’ ha pasado a la historia como la primera del que luego se llamó cine kinki.

‘La mujer del ministro’, ‘Colegas’, la cinta donde debutaron Antonio y Rosario Flores en la gran pantalla, o ‘La estanquera de Vallecas’ fueron sus joyas cinematográficas. Los actores Jose Luis Manzano o Enrique San Francisco eran habituales en su filmografía. El director vasco fue el único que decidió llevar al cine la vida de ‘El Jaro’, uno de los delincuentes juveniles más peligrosos de la década.

Un grupo de jóvenes con chaquetas de cuero y miradas serias, uno de ellos sostiene un objeto en sus manos.
Imagen de 'Navajeros'. | Archivo

A mediados de la década de los ochenta la carrera del cineasta sufre un declive. Consumía heroína y se había ganado la fama de director problemático en el mundillo. Además sufría una crisis artística y episodios de depresión por lo que decidió ingresar en un centro de desintoxicación. No fue hasta años después cuando decidió regresar a la industria y recibió varios homenajes por parte de las personalidades del cine.

Sus últimos trabajos fueron para televisión en la década de los dosmil. Tras su muerte, la revista La Crítica publicó una entrevista póstuma al director en la que confesó que “un profesional del cine nunca para de trabajar. Puede no tener un salario, ni un contrato, pero la herramienta vive dentro de uno mismo “.

Su relación con Jose Luis Manzano

Para los que les llegaron a conocer, ambos compartieron una historia de amor en la que reinaba la autodestrucción y la toxicidad. El actor Jose Luis Manzano apareció por casualidad en la vida del director Eloy de la Iglesia. El cineasta buscaba chicos jóvenes con los que mantener relaciones sexuales y de vez en cuando, aquel joven usaba su cuerpo a cambio de dinero como modo de supervivencia. Fue en los billares Victoria del centro de Madrid, donde chicos jóvenes se ofrecían a hombres homosexuales.

Un grupo de personas posando para una foto en un ambiente interior, algunos de ellos están vestidos con trajes formales y uno de ellos sostiene un cigarrillo.
Jose Luis Manzano junto a Eloy De la Iglesia. | Archivo

Manzano procedía de una familia desestructurada de la UVA (una zona marginal del barrio de Hortaleza de Madrid) y aquel joven de rizos despertó cierta ternura en el cineasta vasco. Tenía quince años y no tenía estudios. Tras una encuentro sexual en la casa del director, este le propuso aparecer en una de sus cintas. Manzano se había convertido en el protagonista de ‘Navajeros’. A partir de aquel momento el joven vallecano pasó de ejercer como chapero a estrella del cine callejero y actor fetiche del director vasco. Protagonizó ‘Navajeros’, ‘Colegas’, ’El pico’ ,’ El pico 2’ y ‘La estanquera de Vallecas’.

La relación entre ambos tornó en una historia de amor que Manzano alternaba con novias y De la Iglesia con otros hombres. El director logró que Manzano siempre volviera junto a él y solo trabajara con él salvo un impass debido al Servicio militar obligatorio y su adicción a las drogas, lo que obligaba a parar los rodajes.

Tres hombres sentados en la arena de una playa, dos de ellos sin camisa y uno con gafas de sol, con una colina arbolada y el mar de fondo.
Jose Luis Manzano junto a Eloy De la Iglesia. | Archivo

Además del sexo y el trabajo, la heroína era otro de los vínculos que compartían. De la Iglesia decide echar al actor de su vida, que se ve obligado a pedir ayuda a un cura de Getafe que rehabilitaba a jóvenes marginales. Sin embargo, no consiguió desengancharse y se vio obligado a cometer atracos para poder comprar droga.

Finalmente, el actor vallecano volvió a los brazos del cineasta, que le volvió a acoger aunque tan solo por dos noches. El 22 de febrero de 1992, el director encontró a su amante en el baño sin vida, a causa de una sobredosis. El fallecimiento del intérprete sumió al director en una profunda depresión y algunos testigos de aquella relación afirman que jamás se recuperó de aquel golpe.

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