Cuqui Fierro, dama de la alta sociedad madrileña, cumple 92 años.
Millonaria familia subasta bienes del palacete de Eleta de Fierro en Madrid.
La socialité Cuqui Fierro vuelve a la escena pública. La gran dama de la alta sociedad madrileña cumplió 92 años como una de las supervivientes de la 'jet set' clásica. Pero no solo su aniversario es noticia sino que la saga de los Fierro también ha saltado a la palestra mediática tras conocerse la salida a subasta, en la exclusiva casa británica Sotheby´s, del interior del palacete de la saga.
"Sotheby’s presenta con orgullo la colección personal de Yolanda Eleta de Fierro, procedente de su residencia de Madrid. Un escenario de belleza creado por una dama de fabuloso encanto y elegancia. Esta casa era un cálido hogar familiar y el escenario de muchas reuniones sociales glamourosas", reza la página web de dicha casa.
La puja, que comenzó este pasado martes en París, finalizará el próximo 22 de mayo y albergará los bienes del interior del palacete localizado en el número 128 de la madrileña calle Serrano. Muebles, joyas y obras de arte que fueron propiedad de Yolanda Eleta de Fierro, nuera del empresario leonés Ildefonso González-Fierro Ordóñez, padre de Cuqui. Yolanda contrajo matrimonio con el empresario Ignacio González-Fierro, hermano de la socialité, a quien conoció en Panamá.
Junto a sus siete hijos, fijaron su residencia en la capital española. Lo hicieron en el número 128 de la calle Serrano. Fue en la céntrica calle madrileña donde, en la década de los sesenta, construyeron una mansión de 4.000 metros cuadrados que albergaba mobiliario de lujo, tapices de la Real Fábrica, joyas con piedras de la talla de diamantes o esmeraldas firmadas por casas como Cartier o Bulgari, piezas procedentes de enclaves como el Real Palacio de la Granja o un comedor de plata del orfebre británico Paul Storr. No obstante, lo que más destaca de este palacete es la piscina interior que preside el salón. Una obra que realizó Antonio Tàpies en 1962.
Es ahora cuando los herederos del que fuera uno de los matrimonios más selectos de la alta sociedad madrileña han decidido deshacerse de algunas de las piezas de este palacete, como ya hizo Cuqui Fierro en 2017 con algunas de las piezas de su mansión, ubicada en la madrileña plaza del Marqués de Salamanca.
Hubo una época en la que las noticias del corazón no la ocupaban estrellas del universo catódico y las influencers. A ese tiempo pertenece la socialité Cuqui Fierro. Procedente de una de las familias más adineradas del país, fue junto a Pitita Ridruejo la gran representante de la alta burguesía nacional. Aunque las damas de la nobleza tuviesen la tentación de mirarlas por encima del hombro, ellas tenían algo que muchos nombres linajudos no poseían: cuentas saneadas. Pero ¿cuál es la historia de la gran dama de la alta sociedad madrileña?
Cuqui Fierro, superviviente de la jet set clásica
Hija de Ildefonso Fierro, fundador del Banco Ibérico en 1946, se casó en 1957 con José Antonio Torróntegui Anduiza, con el que tuvo cuatro hijos (Lora, Marta, Gracita y José Manuel), pronto destacó en la vida social como una Mae West castiza pasada por el barrio de Salamanca.
Durante años fue una imprescindible de la vida madrileña. Aunque se la veía con nombres de la 'jet', lo suyo ha sido siempre alternar con personas del mundo del espectáculo como Sara Montiel, Lola Flores o Moncho Borrajo. Se convirtió en una de las anfitrionas con mejor agenda de la capital. Por su salón pasaban desde los Franco hasta el rey Emérito. Además, sus cenas sirvieron para que ganaran en relumbrón socialités como Isabel Preysler o, en los últimos años, Carmen Lomana.
Desde finales de los sesenta fue una de las impulsoras del conocido Rastrillo Nuevo Futuro junto a la Infanta Pilar. Esta cita solidaria anual le hizo ganar más popularidad e incluso consiguió que la prensa la premiase con el Garbanzo de Plata en 1978.
Alejamiento de la crónica social
Sin embargo, en los últimos doce años Cuqui vive un tanto alejada de la vida social tras la muerte de su único hijo varón, José Manuel, víctima de un cáncer. Era la última desgracia a la que se enfrentaba tras la muerte de su marido un año antes y la de una de sus hijas en 1996. Un fallecimiento que sorprendió muchísimo por las circunstancias del mismo: mientras se estaba depilando con cera, se le quemó el camisón y el fuego acabó extendiéndose por todo el cuerpo. Las quemaduras fueron de tal grado que tras dos meses en coma finalmente falleció.
En los años siguientes se apoyó especialmente en su amigo, el nadador David Meca, con el que se dejaba ver en sus cada vez más escasas apariciones públicas. En 2017 se mudó de su famoso palacete del barrio de Salamanca y fue puesto a la venta. Se trasladó a un piso que se adecuaba más a sus necesidades. "Con mis achaques de salud, vivir en un palacete de cinco plantas y sin adaptar a los problemas de movilidad que tengo ahora, me resulta invivible", explicó en su momento en una entrevista.
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