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Alberto de Mónaco con traje azul y Charlene en un círculo rojo con signos de interrogación.
CLOSET

Charlene ya no puede ocultar más qué sucede con la salud de Alberto de Mónaco

La princesa de Mónaco, Charlene, incapaz de silenciar los rumores sobre el estado de su marido, Alberto

En Mónaco, donde todo parece siempre perfecto y reluciente, algo empieza a inquietar. El brillo de sus calles, el lujo de sus eventos y la aparente estabilidad institucional no logran ocultar lo evidente. El estado de salud del príncipe Alberto de Mónaco ha pasado de ser un tema menor a una preocupación seria para muchos habitantes del Principado.

Un silencio incómodo en el corazón de la Costa Azul

Las últimas apariciones públicas del soberano no han pasado desapercibidas. Su imagen, marcada por el cansancio, la lentitud al caminar y un aumento notorio de peso, ha generado un aluvión de rumores. Por ahora, nadie en palacio lo confirma, pero nadie lo desmiente tampoco y, en un territorio donde el protocolo y la apariencia lo son todo, eso es significativo.

El príncipe Alberto de Mónaco con traje oscuro y corbata a rayas sonríe mientras está de pie frente a varias banderas rojas y blancas.
Alberto II de Mónaco preocupa por su estado de salud | Europa Press

Quien sí ha proyectado una imagen impecable es Charlene de Mónaco: elegante y siempre en forma, su figura ha crecido en visibilidad y la opinión pública empieza a volverse hacia ella.

Charlene gana terreno mientras crece la inquietud por Alberto

La diferencia entre ambos no podría ser más evidente: la princesa, con su estilo sobrio y su imagen cuidada, parece más en forma que nunca. En cambio, el príncipe Alberto, de 67 años, arrastra los pies en cada acto y parece evitar largas exposiciones. En un Principado donde se cuida cada gesto, cada foto, cada palabra, esto no pasa inadvertido.

Las alarmas no saltaron solo por una imagen: dicen que ha tenido que modificar su agenda por cansancio y que médicos privados han sido llamados con más frecuencia. Que sus escoltas se ven obligados a reducir el ritmo de sus desplazamientos. Todo esto se filtra con cuentagotas, pero alimenta una sensación: algo no va bien.

Uno de los momentos más comentados fue durante la ceremonia olímpica en París 2024. Alberto de Mónaco, uno de los rostros habituales del Comité Olímpico, no logró completar con soltura el breve recorrido con la antorcha. Testigos relataron que necesitó asistencia tras el acto: la escena, grabada por decenas de móviles, se volvió viral en cuestión de horas.

Un grupo de personas vestidas de manera formal camina junto a un edificio de piedra.
El príncipe de Mónaco, en horas bajas | Instagram, @palaisprincierdemonaco

El peso de un nombre y el futuro de la monarquía

En Mónaco, los símbolos tienen peso: desde palacio intentan mantener el hermetismo. Se insiste en que todo está bajo control, pero las palabras pierden fuerza frente a las imágenes. Y el pueblo monegasco, acostumbrado a mirar hacia otro lado ante las polémicas, empieza a hacerse preguntas.

¿Podría ser este el momento en que Charlene dé un paso adelante? Muchos ya se lo plantean. No solo por estética, sino por una posible necesidad institucional. Con una imagen pública fuerte y el cariño creciente de parte de la población, la princesa podría asumir un rol más destacado si la salud de Alberto continúa en declive.

Por ahora, reina el silencio, aunque no es un silencio tranquilo. Es el de quienes observan, analizan y esperan. Porque en Mónaco, donde todo parece controlado, los movimientos más sutiles pueden cambiarlo todo.

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