31º Aniversario muerte Juan de Borbón, el rey que nunca reinó
El 1 de abril de 1993 el conde de Barcelona y abuelo de Felipe VI moría en la Clínica Universitaria de Navarra
El 1 de abril de 1993 Juan de Borbón, conde de Barcelona y uno de los hijos del rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Batenberg, fallecía a los 79 años en la Clínica Universitaria de Navarra de Pamplona tras luchar desde hace tres años contra un cáncer de laringe que le fue diagnosticado en el Memorial Hospital de Nueva York en 1990.
El padre del rey Emérito fue enterrado el 7 de abril de ese año en el Monasterio de El Escorial, con honores de rey de España. Aquel acto dejó imágenes para la historia como las lágrimas de su hijo Juan Carlos I como también las de su mujer, la reina Sofía.
Los reyes Eméritos durante el funeral de Juan de Borbón.
El nombre de Juan de Borbón y Batenberg pasará a la historia de España, pero no por el motivo por el que se habría esperado. El tercer hijo varón de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Batenberg fue el único sano del matrimonio y el que, con el tiempo, acabó convirtiéndose en Príncipe de Asturias y heredero al trono de España…Hasta que llegó la II República, la Guerra Civil y la dictadura de Francisco Franco. Su inesperado futuro como monarca se vio truncado y el que fue hijo de Rey y se convirtió en padre del Rey Juan Carlos I.
Contra todo pronóstico, Don Juan de Borbón nunca llegó a ceñir la corona de su país, España del que estuvo alejado durante cinco décadas. Pero también contra todo pronóstico fue como llegó a convertirse, en un momento dado, en el heredero al trono.
Príncipe de Asturias contra todo pronóstico
Era el tercer hijo varón de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Batenberg y el único sano. El primogénito, Alfonso, estaba aquejado de hemofilia. Sin embargo, la excusa de su padre para hacerle renunciar a sus derechos fue su unión morganática con Edelmira Sampedro. Pocos meses después siguió el mismo truco con su hijo Jaime, sordomudo y con dificultad para expresarse. Este se unió con Emanuella de Dampierre.
Esto convirtió a Juan, de veinte años, en el Príncipe de Asturias. Tuvo que dejar su trayectoria en la marina británica para asumir su responsabilidad. Si bien, era una responsabilidad baldía si tenemos en cuenta que todo esto sucedió en 1933 y la república se había proclamado en 1931.
La Familia Real española estaba en el exilio y no tenía previsión de volver al país. A partir de entonces la vida de Juan de Borbón fue una sucesión de actos puramente estéticos. En él revertían los derechos dinásticos pero la situación política española le impidió tener un papel realmente importante en la vida política nacional.
Los condes de Barcelona junto a sus hijos.
Casado en 1935 con su prima María de Borbón y Orleans, tuvo con ella cuatro hijos: Pilar, Juan Carlos, Margarita y Alfonso, que falleció víctima de un disparo accidental el 29 de marzo de 1956 en 'Villa Giralda'. Un nuevo giro de su biografía haría que el padre adelantara al hijo en la carrera al trono con la ayuda inestimable del dictador Francisco Franco.
En lo político se movió siempre entre dos aguas. Tras el Golpe de Estado de 18 de julio de 1936 se mostró favorable al mal llamado Bando Nacional e incluso pensó en alistarse en sus filas. Cuando la guerra acabó y la Familia Real comprobó que Franco no pretendía reinstaurar la monarquía, decidió dar un nuevo giro. Pensó que el fin de la II Guerra Mundial traería como consecuencia la caída del dictador español como había pasado con los otros líderes fascistas, Hitler y Mussolini. Por ello, firmó el Manifiesto de Lausana en 1945 reclamando ser "Rey de todos los españoles", incluidos los miembros de la oposición al régimen franquista.
Conspirando contra Franco
Era un aviso de navegantes para buscar ayuda entre las potencias extranjeras. Inglaterra y Estados Unidos se mostraron interesados en eliminar a un dictador vinculado al nazismo y sustituirlo por un monarca cercano a las posturas liberales.
En el libro Don Juan contra Franco, de Juan Fernández Miranda y Jesús García Calero, se retrató, por primera vez con documentos oficiales, uno de los momentos de mayor tensión existente entre estos dos hombres que marcaron, a su modo, el siglo XX español. Fue en 1948, cuando se abortó una conjura de tinte monárquico que pretendía echar al dictador del poder y traerse del exilio a Don Juan.
Franco y Don Juan a bordo del Azor.
Había pasado casi una década del fin de la Guerra Civil y Franco ya daba evidencias de que pretendía enquistarse en el poder y no moverse de allí. Durante los primeros años de la dictadura, marcada por la fuerte represión política, parte del magma de ideologías que se unieron al llamado Alzamiento Nacional comenzaba a desmembrarse. Los Falangistas puros, con Manuel Hedilla, empezaron a considerar a Franco un traidor a los ideales de José Antonio Primo de Rivera.
También los monárquicos empezaban a sospechar que nunca se traería al Rey del exilio. Los partidarios de los Borbones habían participado en bando nacional durante la Guerra Civil con la promesa de que el General Franco retornaría a Alfonso XIII de su exilio romano. Nunca sucedió y el Rey murió en la capital italiana sabiendo que Franco lo había traicionado. Cuando en 1940 se acuña la moneda con la leyenda “Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios y de España”, Alfonso XIII asumió que el dictador no se iba a mover de la silla. “¿Por la gracia de Dios? Será por la guasa. El gallego me la ha jugado”, exclamó el monarca.
Con el heredero las cosas fueron mucho más complicadas. Don Juan y Franco no tuvieron buena sintonía desde el principio. Don Juan empezó a buscar formas de acceder al trono sin contar con el dictador. En 1945, con la caída de las potencias fascistas en el fin de la II Guerra Mundial, hizo creer a los enemigos del régimen que, por efecto dominó, el siguiente sería Francisco Franco.
El conde de Barcelona buscó apoyos en el interior del país. Los monárquicos comenzaron a organizarse de forma efectiva. Algunos incluso, como el duque de Alba, ocupaban cargos dentro de la propia dictadura. También hubo generales en la conspiración.
'Líos de faldas'
Las infidelidades siempre estuvieron presentes, pero, según Pilar Eyre en María, la Brava (2010), sólo por una mujer estuvo a punto de perder la cabeza de verdad: Greta, una mujer de nacionalidad griega de la que no se conocen más datos.
Cuando media Europa sufría los horrores de la II Guerra Mundial, Zsa Zsa Gabor, su madre y sus hermanas Eva y Magda (que también coleccionarían maridos) esperaban cruzar el charco en Lisboa. José Luis de Vilallonga en el primer tomo de sus memorias, La tiera y cruda verdad (2000), explica como él vivió una historia de amor con Magda en la capital portuguesa. Sin embargo, mamá Gabor no veía bien esa relación. Según Vilallonga la madre y las hijas se dedicaban a la prostitución de lujo.
Don Juan y Zsa Zsa Gabor.
De ahí el cabreo de la madre. Según el biógrafo del Emérito, Zsa Zsa inició un affaire con el Conde de Barcelona pensando que el rey español en el exilio alguna joya le daría. Vilallonga aseguró que el abuelo del actual rey fue el único hombre en dejar algo a deber a la célebre gold digger, que, al descubrir que no le iba a sacar nada al Borbón, decidió abandonar el romance.
Nati Mistral.
A Don Juan de Borbón tampoco le faltaron rumores en su entorno. Uno de ellos le vinculaba con la fallecida artista española Nati Mistral. Nati, finalmente, se casó en 1959 con el empresario catalán Joaquín Vila del que enviudó en 1995. Vial era muy monárquico y con él viajó en ocasiones a Estoril a visitar al Conde de Barcelona. La actriz nunca reconoció el romance que algunos rumores la adjudicaron con el eterno pretendiente al trono, pero les ponía humor a sus desmentidos. "Me encantaba, que más hubiera querido yo que haber tenido algo con él. Tenía una planta estupenda, era magnifico y encantador. Pero nada de nada…”, le comentó al periodista Carlos Pérez Gimeno para Libertad Digital poco antes de fallecer.
Mejor Reino que dictadura
En 1947, Franco convirtió España oficialmente en un Reino. Vender el país como una especie de monarquía rara avis era mejor para el contexto internacional que la de una dictadura. Dejó de ser obligatorio el saludo fascista en los actos oficiales y la Falange empezó a perder paulatinamente el poder que tenía.
Dictó Franco también una Ley de Sucesión en la que especificaba que él elegiría al sucesor. Este podría ser cualquier príncipe español de más de treinta años y católico.Rompía así la línea natural de sucesión. Don Juan se mostró contrario a esta ley. La consideró un ninguneo por parte de Franco. Sin embargo, fue en virtud a esa ley por la que su hijo accedió al trono en 1975.
Don Juan, en 1948, dio por perdida su esperanza de poder quitar a Franco del poder. El dictador nunca se lo perdonó y al conde de Barcelona no le quedó otra que luchar con las cartas que el dictador le dejaba. Ese mismo año se reunieron en el Azor, el barco de Franco, y llegaron al acuerdo de que Juanito, el hijo del conde, estudiara en Madrid. En ese momento comenzó a escribirse otro renglón de una historia llena de ambigüedades en la que Don Juan se negó a interpretar el papel de perdedor.
Don Juan renuncia a sus derechos dinásticos.
En mayo de 1977 renunció a sus derechos dinásticos para facilitar el reinado de su hijo donde no tuvo un papel definido. Se convirtió una figura de otro tiempo, sin un papel importante en la corte de su hijo.
En 1982, Don Juan de Borbón concedía la única entrevista de su vida. Lo hizo para Canal Sur y fue entrevistado por la periodista Pilar Trenas. Sin embargo, el resultado no vio la luz hasta el año 1993. El conde de Barcelona, en un ambiente distendido y enfundado en ropa veraniega que dejaba entrever algunos de sus tatuajes, habló sobre sus recuerdos de la infancia y juventud. El hijo de Alfonso XIII decidió eludir cualquier asunto de índole política y alabó con satisfacción la labor de su hijo don Juan Carlos.
Justamente el 1 de abril de ese mismo año, 1993, don Juan de Borbón falleció a causa de una larga enfermedad. Fue enterrado con honores de Estado el que nunca fue Rey, pero jugó un papel callado y fundamental para que la institución que representaba volviera.
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