Un curioso anuncio llamaba la atención en el Boletín Oficial del Estado del 11 de agosto. La Dirección del Aeropuerto de Bilbao notificaba la existencia de una aeronave “en evidente estado de abandono” en sus instalaciones.

En concreto, un CESSNA 177 con matrícula EC-FQL que, si no es reclamado por su propietario dentro del plazo establecido por la Ley de Navegación Aérea, será subastado, quedando su importe en beneficio del Estado.

“Se procederá a realizar tres publicaciones en tres meses consecutivos, y transcurrido el plazo de un año desde la fecha de la tercera publicación sin que concurra reclamación del propietario, se estimará la presunción legal de abandono y se procederá a su venta en pública subasta” se advierte en la publicación.

Pese a que comprar un avión para después abandonarlo semeje surrealista por la elevada inversión que ello conlleva, en realidad, es mucho más habitual de lo que pueda parecer.

De hecho, el aeropuerto de Valencia abrió el pasado junio la subasta de 23 aeronaves, con precios que oscilaban entre los 2.000 y los 8.300 euros.

Aeropuerto de Valencia. 

La venta, una de las mayores de Aena, se compone principalmente de pequeños bimotores o monomotores antaño dedicados al entrenamiento de pilotos, trabajos aéreos o vuelos particulares, y con ella se pretende poner fin a un largo proceso legal para poder deshacerse de unos aparatos que, además de ocupar terreno, suponen un perjuicio económico. Y es que, al estar abandonados, no abonan las correspondientes tasas de estacionamiento, que oscilan entre los 200 y los 900 euros diarios, según el tipo de aparato.

Fiebre aérea antes de la crisis

Muchas de las avionetas subastadas son fruto de la fiebre aérea que precedió a la crisis económica y financiera de 2008 y que plagó España de una flota colosal. De hecho, Valencia no es el único aeródromo con aviones abandonados. La misma situación, aunque en menor número, se da en Alicante o Cuatro Vientos.