Hace casi dos décadas, en plena efervescencia de El señor de los anillos, Cate Blanchett visitó por primera vez a Barcelona para clausurar la Pasarela Gaudí y, de paso, amadrinar el desfile de Pepe Arellano. La actriz australiana traía un bonito regalo. Estaba en avanzado estado de gestación de su segundo hijo, Roman Robert, que nacería en abril de ese mismo 2004. Y hoy, nuestro país le obsequia con un premio especial, el primer Goya Internacional para “reconocer a personalidades que contribuyen al cine como arte que une culturas y espectadores de todo el mundo”.

Anoche, Valencia extiende su alfombra para recibir a una de las mejores actrices de su generación multipremiada con 2 Oscar, 3 Globos de Oro, 3 BAFTA y 3 galardones del Sindicato de Actores. El Palau de les Arts se quedó pequeño para una luminaria que durante su presencia ante los medios de comunicación antes de la gala demostró que con unas simples deportivas -eso sí, con traje pantalón en tonalidades rosáceas de Armani- se puede reinventar el glamur.

La actriz australiana estaba exultante. “Recibir hoy un premio en Valencia significa que mi trabajo ha llegado a culturas diferentes”, recalcó durante la rueda de prensa. Y añadió: “Me siento tremendamente halagada porque el cine español ha sido siempre una referencia con nombres como Almodóvar o Amenábar”, recalcó durante la rueda de prensa.

Cate Blanchet, Penélope Cruz y Pedro Almodóvar en los Goya 2022. 

Ha trabajado con Guillermo del Toro y en breve lo hará con una serie con Alfonso Cuarón, dos de los realizadores latinos más prestigiosos de esa tierra prometida llamada Hollywood y, tras veinte años de amistad, se pondrá ante la cámara del demiurgo Almodóvar con la adaptación de Manual para mujeres de la limpieza de Lucía Berlín. La australiana ha comprado los derechos de la obra y ejercerá también de productora. Será la primera película en inglés de Pedro, pero no su primer trabajo ya que hace dos años rodó el cortometraje La voz humana con la camaleónica Tilda Swinton, otro animal cinematográfico en vías de extinción.

Su relación con Armani

Desde el 2013, Blanchett es la embajadora de la belleza de Armani en el mundo. Elegancia elevada al infinito. Su forma de sonreír, de mover sus manos y de mirar cautivan desde la última fila. Durante dieciocho agónicos meses en las salas cinematográficas la gente ha estado consumiendo cine y series en diferentes plataformas, por lo que Blanchett ha asegurado que “el cine ya estaba en crisis antes de la pandemia (…) Si hablamos de creatividad se habla de grandes ideas, da igual el tamaño de la pantalla si la idea es grande”.

A raíz del empoderamiento de las plataformas de streaming donde Netflix estrenó recientemente uno de sus productos, Don’t look up, admite que “durante el tiempo de la pandemia hemos consumido obras a través de las plataformas y eso tiene unas consecuencias. El monopolio es siempre peligroso, pero estas también han dado oportunidades financieras a distintos sectores”.

Lo dice una estrella que ha trabajado con Spielberg, Scorsese, Jarmusch, Allen, Jackson… Con Elizabeth (1998) alcanzó su primer reconocimiento internacional y, a partir de ahí, en estos último cuarto de siglo ha proyectado desde la gran pantalla una versatilidad de papeles que la hacen única: El aviador (2004), Babel (2007), Robin Hood (2010), Blue Jasmine (2013), I’m not there (2010), La Cenicienta (2015) o Carol (2015).

En esa mescolanza de belleza, arte y plasticidad visual, Cate Blanchett es la antidiva disfrazada de estrella porque a diferencia de muchos de sus colegas que han sido fagocitados por la industria, ella se escuda en su pequeña gran familia. A finales de este año celebrará sus bodas de plata con el dramaturgo y guionista australiano Andrew Upton, con quien tiene tres hijos, Dashiell John, Roman Robert, Ignatius Martin y Edith Vivian Patricia. Todos residen en Highwell House, una mansión de estilo victoriano con 5,2 hectáreas de terreno en East Sussex (Inglaterra) por la que pagaron 4 millones de euros. La propiedad se encuentra cerca de la aldea de Crowborough, en la que también vive Kate Winslet y fue el hogar del creador de Sherlock Holmes, sir Arthur Conan Doyle.