En los últimos meses las prisiones españolas han vivido un importante incremento de agresiones, tanto a funcionarios como entre internos, debido a “la mala clasificación de los internos y una pérdida de respeto hacía la autoridad de los funcionarios”. Los trabajadores penitenciarios llevan tiempo reclamando que se les denomine agentes de la autoridad, pero eso no ocurre y la situación es cada vez peor. 

El sindicato Acaip-Ugt ha elaborado un informe sobre la evolución penitenciaria en España desde enero de 2019 hasta marzo de 2024. No obstante, no se han tenido en cuenta los datos de Cataluña y el País Vasco. El periodo acotado en este informe se debe al momento en el que Ángel Luis Ortiz se hizo cargo de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias de la mano del ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska.

Funcionarios de prisiones.

Elcierredigital.com ha contactado con Joaquín Leyva, portavoz de Acaip, que señala, “si no se tiene en cuenta el perfil individualizado del interno lo que tenemos son elementos distorsionadores dentro de los módulos. Esto provoca que haya un aumento de la conflictividad como mostramos en el informe. Nos estamos encontrando con internos que no están siendo bien clasificados y que generan que la reinserción del resto sea más complicada. Esto genera que los trabajadores no puedan trabajar de manera adecuada con los internos”.

“Los datos del informe no casan bien y eso quiere decir que hay algo que se está haciendo mal. Está claro que no se está aplicando de manera adecuada el régimen disciplinario por parte de la política penitenciaria. La solución es muy sencilla y pasa por que se aplique el reglamento penitenciario y los medios coercitivos, y se atienda a la clasificación interior acorde a la personalidad y perfil de cada interno. De esta manera podríamos trabajar de mejor forma con cada interno”, concluye Joaquín Leyva.

Menos internos y más agresiones


En primer lugar se indica que la población reclusa ha descendido de 49.474 y 47.791 internos, mientras que los presos en primer grado han reducido en un 49 por ciento en tan solo cuatro años, mientras que el número de internos en tercer grado ha aumentado en un 16.78 por ciento.

No obstante, este descenso de población ha venido acompañado de un aumento de la conflictividad en los centros penitenciarios. Respecto a la conflictividad las agresiones a trabajadores son las que más preocupa su aumento, ya que han pasado de 223 agresiones en 2019 a 508 agresiones en 2023, lo que supone un incremento del 127 por ciento. Además, el ratio de agresiones por cada mil internos ha pasado de 4,057 en 2019 a 10,63 en 2024. 

Por otro lado, también han incrementado las agresiones entre internos en un 7,76 por ciento, ya que en 2019 hubo 4.753 agresiones y en 2023 5.122. Además, el ratio de agresiones por cada mil internos ha pasado de 96,070 en 2019 a 107,174 en 2023.

Centro penitenciario.

Centro penitenciario.

Desde ACAIP señalan que "es curioso como ante el aumento de la conflictividad y las agresiones, se puede constatar con los datos procedentes de la estadística penitenciaria, como disminuye el número de internos en primer grado a la vez que aumenta el de tercer grado”.

Hemos denunciado en numerosas ocasiones la política buenista de la SGIP, pensada más en la estadística que en la realidad. No se está llevando a cabo una clasificación interior que atienda a los parámetros marcados por nuestra legislación. Se aplican procesos generales en lugar de tratar individualizadamente cada perfil. Esto lleva a que tengamos en módulos de régimen de vida ordinario a determinados presos que perturban y violentan la normal convivencia en los mismos lo que deriva en tensiones que llevan a generar conflictos entre los internos y agresiones a los trabajadores que se ven obligados a intervenir en cada uno de ellos”, añaden desde el sindicato. 

Desde Acaip observan que “con los módulos de los centros penitenciarios tensionados, es imposible realizar una atención adecuada, se está perdiendo la oportunidad que nos brinda el descenso de población reclusa para analizar los protocolos y redefinir los mejores programas que se siguen en las prisiones de manera que podamos llegar a reducir y minimizar los grados de reincidencia y que las personas privadas de libertad, una vez recuperada esta, tengan las herramientas necesarias para reintegrarse de manera normalizada a la sociedad. Sin seguridad no hay reinserción”.

“Se está provocando el efecto de que el preso conflictivo y peligroso impide que se pueda actuar sobre el resto de población reclusa. Si el descenso de internos en primer grado y el aumento de los terceros grados hubiera venido acompañado del descenso de conflictividad estaríamos en un escenario bien distinto, pero los datos nos reflejan una realidad incontestable. Hay menos presos y más agresiones tanto a trabajadores como entre internos”, concluyen desde el sindicato.