En España, el Día de la Madre se celebra el primer domingo del mes de mayo desde el año 1965, pero no siempre ha sido así. En un principio, el día de la festividad de todas las progenitoras era el 8 de diciembre, coincidiendo con la celebración de la Inmaculada Concepción. Las madres se caracterizan por el importante papel que juegan en la vida de sus hijos, sin embargo, hay varias que han pasado a la crónica negra tras acabar con la vida de sus hijos. 

Comúnmente, tienen más relevancia los casos en los que los hijos son asesinados por su padre. De hecho, los últimos casos ocurridos en España han sido de manos de un padre. Sin embargo, en 2020 de los 50 filicidios cometidos desde 2007 un total de 26 fueron perpetrados por la madre y 24 por el padre. Cabe recordar que solo en lo que va de año siete menores han sido asesinados por su padre en el ámbito de la violencia vicaria, un tipo de violencia de género que se ejerce contra los hijos para dañar a la madre.

Retornando a los casos en los que una madre acaba con la vida de su hijo cabe retroceder en el pasado hasta 1933, es decir, hace más de 90 años. Ese año murió asesinada por su madre Hildegart Rodríguez Carballeira. Dentro de esta lista aparece el nombre de Rina Martínez en 2013 y Katharina Katit-Stäheli en 2014. Repasamos lo ocurrido en estos casos en los que la progenitora acabó con la vida de sus hijos.

El asesinato de Hildegart Rodríguez Carballeira


Aurora Rodríguez era una gallega nacida en Ferrol, todavía no del Caudillo, en 1879. Siempre creyó que con la instrucción adecuada podría llegar a construir un ser humano perfecto. Tras quedarse embarazada decidió trasladarse a Madrid para dar a luz. Tuvo a su hija el 9 de diciembre de 1914, en la Calle Juanela. Ella creía que los niños no debían ser inscritos, pero lo hizo el 29 de abril de 1915 con el siguiente nombre: Hildegart Leocadia Georgina Hermenegilda María del Pilar Rodríguez Carballeira. Sería conocida por el primer nombre.

Desde su nacimiento comenzó un plan de educación estricto impuesto por su progenitora. Hildegart ya sabía leer a los dos años. Con siete ya hablaba francés, inglés y alemán. Se convirtió en la abogada más joven de España cuando se licenció en Derecho con 18 años, tras lo cual comenzó a estudiar Filosofía y Letras y Medicina. Su trayectoria política comenzó a los 14 años y militó en el Partido Republicano Democrático Federal. Su actividad la hizo muy popular dentro y fuera de España. Llegó a cartearse con el escritor G.H. Welles que la ofreció irse a trabajar con él a la ciudad de Londres.

Hildegart Rodríguez Carballeira.

La relación con su madre se fue volviendo más turbia con el tiempo. Su madre, Aurora, veía como su hija Hildegart rompía en parte el plan que tenía trazado para ella. No aprobaba su viraje hacia el anarquismo. Tampoco le gustaba que su hija tuviera aficiones fuera de lo formativo y lo político. Cuando inició varias relaciones sentimentales su madre la encerró en casa durante días. 

A principios de 1933 había empezado una relación con Abel Viella y soñaba con independizarse. En una carta Hidelgart contaba que una noche se despertó y descubrió a su madre mirándola fijamente sentada en una silla a los pies de la cama. El 9 de junio mientras dormía, Aurora entró en la habitación de su hija y disparó cuatro veces sobre ella. Tres en el estómago y una en la cabeza. Tras el crimen se dirigió a casa del diputado de izquierdas Botella Asensi que le recomendó entregarse y confesar el crimen. El proceso judicial ocupó durante semanas el interés de los medios. Aurora fue condenada a 26 años de reclusión en un psiquiátrico y no se arrepintió nunca del crimen.

Rina Martínez, la madre que acabó con la vida de sus dos hijos

El 7 de abril de 2013 Rina Martínez, de nacionalidad boliviana, se encontraba en su casa del barrio del Carmel en Barcelona, con sus dos hijos de 11 y 9 años. Rina intoxicó a sus hijos con medicamentos y posteriormente los ahogó en la bañera. Recientemente, Rina se había separado de su pareja y vivía con los niños. La asesina había presentado tres denuncias a su exmarido por malos tratos. 

Tras acabar con la vida de los niños trató de suicidarse tomando los mismos barbitúricos que les dio a sus hijos y escribió dos cartas en las que señaló que no podía más y solo quería dormir. Al ser detenida negó los hechos, pero en el juicio celebrado en la Audiencia de Barcelona reconoció los hechos señalando que había sido abandonada por su esposo, estaba en paro, carecía de papeles y no quería que los niños “sufrieran más”.

Finalmente se valoró que tenía un trastorno por el abandono del marido y fue condenada a 20 años de prisión. La sentencia dio por probado que ella padecía una “situación como mínimo de acoso psicológico por parte del marido”, que no le pasaba ninguna pensión por los hijos.

Katharina y la sustracción parental de su hijo Dylan

En la víspera del día de Navidad de 2013, Katharina Katit-Stäheli desapareció junto a su hijo Dylan Katit, que se encontraba bajo tutela médica debido al tratamiento de hidrocefalia que sufría. Las autoridades registraron sus dos domicilios en Zurich y Alemania. Debido a que no había rastro de la mujer se emitió una orden de busca y captura, ya que se trataba de una sustracción parental. Cabe recordar que a la madre se le había retirado la custodia del pequeño de 10 meses.

El 16 de enero de 2014 la mujer fue detenida por la Guardia Civil en un Carrefour de Torrevieja, después de que una ciudadana la viera comprando en un quiosco de la población. Tras la detención, madre e hijo fueron trasladados al hospital de Torrevieja para que el bebé recibiera atención médica. Estando en el hospital, Katharina dijo a las autoridades que iba a cambiarle el pañal a su hijo y, a continuación, extrajo de una bolsa un cuchillo con el que degolló a su hijo de 10 meses en el baño. Posteriormente, intentó quitarse la vida sin éxito.

Katharina Katit-Stäheli y su hijo, Dylan Katit.

En 2017 la madre reconoció los hechos y aceptó ser condenada a 11 años de prisión. A Katharina se le aplicó la eximente incompleta de alteración mental. La madre señaló que no vio otra salida que no fuera matar al bebé porque tenía miedo de que los médicos le quitaran al niño para "experimentar con él".