En la cola, el animal olisquea a una señora de unos setenta años que aguardaba para ver a su hijo preso en el centro de Palma. La sorpresa llegó cuando el animal insistía y señalaba con el hocico la zona de la pelvis de la señora. Los agentes y el personal de la cárcel sospechan que la anciana está tratando de introducir droga a su hijo, algo que supone un delito grave. No sería  la primera vez que una madre es detenida por este motivo.

La señora llevaba la mercancía bien camuflada. 

La mujer es trasladada por los agentes a una estancia aparte y allí es sometida a un cacheo por parte de una funcionaria, que se lleva la sorpresa de su vida al descubrir lo que lleva la señora en su cuerpo. En el interior de sus prendas íntimas, la mujer llevaba una pescadilla frita envuelta en papel film, un guiso típico peruano hecho con patata y huevo, tres paquetes de caramelos de menta y cuatro botellitas monodosis de colonia.

Al ser descubierta, la mujer insistió en que no sabía que no le podía llevar comida a su hijo en prisión, aunque llevaba los paquetes bien camuflados y se había vestido con prendas holgadas para que no se le notaran. Esta madre no cometió ningún delito, por lo que no fue detenida, pero sí infringió las normas de la prisión, por lo que le podrían prohibir las visitas a su hijo durante un tiempo.