Los colegios profesionales de médicos de todo el territorio español han recibido 843 denuncias de agresiones físicas y verbales en el pasado año 2022. Es la mayor cifra registrada desde que la Organización Médica Colegial (OMC) comenzó a medir la estadística desde 2010. Suponiendo de esta manera un crecimiento del 38% con respecto al año anterior.

Esta cifra supone una llamada de atención, ya que muchos médicos se han acostumbrado a convivir con las amenazas y en muchas ocasiones no llegan a denunciarlas. Este aumento coincide con la salida de una pandemia que asoló a todo el mundo. Se cree que estos datos pueden estar influenciados por un cambio en la sociedad producido por la pandemia, donde la gente ha salido con niveles más altos de ansiedad, depresión e incluso agresividad.

Se añade que debido al Covid, muchas de las consultas que no se pudieron realizar en su momento han provocado una demora, y en muchas ocasiones cuando se ha podido producir la consulta los diagnósticos ya alcanzaban niveles catastróficos.

La gran mayoría de estas agresiones son insultos o vejaciones (47%), seguidas por amenazas y coacciones (37%) y por lesiones (16%). El perfil más frecuente de agresiones suelen ser producidas a una médica, ya que en un 61% de los casos son mujeres las agredidas.

La mayoría de ellas son ejercidas sobre todo por los propios pacientes, sin embargo, el 25% de las agresiones son producidas por el acompañante.

El interior de un hospital

Según explica una doctora de reumatología para elcierredigital.com: “yo estaba pasando consulta normal, entró una paciente mayor, de 80 años, que venía acompañada de sus dos hijas. Las hijas entraron por la puerta con actitud de desafió, sin yo haber llegado a decir ni una palabra”, relata la doctora.

“La paciente no se podía mover, iba en silla de ruedas y en ningún momento dijo nada. Pero las hijas llegaron exigiendo que le pusiese un tratamiento que no era necesario en su caso. Al ver que yo no cedía, empezaron a chillarme, una de ellas se levantó y me bloqueó el paso. No podía salir de mi mesa. Se pusieron tremendamente agresivas verbalmente”, refiere la doctora.

En muchos casos, estas agresiones conllevan traumas o miedos para el personal sanitario que lo ha sufrido: “a raíz de este caso estuve un tiempo pasando consulta con la puerta abierta siempre por ese agobio que me provocaron”.

En un 10% estas agresiones han tenido como resultado la baja laboral del médico, y solo en un 42% han sido denunciadas a las autoridades.

Las amenazas son tan frecuentes que los sanitarios han aprendido a convivir con ellas, y en la gran mayoría no llegan ni a denunciarlas. Un enfermero -cuyo nombre prefiera mantener en el anonimato- cuenta como “un paciente no estaba contento con el diagnostico que le di y empezó a amenazarme y a decirme que a la próxima consulta iba a venir con una escopeta. Al final no vino pero es verdad que la semana después de decírmelo iba con tensión al hospital”, nos relata el enfermero.

Dentro de los centros sanitarios se ha llegado a ver de todo por la gran cantidad de gente que pasa a diario por sus instalaciones. En una ocasión “cuando hacía guardias en la urgencia, hubo una noche que trajeron a un chico en la ambulancia que había consumido alcohol y drogas. Venía en una camilla de la ambulancia cuando entró en la sala de urgencias. El chico estaba sujeto en la camilla porque venía agresivo. Sacó un mechero de su bolsillo y prendió fuego a las cortinas que separan a los pacientes”, según nos cuentan a elcierredigital.com fuentes sanitarias. Llegando a poner en peligro al personal sanitario y a los pacientes que allí se encontraban.

En ocasiones estas agresiones suceden fuera de los centros sanitarios. Así como sucedió el pasado 13 de julio en el interior de un vagón del metro de Madrid. Un enfermero reclamó en repetidas ocasiones a un pasajero que se colocara correctamente la mascarilla, cuando estaba en vigor la normativa de su uso obligatorio en el transporte público, dado que la llevaba puesta a la altura de la barbilla, sin llegar a cubrir nariz y boca. Aunque otros pasajeros se unieron a este llamamiento, el acusado se negó "reiteradamente" a ello.

Una vez que el vagón se detuvo en la parada, y antes de salir de su interior, el acusado, "con ánimo de menoscabar la integridad física" del enfermero, le dio un puñetazo en el ojo con el borde del teléfono móvil que llevaba en la mano. Como consecuencia de este golpe el enfermero sufrió la pérdida funcional, completa e irreversible del ojo derecho.

Datos indicativos

Al final, los datos son muy indicativos de cómo está la situación en España, pero conviene tener en consideración que no se trata de una estadística recopilada de forma científica, sino de las denuncias que han reportado por propia voluntad los médicos, por lo que puede haber algunas distorsiones con la situación real.