Hoy 20 de marzo es el Día Internacional de la Felicidad. La capacidad para disfrutar y ser feliz está totalmente unidad a la incapacidad de llevar a término aquello que nos proponemos. En tal sentido, tenemos o queremos hacer algo y lo posponemos una y otra vez, esperando el momento oportuno que nunca llega. No acabar las cosas nos sumerge en una sensación psicológica ansiosa al sentir el tener algo pendiente. Se convierte así en una culpa que nos persigue.

La postergación lleva implícita una imposición infeliz. Siempre existe una previa programación de la actividad que resulta incómoda, nos da miedo. Es decir,  desagradable o neutra que al retrasarla alimenta un círculo vicioso. Postergar puede ser simplemente una pereza, pero en muchos casos se convierte en emociones más complejas que requerirán de ayuda psicológica.

El psicólogo será el experto en analizar la manera que tiene de percibir y reaccionar la persona ante la realidad para decidir si se necesita de un proceso de coaching o de una terapia más profunda, que ayuden a alcanzar la felicidad. Existen técnicas y estrategias que nos pueden ayudar a ser felices si identicamos donde esta nuestra postergación: