Seis largos años es el tiempo que Antonio Martínez, un ciudadano de Murcia, lleva sin ver a Rocío y María, sus dos hijas menores de edad. El 13 de agosto de 2015, llevó a sus hijas y a su pareja al aeropuerto de Valencia, donde ellas cogerían un avión a Rumanía para pasar un mes de vacaciones pero, cuando Antonio preguntó por la hora de vuelta para ir a recogerlas, la madre de las niñas le envió el siguiente mensaje: “No vamos a volver a España, a las niñas las he parido yo y son mías”.

Cuando Antonio se enteró de lo que estaba sucediendo, decidió acudir a la justicia inmediatamente, ya que, tal y como ha afirmado en elcierredigital.com, “yo jamás he usado ningún tipo de violencia, yo voy siempre con la justicia en la mano”. El juzgado de nuestro país le dio la razón a Antonio, ya que consideró que el traslado y la retención de sus hijas en Rumanía por parte de su madre eran completamente ilegales. Por otra parte, se celebró un juicio en la Corte Suprema de Bucarest en el que también se le dio la razón, por lo que todo estaba listo para que viajara a Rumanía a recuperar legalmente a sus hijas.

En el mes de agosto del año 2017, cuando llevaba dos años sin ver a sus hijas, llegó el momento de realizar el viaje en el que se reencontraría con ellas, un viaje que supuso una gran inversión de dinero y que se convirtió en “una auténtica pesadilla”. Cuando Antonio llegó al lugar en el que se había pactado el encuentro junto a su abogada y a un ejecutor judicial rumano, se encontró a la madre y a la abuela de las menores, a las niñas, a varios “matones” y a una gran cantidad de periodistas llamados, según su relato, por la madre de las niñas.

Antonio junto a sus hijas antes de que esta dura situación se produjese.

“No me mataron de milagro”, explica el hombre, “le tuve que decir a mi abogada que nos fuéramos porque parecía que nos iban a matar y nos refugiamos en la embajada española de la ciudad, que nos ayudó a marcharnos al aeropuerto de forma segura”. Pese a que el viaje y la recogida de las niñas por parte de Antonio se realizó cumpliendo una orden judicial, no hubo una presencia policial significativa y tuvo que abandonar Rumanía amenazado y sin sus hijas, a las que no pudo “ni dar un abrazo”.

Ya han pasado más de tres años desde ese duro momento y Antonio ha tenido que viajar a Rumanía en cinco ocasiones más, en las que, pese a que la justicia le dio la razón, no ha logrado recuperar a sus hijas. “Se supone que hace tres años iban a preparar a mis hijas psicológicamente para el reencuentro, pero todavía no se nada”, sentencia Antonio.

En cuanto al apoyo que está recibiendo por parte de las autoridades españolas, el hombre ha destacado que, durante su mandato, Mariano Rajoy le mostró su preocupación por el caso y le dijo que no se preocupase, que “la justicia debe cumplirse”, pero que, desde que el Gobierno de España cambió de manos, se siente completamente ignorado por las autoridades de nuestro país y por la embajada española de Rumanía.

Mensaje del equipo de Mariano Rajoy a Antonio.

Uno de los factores que más preocupa a Antonio es la salud de su hija mayor, Rocío, ya que la niña sufre hipoglucemia y, tal y como explica el hombre, no está recibiendo algunos cuidados y tratamientos que en España sí tenía, como dentistas o una bomba de insulina entre otros.

Pese a esta dramática situación y a los graves problemas psicológicos que esta ha causado en Antonio, el hombre afirma que no dejará de luchar para que se haga justicia, recuperar a sus hijas y poner fin a esta pesadilla.