El pasado 30 de julio un hombre de 43 años de origen rumano, asentado en la localidad de El Portil (Huelva), se encontraba en la terraza de un bar cuando fue atacado. El agresor, un español de un barrio humilde de Huelva, se acercó por su espalda y le propinó varios puñetazos. Los clientes del bar intentaron separarlos, pero el agresor continuó con la pelea fuera del bar, haciendo que la víctima entrara en coma. Tan solo 23 días después, falleció.

Más de un mes después de la agresión, el culpable sigue en libertad. Elcierredigital.com ha podido hablar con dos de sus familiares residentes en España ­—su prima y la hija de esta—, que esperan que “se consiga la mínima justicia y vaya a la cárcel”, aunque les están “poniendo bastantes pegas”, comentan.

Las familiares del fallecido explican a este diario que el agresor pasó “un par de días en el calabozo por la agresión, pero salió en libertad”. Por este motivo, las mujeres intentaron denunciar los hechos, pero se encontraron con dificultades.

“La Guardia Civil y las autoridades de Ayamonte no nos dejaban denunciar. Nos decían que no podíamos hacerlo como familiares, sino como acusación popular, porque no éramos familiares en primer grado”, explican a elcierredigital.com. Sin embargo, finalmente consiguieron su propósito. “El consulado nos preguntó por el caso y nos dejaron poner una denuncia”, continúan sus familiares, que informan que utilizaron para ello “poderes de los padres” de la víctima, residentes en Rumanía.

Sin embargo, sus familiares se quejan a elcierredigital.com de que el agresor siga en libertad a pesar de todo. “Después de haber tenido la primera vista, a este hombre le vuelven a dejar en libertad como si fuera homicidio involuntario, cuando claramente no es involuntario. Le pegó, le lanzó al suelo —él es exboxeador, eso es como si fuera arma blanca— y le mató. No fue involuntario, ni muchísimo menos”, expresan.

El agresor y su relación con la víctima

Tal y como relatan sus familiares, un vídeo publicado por la revista La Mar de Onuba revela lo sucedido aquel 30 de julio. Un hombre con una camiseta negra se acerca con decisión a la víctima, que se encuentra sentada en la terraza de un bar. Sin ningún tipo de pregunta, comienza a asestarle puñetazos. A pesar de que separan a ambos, el hombre de la camiseta negra (el agresor) consigue zafarse para acudir de nuevo a por la víctima.

Según han comentado sus familiares a elcierredigital.com, los hombres no se conocían. Sin embargo, sí que había una relación entre ambos. El agresor es novio de una empleada del hogar de la pareja de la víctima. Al parecer, esta relación sería el detonante para que se iniciara el ataque.

“El día de antes, mi primo y su novia discutieron. La asistenta se metió en la conversación, diciéndoles que no discutieran, y mi primo le dijo que el tema no iba con ella, que no se metiera. La asistenta se debió de ofender y al día siguiente apareció con su novio”, comenta la prima de la víctima a elcierredigital.com.

El agresor, como continúan relatando sus familiares, es un antiguo exboxeador, que, además, “tiene muchísimos antecedentes. Por violencia de género, por no pasar pensión alimenticia a su hijo, por robo a mano armada… Y aun así sigue en libertad”, comentan.

La actuación de la Guardia Civil, “poco profesional”

Después del ataque, la víctima pasó 23 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, en estado muy grave. En todo ese tiempo, el guardia civil encargado del caso preguntaba por el estado de la víctima a la prima de esta a través de WhatsApp.

Hospital Juan Ramón Jiménez, en Huelva.

La familia considera la actuación de la Guardia Civil de la zona como “poco profesional”, ya que tanto los médicos del hospital como sus abogados les alertaron de que no era el procedimiento habitual. “Hay una persona a la que han dejado en coma y todavía no se ha presentado ningún policía o guardia civil para preguntar por su estado de salud, que hubiera sido lo normal”, comentaba uno de los facultativos.

Las familiares de la víctima se sienten desamparadas y creen que “merece conseguir justicia”. “No queremos que crean que no la merece por estar aquí solo. Nosotras estamos aquí, aunque no seamos familiares directos, y queremos que se haga justicia”, concluyen.