Entre los años 1995 y 1996, Joaquín Ferrándiz Ventura, siendo agente de seguros en Castellón, acabó con la vida de las jóvenes Sonia Rubio, Natalia Archelós, Mercedes Vélez, Francisca Salas y Amelia Sandra García. La aparición de los cuerpos de ellas, sembró panizo en la población y puso en jaque a las autoridades de la zona. 

Ferrándiz tenía 32 años cuando mató a sangre fría a cinco jóvenes en Castellón. Según revelaron psicólogos forenses, “el instituto cazador de los asesinos en serie desciende drásticamente a partir de los 40 años”. Entró en la cárcel como forma preventiva en septiembre de 1998, siendo detenido por la Guardia Civil y en el año 2000 la Audiencia Provincial de Castellón, le condenó a 69 años de prisión. 

Fue la primera vez que se utilizó el perfil criminal en España de la mano del criminólogo Vicente Garrido Genovés, que junto con la policía diseñó y vio el perfil de un criminal y asesino que hasta entonces no se conocía, “intentaron ver su modus operandi por si coincidía con alguno de los registrados”. Coincidieron en que era un asesino depredador, vigilaba y controlaba a las víctimas para acerarse a ellas, “él quería sentir poder sobre las víctimas y sus crímenes eran muy violentos”, asegura el criminólogo Vicente Planas. 

El próximo año, cumplirá la condena mínima, pero no podrá acercarse a Castellón, ni podrá disfrutar de ninguno de los municipios donde cometió los crímines en un periodo de por los menos diez años, hasta 2033. Pero, “quién nos da la certeza de que cuando vaya a salir no va a cometer ningún crimen”, plantea ante elcierredigital.com Planas.  

Sus años en la cárcel

Durante los años que lleva en la cárcel de Herrera La Mancha en Ciudad Real, Ferrándiz no ha tramitado ni solicitado ningún permiso, ni siquiera para poder disfrutar del tercer grado. Este beneficio lo podría haber obtenido desde el año 2015, cuando cumplió 16 años y ocho meses en prisión, dos tercios de la condena que le impusieron. 

No se le ha diagnosticado en ningún momento ningún tipo de psicopatía, “no era una persona neurótica, ni se le notaba ningún trastorno en la personalidad, era una persona amable y tranquila, sin antecedentes penales”, explica Planas.

Ha trabajado como ordenanza en prisión y por su buen comportamiento, se le han otorgado beneficios penitenciarios y labores relacionadas con la cocina, la limpieza, la lavandería o el reparto de correo. En la cárcel de Herrera la Mancha, Ferrándiz, ha coincidido con otros asesinos como José Bretón, Miguel Carcaño, Tony King y Santiago del Valle. 

El subteniente Tomás González, quién en ese momento era el jefe del Equipo de Delitos contra las Personas y Homicidios, reveló en una entrevista: “Ferrándiz era un cazador. De noche dejaba a la que era su novia en casa y se iba a una discoteca. Pedía siempre lo mismo, vodka con naranja, y buscaba a su próxima víctima. Salía de caza”. La joven Sonia Rubio fue su primera víctima. Recién llegada de Londres se fue de marcha con sus amigas, “no tenía sentido que Sonia desapareciera y eso es lo que nos hizo ver que esa ausencia no era normal y ahí empezó todo”. Resulta que Ferrándiz se había fijado en ella semanas antes del secuestro y acudía al bar de debajo de su casa, donde ella compraba tabaco y se conocían, por eso, “ella se fió de él cuando le ofreció llevarla en su coche. Se creía que lo conocía, pero nada más lejos de la realidad”, aseguró uno de los investigadores en su momento. 

Era un hombre amable, educado, atento con su vecinos y transmitía confianza de puertas para afuera. Vicente Planas confirma, que la gente que le conocía “no creía que fuera él, es el típico señor que todo el mundo se preguntaba cómo había podido hacer eso”.