Hay historias cuya paradoja puede llegar a resultar sorprendente, como la de un juez coruñés cuya familia ha sido demandada por no reconocer a su presunta hija. 

Tal y como explica el abogado experto en este tipo de casos, Fernando Osuna, en la década de 1950, una mujer conoció a dicho magistrado en Málaga, cuando ésta tenía 17 años y trabajaba como sirvienta en otro domicilio. Ambos iniciaron entonces una relación sentimental reservada, es decir, en secreto, pues el juez mantenía en ese momento una relación, pública y formal, con otra mujer.

No obstante, fruto del amorío furtivo nació una niña, que nunca llegó a ser reconocida por su supuesto padre, y que actualmente tiene más de 65 años, vive en  Málaga, está casada y es pensionista.

Como explica Osuna, "después de su nacimiento la relación entre ambos se fue apagando poco a poco por la distancia existente entre la nueva localidad del juez por razones laborales, A Coruña, y la malagueña. Hasta que en un momento determinado el magistrado decide abandonar tanto a la hija como a la madre".

A día de hoy, ambos progenitores han fallecido y, por parte  de la hija demandante, se ha intentado  contactar con los hijos matrimoniales del juez para explicarles la situación y tratar de realizarse la prueba de hermandad de común acuerdo y en función de su resultado regularizar la situación, obteniendo, sin embargo, el silencio como única respuesta. 

Prueba de ADN. 

Ante la imposibilidad de contactar con sus presuntos hermanos biológicos, la mujer se vio obligada a contratar los servicios de una agencia privada de investigación, una práctica común en este tipo de casos a fin de conseguir una muestra de ADN y poder confirmar la paternidad biológica. Los investigadores recogieron en A Coruña las muestras de un hijo del juez, hermano supuestamente biológico de la hija demandante. Dicha prueba arrojó un resultado del 99% de hermandad.

Ante tal resultado, se presentó la correspondiente demanda, el Juzgado la admitió a trámite y ahora ha citado al hermano biológico de la demandante, no reconocida como hija, para practicar nuevamente la prueba de ADN, en esta ocasión en presencia judicial.

Además, explica Fernando Osuna, existen otras muchas pruebas que confirman la relación padre-hija, tales como "un gran parecido físico, testigos, fotos y algunos documentos". 

Con el juicio, que se celebrará antes de que termine el año, esperan que la mujer pueda, por fin y más de 65 años después desde su nacimiento, ser reconocida.