Las autoridades lusas han puesto en marcha un dispositivo de más de 1.777 agentes y 377 vehículos, desplegados en su mayoría en la zona de Castelo Branco, para hacer frente a los incendios activos en Portugal desde este fin de semana. Hasta ahora, se han contabilizado hasta siete posibles focos, de entre los que preocupa especialmente el originado el pasado sábado en la localidad de Oleiros, que en línea recta quedaría a la altura de la ciudad extremeña de Plasencia. 

La amenaza ha llegado a tal extremo que el ejecutivo portugués ha decretado medidas excepcionales, como el establecimiento del estado de alarma durante dos días, hasta el próximo miércoles, un tiempo en el que se espera que los 850 bomberos movilizados hayan podido contener las llamas. Además, se ha prohibido temporalmente la quema en zonas forestales, así como accesos y trabajos en las mismas.  

El incendio de Oleiros, que es el que más potencial tiene y que ya se ha propagado por otras localidades como la de Sertã, comenzó en la tarde del sábado. Las llamas se extendieron por la noche y, al día siguiente, ya se habían formado hasta tres importantes frentes que continúan activos. Estos focos, aunque no representan de acuerdo con el Gobierno luso una amenaza para la población civil, ya han causado el fallecimiento del joven bombero Diogo Dias, de tan solo 21 años, que era voluntario en las labores de extinción y que murió en un accidente vial combatiendo contra las llamas. En el vehículo había cuatro tripulantes más, que resultaron heridos. Tanto el primer ministro, António Costa, como el ministro de Administración Interna, Eduardo Cabrita, trasladaron sus condolencias a los familiares en dos comunicados.

Los próximos días se prevén complicados, puesto que las previsiones meteorológicas no son nada alentadoras y la orografía y cubierta del terreno son complejas. A este respecto, el comandante de Protección Civil Belo Costa, ha declarado que "el potencial de evolución de este incendio es enorme" y que, por tanto, se encuentran “a la espera de más grupos de refuerzo”. Como medida preventiva, los residentes en tres aldeas y zonas habitadas próximas al lugar de riesgo ya han sido evacuados.

Ante la gravedad de la situación, el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, confesaba en una rueda de prensa celebrada el domingo que el coronavirus había paralizado los trabajos de prevención de incendios. En este sentido, afirmó que “la prevención se resintió con la pandemia. Los meses que eran cruciales, de transición de primavera a verano, acabaron no existiendo".

Marcelo Rebelo de Sousa ha reconocido que el país no estaba preparado para afrontar los incendios.

Las consecuencias de los hechos acaecidos en Portugal también han llegado a España, concretamente a la provincia de Zamora. Los bomberos zamoranos se desplazaron al país vecino para ayudar en la extinción de un foco que consiguieron someter a las cerca de las 14:00 de la tarde. Posteriormente, se constató la existencia de un incendio en Pajares de la Lampreana, cuyo origen provenía de un motor. Cuando a media tarde los bomberos extinguieron el fuego, se habían quemado 2,20 hectáreas agrícolas.

Sin embargo, la zona más afectada por los incendios en nuestro país en estos momentos es sin duda Ourense. Allí, los datos apuntan a la quema de más de 720 hectáreas, 450 de ellas de superficie forestal y el resto agrícolas, a causa del incendio de la localidad de Monterrei. Asimismo, la provincia ha sufrido dos incendios más. Uno en Viana do Bolo y otro en Verín. Entre los tres, habrían causado la destrucción de 1.074 hectáreas.

Un problema mundial

De acuerdo con los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación facilitados por la Comunidades Autónomas, entre enero y julio de 2020 en nuestro país se produjeron 1.447 incendios. Estos datos están por debajo de la media de los últimos diez años, que se sitúa en 2.243 incendios. En la última década, únicamente en 2013 y 2018 nuestro país había sufrido menos incendios en la misma franja temporal. En cualquier caso, a pesar de lo positivo de los datos, hay que tener en cuenta que el número de hectáreas destruidas por el fuego en España ascendería a 18.523,01 en el presente curso.

Un bombero tratando de extinguir las llamas durante los incendios de Galicia en 2017.

La necesidad de prevención, incluso con las limitaciones impuestas por la pandemia, es manifiesta, puesto que la inmensa mayoría de incendios, hasta un 96% de los mismos según datos de Greenpeace España, son provocados o negligentes. Las olas de calor provocadas por el cambio climático, el aumento paulatino de vegetación debido al éxodo de la población rural a las ciudades o la escasa preparación de la población del medio rural en cuanto a lo que los incendios se refiere son algunos de los motivos que explican los desastrosos datos que cada año constatamos en las fuentes oficiales. De acuerdo con la misma fuente, aunque España y los países mediterráneos sufren este problema, no hay una política forestal en Europa.

La situación en el viejo continente es grave, pero lo que sucede fuera de las fronteras comunitarias lo es aún más. En los últimos tres años, el mundo ha contemplado algunos de los desastres vinculados al fuego más devastadores de toda la historia de la humanidad. En 2018, ardían en California 6.749,57 km² tras una serie de 7579 incendios en el estado. Un año después, asistiríamos a los imponentes incendios del Amazonas, originados en su mayoría por la deforestación durante la estación seca. También en 2019 comenzaron los incendios en Australia a causa de las olas de calor que atravesaron el país oceánico, cuyos devastadores efectos aún son difíciles de contabilizar.

Ahora, todo el planeta contiene la respiración ante los incendios que están teniendo lugar en Siberia a consecuencia de la subida de las temperaturas (los termómetros han registrado hasta 10 grados más que las temperaturas habituales para junio en esta zona) y que podrían tener consecuencias económicas y ambientales a nivel global.