¿Y su asesino?  ¿Tenía intención realmente de matar a Lennon o fue un acto  improvisado? ¿Qué le movió a llevar a cabo ese crimen? Mark David Chapman, el hombre que quedó  fatalmente vinculado a su ídolo, era un fanático desequilibrado que había viajado desde Hawaii y esperado todo el día frente a la residencia del músico para pedirle un autógrafo y después acabar con su vida. Chapman era hijo de un militar y una enfermera. De niño sufrió malos tratos en casa y abusos sexuales. También fue víctima de bullying en el colegio. Unos años más tarde, Chapman quedó profundamente marcado por una de sus lecturas juveniles, El guardián entre el centeno, de Sallinger. El joven llegó a tal extremo que llegaba a firmar algunas de sus cartas con el título del libro asumiendo otra personalidad.


Mark David Chapman, el asesino de Lennon

La situación mental del asesino de Lennon  empeoró todavía más cuando fue abandonado por su pareja. Chapman intentó suicidarse y nunca más levantó cabeza. Su desequilibrio mental fue a más y aseguraba escuchar voces en su interior.  Comienza entonces a obsesionarse con John Lennon, al que admira profundamente, pero a quien reprocha su gran éxito. Un éxito que Chapman no tiene y que desea, un éxito que cree que el cantante no merece.

Por la mañana le pidió un autógrafo al icono del rock. Varias horas más tarde,  Champman le asestó varios tiros. Acabó así con el  activista político, esposo y padre y creó un mito más de esos que el propio Lennon, tres días antes en una entrevista había dicho que no quería ser.

En el juicio quedó demostrado que, a pesar de sus problemas mentales, Chapman fue totalmente consciente del crimen que cometió. Su condena a cadena perpetua le mantiene hoy día en una prisión de máxima seguridad al oeste de Nueva York. Tanto la viuda de Lennon, Yoko Ono, como su familia, han pedido en varias ocasiones a los tribunales que el asesino permanezca entre rejas.  Y por el momento, así continuará, quién sabe si leyendo todavía a Sallinger.