Este miércoles 27 de marzo se celebra el Día Internacional del Teatro, una iniciativa impulsada por el Instituto Internacional del Teatro (ITI). La celebración, de carácter mundial, conmemora el arte del teatro y su existencia. Y para ello, el ITI encarga la elaboración, por parte de una personalidad reconocida, de un escrito, que cada año es publicado por la UNESCO y enviado a todos los medios internacionales. Este año ha recaído en el dramaturgo Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023.

En España, este día se conmemoraba con la imposición de la bufanda blanca a la estatua de Dº José del Valle Inclán, que está situada en el paseo de Recoletos a la altura del Café Gijón en Madrid. Allí nos reuníamos directores, actrices, actores, periodistas y público, más o menos involucrado con el mundo del teatro, y se leía el mensaje que la ITI había seleccionado para dar a conocer la conmemoración del Día Mundial del Teatro.

Entre las personalidades que en alguna ocasión se han reunido para celebrar este día una fría mañana de un 27 de marzo de cualquier año, desde que se celebra, estaban Gustavo Pérez Puig, Enrique Cornejo, Juan José Alonso Millán y muchos más. El día era una autentica satisfacción para todos ellos, que amaban y aman el teatro, viviendo en él y para satisfacción de los espectadores.

El mensaje de Jon Fosse para conmemorar el Día Mundial del Teatro

"Cada persona es única y, al mismo tiempo, como todas las demás. La apariencia se puede ver, es cierto, pero también hay algo dentro de cada persona que le pertenece, que la hace única. Podemos llamarlo alma o espíritu, o bien, podríamos no ponerle palabras, simplemente dejar que este ahí.

Al mismo tiempo que somos diferentes, también somos iguales. Las personas de todo el mundo somos fundamentalmente iguales, sin importar qué lengua hablemos, qué color de piel o de cabello tengamos.

Quizás esto sea una especie de paradoja: que somos completamente iguales y diferentes al mismo tiempo. Tal vez una persona es paradójica en su conexión entre el cuerpo y el espíritu, entre lo terrenal y tangible y lo que trasciende los límites materiales y terrenales.

Jon Fosse / Foto: Editorial Penguin.

El arte, el buen arte, consigue a su manera y de forma fabulosa reunir lo absolutamente único con lo universal. Nos permite entender la diferencia entre lo extraño y lo universal. Al hacerlo, el arte trasciende las fronteras de los lenguajes y los límites geográficos. Reúne, no solo las cualidades individuales, sino también las características de un grupo de personas, por ejemplo, las naciones.

El arte no se expresa provocando que todo sea igual, por el contrario, nos muestra nuestras diferencias, aquello que es ajeno o extraño. Todo buen arte contiene precisamente eso: algo extraño, algo que no podemos comprender completamente y que, sin embargo, entendemos de cierto modo. Contiene lo enigmático, algo que nos fascina y por lo tanto nos lleva más allá de nuestros límites y así crea la trascendencia que todo arte debe contener y a la cual conducirnos.

No se me ocurre una mejor manera de unir los opuestos. Es exactamente el enfoque inverso al de los conflictos violentos que vemos a menudo en el mundo, que alimentan la tentación destructiva de aniquilar todo lo extraño, todo lo único y diferente, comúnmente utilizando los inventos más inhumanos que la tecnología ha puesto a nuestra disposición. Hay terrorismo en este mundo. Hay guerra, puesto que la gente tiene un lado animal que lo lleva a ver lo extraño como una amenaza a su propia existencia, en lugar de ver el fascinante enigma que eso representa.

Mensaje de Jon Fosse en el Día Mundial del Teatro: "El arte es paz".

Y entonces lo único, lo diferente que es universalmente comprensible, desaparece. Dejando atrás una semejanza colectiva donde todo lo diferente es una amenaza que debe ser erradicada. Lo que vemos desde fuera, se ve como desigualdad; por ejemplo, las religiones o ideologías políticas se convierten en algo que debe ser derrotado y destruido.

La guerra es la batalla contra lo que yace en lo mas profundo de cada uno de nosotros: lo único. Y es una batalla contra todo arte, contra la esencia mas íntima de todo arte.

He hablado del arte en general, no del arte teatral en particular, esto se debe a que todo buen arte, en el fondo, gira en torno a lo mismo: tomar lo singular y específico para hacerlo universal. Articula en su expresión artística aquello único con lo universal: no eliminando lo singular, sino enfatizándolo; dejando que lo extraño y lo desconocido brille claramente.

Es tan simple como que la guerra y el arte son opuestos, que la guerra y la paz son opuestos. El arte es paz".