28 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

En su nuevo libro, ‘Anécdotas de oro’, el veterano periodista Jaime Peñafiel hace un repaso de más de seis décadas de trayectoria profesional

Jaime Peñafiel: "Don Juan Carlos hoy no juega ningún papel en la Corte de Felipe VI ya que no cuentan con él para nada"

Jaime Peñafiel.
Jaime Peñafiel. / Bernardo Paz.
A lo largo de 300 páginas, Jaime Peñafiel en ‘Anécdotas de oro’ (La Esfera de los Libros) repasa algunos momentos junto a personajes que ya forman parte de la historia reciente de España: Desde Franco hasta Felipe VI, pasando por Juan Carlos I, que ahora cumple 82 años, o Felipe González. Tampoco faltan nombres habituales del mundo rosa como Isabel Preysler, Sara Montiel o Carmen Martínez-Bordiú. Al poco de salir el libro a la calle, recibió a ‘Elcierredigital.com’.

Jaime Peñafiel, recibe a Elcierredigital.com en su casa de la madrileña Ciudad Universitaria. Rodeado de recuerdos de sus viajes y fotografías de las celebridades que ha tratado a lo largo de seis décadas de ejercicio del periodismo, Peñafiel repasa a sus personajes favoritos. Una pléyade de nombres que no han dejado de ser siempre actualidad. Fiel a sus ideas y a su estilo provocador, a sus 87 años, una charla con Jaime Peñafiel es la forma más apasionante y divertida de echar la vista a nuestro pasado más reciente.

 ¿Cómo llega don Juan Carlos a los 82 años?

Ni muy bien ni muy mal. Tiene una salud de hierro. Lo ha superado todo. Del triple bypass se ha recuperado muy bien. No está nada mal para 82 años. Ha adelgazado. Me imagino que está sometido a un régimen algo más estricto.

¿Qué papel juega hoy en día en la corte de su hijo?

Ninguno. Felipe impuso un corte violento cuando llegó al trono. No cuentan con él para nada. No creo que su relación sea mala, pero con Letizia no existe. Nunca se han caído bien. Él ya dijo que era una chica muy lista, con toda la carga peyorativa que eso tenía.

Parece que su relación con doña Sofía ha mejorado.

Creo que fue a raíz de lo sucedido en la catedral de Palma. Ahí advirtió la soledad doña Sofía. Ninguneada por su nuera y su nieta y sin ser defendida por su hijo.  A raíz de ahí hay una aproximación. Las crisis se superan. Están estables. No ha habido una reconciliación, pero antes ni se miraban y era mejor que no lo hicieran porque las miradas mataban.

¿Ha tenido reacciones por parte de familiares o protagonistas del libro para echarle en cara lo que cuenta?

No. Mi divisa es que yo valgo más por lo que callo que por lo que cuento. La gente sabe que lo que tengo que callar, lo callo. Yo siempre marco una línea roja que no traspaso. Ahora, hay cosas que se deben contar siempre. La anécdota es como un titular. Es lo que interesa. Yo soy periodista y procuro dar noticias. De un libro o de un artículo siempre te quedas con el detalle y aquí hay sesenta años de periodismo. Si sorprende lo que cuento, imagina lo que callo. Yo tengo un archivo muy extenso con cartas, fotografías, documentos y… jamás verán la luz.

Uno de los protagonistas del libro es Francisco Franco. ¿Cómo es un dictador en persona?

La mitad de mi vida profesional fue durante el franquismo y no reniego de ello. Incluso alguna compañera del periódico [se refiere a Carmen Rigalt, como él, columnista de El Mundo] me lo ha echado en cara y ella escribía en Pueblo que era de los Sindicados Verticales, diciendo que Franco era el abuelo que todos queríamos tener. Yo no. Yo hacía periodismo de evasión, no de opinión e información y, tal vez, eso me libró. Yo iba a sus cacerías por la revista ¡Hola! y era un hombre que casi no hablaba. Imponía. Era el dictador que tenía en un puño a casi cuarenta millones de personas. Yo he conocido muchos dictadores y gente impresentable. Presumo de haber conocido a todo tipo de gente. Ahora, tras la exhumación, Franco está más de moda que nunca y por eso decidí incluir mis anécdotas en sus cacerías. Entre ellas, la más famosa, cuando Manuel Fraga disparó por error en el culo de Carmen Franco, la hija del dictador, y se lo dejó como un colador.

Jaime Peñafiel muestra imágenes con algunos de los personajes que ha conocido en su trayectoria/ Jaime Peñafiel. 

¿No le sorprendió que Carmen Martínez-Bordiú, otra de las protagonistas del libro, acudiera a la exhumación de su abuelo habiendo sido siempre tan discreta a nivel político?

Carmen es una mujer muy especial. Yo la conozco casi desde que nació. De ella te lo esperas todo y nada. Tuvo mucho valor en dejar a su marido, Alfonso de Borbón-Dampierre, y marcharse a vivir su amor por Jean Marie Rossi, a París. Cuando sus hijos hacen la primera comunión, ella viene y a la hora de comulgar, el Cardenal Primado de Toledo se la niega y cuando acabó la ceremonia, todos le dieron la espalda. Ella ha aguantado siempre el tipo. Yo le tengo mucho afecto.

"El Marqués de Villaverde no me vendió las fotos de Franco agonizando. Las hizo con esa intención, pero alguien se le adelantó y me demandó sólo para saber quién fue esa persona".

Volviendo a Franco. Se cumplen 35 años de la publicación de las fotos de su agonía en la publicación que usted dirigía, La Revista. Muchos aseguran que las vendió su yerno, el Marqués de Villaverde. ¿Lo sigue negando?

No fue el Marqués. Él las hizo y eso fue una canallada. Se estaba utilizando la agonía de una persona con fines políticos porque querían aguantar para llegar a la fecha del nombramiento del nuevo presidente de las Cortes con él vivo. El Marqués no me las vendió. Fue un hombre cercano a Franco y prometí que nunca lo desvelaría. Le di mucho dinero. El Marqués las hizo para venderlas, pero alguien se le adelantó y él me denunció. Estuve un año y medio procesado y me pedían cinco años de cárcel. Durante el juicio, él me elogió, y aseguró que lo único que quería saber era el nombre del que me las vendió. El presidente del Tribunal se agarró un cabreo monumental y le amenazó con imputarle por presentar una denuncia falsa. Años después, Francis Franco, el nieto, me dijo en un plató de televisión que le dijera el nombre. Yo le dije que si me decía quién era y acertaba, yo me callaría y si no, le desmentiría. Dijo que era Fuertes de Villavicencio [Jefe de la Casa Civil de Franco] y no era él. Ni siquiera se lo he dicho a mi mujer Carmen. Me iré con ese secreto a la tumba.

En su libro suma un nuevo nombre a la nómina de amantes de don Juan Carlos I. La actriz Pier Angeli.

Fue la primera. Él era muy jovencito. Yo estaba en Estoril para cubrir los carnavales y Pier Angeli era la musa y me alojaba en el mismo hotel que ella. A la hora de la siesta hacía mucho calor y bajé al bar. De repente, veo en un rincón a Juan Carlos con Pier Angeli, muy acaramelados. Entonces decidí subir corriendo a mi habitación a por una cámara para tomar las fotos. El Príncipe me vio y subió corriendo tras de mí para pedirme que no sacara las fotos y, como me llevaba muy bien con él, decidí no hacerlas. Fue la primera de las ‘amigas entrañables’.

Hablando de ‘amigas entrañables’. Dice que la más peligrosa es Corinna, ¿por qué?

Primero, es alemana y, sobre todo, no es muy leal. Por lo que sabe podría intentar chantajear al Estado. Por la caída de Botsbuana todo el mundo supo quién era. No era la mejor época para ese escándalo. Y por si fuera poco, el Jefe de la Casa del Rey lo humilló obligándolo a decir aquello de ‘lo siento mucho. No lo volveré a hacer’. Como un niño pillado en falta. Fue una cabronada.

Jaime Peñafiel durante la charla/ Bernardo Paz. 

Visto lo visto, el producto nacional le ha salido mejor, ¿no cree?

Todas han sido muy leales. Marta Gayá jamás ha hablado. Bárbara Rey tampoco. Ha jugado un poco, pero nunca ha sido peligrosa.

Hablando de peligros. Otro de los citados en el libro, su amigo Joaquín Sabina, dice que le gusta Letizia porque traerá la III República. Usted asegura que lo que guarda Villarejo de ella puede ser una bomba.

Villarejo es un miserable. Un coleccionista de secretos. Es un tema muy delicado y desagradable.

Dígame algo bueno de Letizia.

Yo parece que soy un especialista en Letizia, puede ser porque soy crítico. Tengo que decir que no ha engañado a nadie. Desde el famoso ‘déjame terminar’ en la petición de mano, ha sido coherente con su forma de ser. Tiene su carácter y sigue teniéndolo. Ella tiene una empatía que no tiene Felipe, educado en una oligarquía femenina y que es muy tímido y triste. Lo demostró el día de las Fuerzas Armadas con el paracaidista que se estrelló contra la farola. Letizia se acercó a él y Felipe pasó de largo. Cuando vio la reacción humana de su mujer, él se paró. Eso sí, a veces, Letizia se pasa y no recuerda que ella es sólo la consorte.

"Yo le regalé el primer bonsái a Felipe González. Fue un hombre de Estado y después de él no ha habido otro mejor"

 

¿No cree que el carácter de la Reina Letizia es más idóneo que el de doña Sofía para la España actual?

Por supuesto. Doña Sofía ha sido una gran profesional, como dijo el Rey. Sabe cómo tiene que comportase. Ha tenido una línea fantástica, pero el pueblo de hoy no entendería que Letizia aguantase las cosas como lo hizo doña Sofía. Letizia supo hacer valer su posición. De no haber entrado como lo hizo, dos personalidades como Elena y Cristina, la habrían devorado. Cuñada viene de cuña y eso es siempre complicado y las familias reales siempre son clasistas.

¿Reinará la Princesa Leonor?

Rotundamente no. Tal y como están las cosas, el futuro no está garantizado.

Me han sorprendido sus palabras positivas sobre Eva Sannun en el libro.

Entono el Mea culpa. Se la acusaba de extranjera y se olvidaban de que las últimas tres reinas lo habían sido. Luego, porque era modelo. Yo escribí un artículo muy desgraciado en el que dije que una Reina no debía tener tetas. Felipe estuvo a punto de casarse y no lo hizo por culpa del 11-S. Le avisó a Aznar de que iba a anunciar su compromiso y éste alertó al Rey. Después del atentado se retrasó todo el asunto. El mundo no estaba para frivolidades. Don Juan Carlos le pidió a Fernando Almansa [Jefe de la Casa del Rey] que pusiera fin al noviazgo. Las palabras de Felipe para anunciar el noviazgo fueron tan laudatorias que sorprendieron. Lo que no sabremos nunca es lo que se pagó. Siempre ha sido muy discreta.

'Anécdotas de oro', el nuevo libro de Jaime Peñafiel. 

¿Por qué cree que Felipe González decidió conceder su primera entrevista en La Moncloa a ¡Hola!?

Me la dio a mí. Igual que lo hizo Suárez. Éramos muy amigos Felipe, Carmen Romero y yo. De hecho, el primer bonsái se lo regalé yo. Venía de China y a mi vuelta me reuní con ellos en Moncloa y les hablé de los bonsái. Yo había traído dos y él estaba tan interesado que le regalé uno y ese fue el origen de su colección. Él mío se murió y él hizo una colección fantástica.

En una ocasión declaró que llegó a tener carnet del PSOE:

Sí, yo fui de los primeros. Fui muy amigo de Tierno Galván y de todos los socialistas. Yo llevé a Julio Iglesias a Moncloa por primera vez, aunque a él no conseguimos cambiarlo de ideología (risas). Yo creo que Felipe González fue un hombre de Estado. Después de él no ha habido otro mejor.

¿Cómo ve alguien que ha vivido la dictadura y la Transición el auge de la extrema derecha?

Yo respeto la ideología de todo el mundo. Por algo será. Los ciudadanos no se equivocan, aunque no tengo mucha confianza en nuestra sociedad. Basculamos de un extremo a otro.

"Cayetano Martínez de Irujo me llamó poniéndome  verde porque decía que estaba animando a su madre a casarse. Las voces se oían hasta en la portería"

 

De Isabel Preysler cuenta que una voz anónima, pero de una mujer famosa, le avisó de que al final de su matrimonio con Julio Iglesias, se estaba viendo a escondidas con el Marqués de Griñón.  

Conocí la voz. Cuando Isabel con Carmen [Martínez-Bordiú], vinieron al despacho, su obsesión era identificar la voz. Nunca se aclararon. Le regalé la cinta y nunca se lo conté a Julio. Al día siguiente llegaba desde Argentina. Ella se anticipó y le pidió el divorcio. A la mañana siguiente, me dieron un comunicado muy mal redactado para dar la noticia de la separación.

Jaime Peñafiel posa en su casa/ Bernardo Paz. 

Hubo dos mujeres, que también aparecen en el libro, Isabel Sartorius y Marta Chávarri, que estuvieron a punto de ocupar tantas portadas como Isabel y al final han vivido cierto ostracismo.

A Isabel le tengo mucho afecto. El primer bolso de esa línea que la arruinó, me lo regaló a mí. Felipe no habría sido más feliz con ella. Es muy inestable. Fue su primer amor, pero la Reina intervino para que esa historia acabara. Sigo manteniendo el contacto con ella. Una vez la critiqué cuando era subdirector de El independiente. Se presentó en mi despacho su padre [Vicente Sartorius], que mide dos metros, y quería agredirme. Luego me llamó Isabel pidiéndome perdón y, desde entonces, nos tenemos mucho afecto. Su vida fue un caos. A Marta le di trabajo en La Revista y me demostró que era un florero. Bello, pero florero.

¿Por qué a los hijos de Cayetana les molesta que se defienda la figura de Jesús Aguirre?

Hace poco, estando yo en la sala VIP del AVE, vino hacia mí Eugenia hecha un basilisco. Le pedí que no me alzara la voz. Ella me acusaba de meterme con su padre. Era mentira. Lo que pasa es que Jesús era amigo mío y puso orden en esa familia. Es verdad que era muy complicado, pero fue un gran intelectual. A veces, tenía un humor muy corrosivo. En esta, mi mesa donde estamos, estuvieron en una ocasión juntos Aguirre, Cela y Antonio Gala. Imagínate. Ya había tenido un encontronazo. Cuando Cayetana se quiso casar con Alfonso Díez me llamó para que la llevara a Londres para casarse. Cayetana me llamó poniéndome verde porque decía que estaba animando a su madre a casarse. Yo sólo la escuché con respeto. Las voces se oían hasta en la portería de mi edificio. 

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