25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La actriz será galardonada el próximo 22 de marzo con el Yago de Honor, unos premios creados por el periodista Santi Alverú alternativos a los Goya

Ana Obregón recibe un premio por más de cuatro décadas de carrera tras sus duros meses

Ana Obregón durante las Campanadas de Fin de Año.
Ana Obregón durante las Campanadas de Fin de Año.
El 2020 ha sido, sin duda, uno de los peores años de Ana Obregón tras la muerte de su hijo Álex a los 27 años víctima de un cáncer. Un año que la madrileña terminó junto a todos los españoles dando las Campanadas desde la Puerta del Sol en Televisión Española. Ahora la actriz ha arrancado 2021 estudiando ofertas con la cadena pública y recibiendo un premio a toda su carrera en el cine. Un Yago de Honor, premios considerados el complemento de los Goya de la Academia de cine.

En la que será la séptima edición de los Premios Yago, creados por Santiago Alverú en 2015 con el patrocinio de Hendrick's Gin y otorgados por un jurado de reconocidos periodistas culturales, también premian, en la categoría de 'nominado no ganador' o 'premio impepinable' dedicada a aquellos profesionales del cine español que hayan tenido nominación a los Goya pero no hayan logrado llevarse la merecida estatuilla, a Juan Diego Botto por su trabajo en Los Europeos, la película de Víctor García León.

Laura Gómez Lacueva, por su trabajo en Historias lamentables (2020) de Javier Fesser, recibe el premio como 'no nominada', dedicado a aquellos que no han obtenido una nominación en los premios de la Academia y merecían, al menos, este reconocimiento.

Toni Espinosa obtiene, por su labor como coreógrafo en el musical Explota, explota (2020), el Yago al 'no reconocido', un premio creado para destacar aquellos oficios del cine que no cuentan con una candidatura propia en los Goya.

Una vida ante los focos

Ana García Obregón nació el 18 de marzo de 1955 en Madrid. Hija del empresario Antonio García, dueño de la empresa inmobiliaria JOTSA, se hizo popular en 1976 cuando se la vinculó sentimentalmente con Francis Franco, el nieto mayor de Francisco Franco. Desde pequeña, quiso dedicarse al mundo del espectáculo, pero la familia no estaba a favor. Sin embargo, cuando se convirtió en la novia del cantante del momento, Miguel Bosé, Ana Obregón se hizo popular y su novio decidió ayudarla a meter cabeza en el mundo del espectáculo.

Debutó en el cine con la película Me olvidé de vivir, protagonizada por Julio Iglesias. A principios de la década de los ochenta decidió estudiar interpretación en Nueva York en la escuela de Lee Strasberg, donde se formó Marlon Brando entre otros. Regresó a España en 1983 y comenzó a rodar películas francamente olvidables como Goma-2 (1983) o Hijos de papá (1980). Sin embargo, el crítico de El País Diego Galán alabó su trabajo en la comedia Corazones de papel (1982).

Miguel Bosé. y Ana Obregón.

En 1984 decidió probar suerte en Hollywood. En la Meca del Cine llegó a ser huésped de Julio Iglesias y apareció en series míticas como El equipo A, Hospital General El jefe en casa. Además, acompañó a Bo Derek en Bolero. En ese año, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, coincidió con el que sería, según sus palabras, el amor de su vida, Fernando Martín, el primer español en jugar en la NBA.

Sus posados de verano

Cuando en 1986 regresó a España se hizo muy popular gracias al programa de televisión de Pedro Ruiz y consiguió el mejor papel de su vida en la comedia La vida alegre (1987) de Fernando Colomo junto a Antonio Resines, Verónica Forqué y Massiel. En esos años, Ana también comenzó a ser popular por sus posados veraniegos.

Ana fue una de las actrices más solicitas de los ochenta. 

El primer posado de Ana fue en 1985. Entonces era una actriz deseosa de promocionarse y en eso, pocas le han ganado. Entre posturas a lo Marilyn, pero en negra zaína, desmentía romances con Toni Cantó y Julio Iglesias.

Desde entonces Ana no falta a la cita con la canícula. Pasó de hacerlo para promocionarse, a posar para que el resto del verano la dejasen tranquila, cosa que no conseguía. Cada posado venía de la mano de las preguntas de rigor y Ana siempre era actualidad. Con cada sesión en bikini, las olas del mediterráneo traían el eco de algún romance impostado, verdadero o en vías de extinción. Del verano del no amor con Alberto de Mónaco al primero en solitario tras la muerte del romance de su vida, el baloncestista Fernando Martín.

En ocasiones Ana siempre tan generosa con el minimalismo de su traje de baño y lo disparatado de sus declaraciones, compartió el posado con otros coprotagonistas como Lequio y su hijo. Años después, el conde italiano tuvo su propio posado de verano sin ropa y descubrió al mundo el motivo de la risa descacharrante de Ana durante todos los noventa. También en 2005 se echó un novio con tendencia al destape, el polaco Darek, y por primera vez los pectorales de su acompañante llamaron más la atención que los de la actriz.

Con Fernando Martín. 

A través de los posados de Ana Obregón hemos visto la evolución de la ropa de baño en las últimas tres décadas. De lo horriblemente barroco de los ochenta a los colores flúor de los primeros 90. En esa década Ana vivió el gran boom mediático de su trayectoria.

Ana, Alessandro y Antonia

En 1990 Ana Obregón vivía una etapa extraña en su vida. Tras más de quince películas rodadas entre España, Italia y el mismísimo Hollywood su carrera no parecía despegar. A pesar de haber hecho de protagonista en más filmes que otras actrices, el cine patrio la miraba con cierto recelo. En el plano sentimental no lo tenía más claro. Un año antes había muerto en un trágico accidente de tráfico su gran amor, el jugador de baloncesto Fernando Martín, el primer español en jugar en la NBA. Por primera y última vez, la Obregón vivía alejada de las revistas que se empeñaban en relacionarla con un banquero de la órbita de Mario Conde.

Ese mismo año llegaban a España una curiosa pareja, los condes Lecquio. Él era un primo lejano del Rey, hijo de Sandra Torlonia, descendiente de una de las hijas de Alfonso XIII, y ella una exmodelo musa de Armani. Estos créditos eran suficientes para triunfar en la vida social española. Entonces aún no se había abierto la veda contra la Casa Real y cualquier parentesco, real o inventado, con la primera familia del país cotizaba mucho.

Antonia Dell' Atte y Ana Obregón hicieron las paces después de años enfrentadas. 

Ana y Lecquio se conocen e intiman a finales de 1990. Podría haberse quedado en un escarceo sin más pero la Prensa se encargaría de hacerlo público. Fue Karmele Marchante quien lo contó en su columna de la revista Tiempo. En un principio la actitud de Antonia fue la de despreciar la situación, Ana sacaba pecho, figuradamente, y Lecquio guardaba silencio.

Cuando a finales de 1991 se supo que la Obregón estaba embarazada estalló la guerra. Antonia se lo ponía difícil a la pareja negándose al divorcio y éstos paseaban su amor por las portadas previo pago de su importe. “Lo de mi marido y Ana Obregón no es amor, porque Alessandro sigue enamorado de mí. Él buscaba dinero y ella un título nobiliario, eso es todo”, explicaba la italiana.

En 1993 Antonia visita La máquina de la verdad en Telecinco, el programa de Julián Lago que fue la semilla de una parte de la televisión actual. En la entrevista lanzó varios dardos a la actriz: “Tonta, fantasiosa, mentirosa, sinvergüenza, tiene silicona hasta en el cerebro y es de inteligencia muy corta”. Por si fuera poco, el programa emitió una conversación telefónica entre Antonia y el Conde Lecquio donde éste aseguraba que dejaría a Ana cuando el niño que esperaban naciera. La Obregón se volvió loca ante tal humillación pública y decidió responder a la italiana. Por su parte, Antonia dio un buen dato de audiencia y se convirtió en un personaje con tirón entre el público que asistía fascinado a una ración de odio en 625 líneas.

Ana y Lecquio en los 90. 

Lejos de Lecquio, Ana triunfaba en televisión con el concurso ¿Qué apostamos? y con las series Hostal Royal Manzanares con Lina Morgan y A las once en casa con Antonio Resines y Carmen Maura. Mientras, vivía romances mediáticos con Suker, Rafi Camino o el oftalmólogo Gabriel Simón. La Dell´Atte en 1998 llegó a ser la sustituta de su archienemiga al frente de ¿Qué apostamos? Para muchos fue un intento de TVE de jugar al morbo, para otros una venganza de la cadena contra uno de sus rostros estrella que había fichado por Antena 3.

Durante toda una década las dos ex de Alessandro Lequio no se cortaron en lanzarse improperios de portada a portada. Él por su parte fue enlazando conquistas tras su ruptura con la actriz en 1995. La más sonada fue con Mar Flores. En 2004 las tres coincidieron en una fiesta en Madrid y se montó la mundial. A pesar de los gritos, la silicona no llegó al río.

Finalmente, se firmó la paz. Por supuesto, fue mediante una portada en 2016 previo paso por taquilla. Ahora Antonia no ha dudado en estar al lado de su exmarido y de la actriz cuando han sufrido la terrible pérdida de su hijo Álex.

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