19 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

El matrimonio se celebró un día lluvioso y medio de una gran crispación política y una sociedad impactada por los terribles atentados del 11-M

Quince años de la boda de Felipe y Letizia, el enlace que hizo que todo empezase a cambiar en la Corona española

Felipe y Letizia saludando desde el balcón del Palacio de Oriente.
Felipe y Letizia saludando desde el balcón del Palacio de Oriente.
Hace 15 años los actuales monarcas, Felipe VI y Letizia Ortiz, se daban el sí quiero en la Catedral de la Almudena de Madrid. El enlace fue un acontecimiento internacional al que asistieron todas las casas reales europeas y personajes de la política, la banca, la cultura y la sociedad. La boda fue una gran fuente de anécdotas de unos novios que no sabían lo mucho que cambiarían sus vidas y la propia monarquía en estos tres lustros.

El 22 de mayo de 2004 llovía a mares en Madrid. A penas habían pasado dos meses del mayor atentado de la historia de España, el 11-M. El ambiente estaba enrarecido. Se había producido un cambio de Gobierno en mitad del duelo nacional y la crispación política lo protagonizaba. Entre lluvias se celebraba una boda real. De facto era la primera que tenía lugar en España desde Alfonso XIII. Todo era nuevo. Incluso el escenario. El Príncipe se casaba en la catedral de la Almudena, renunciando al templo de los Jerónimos que había recibido otros enlaces reales.

También era novedad la novia que saldría del templo convertida en Princesa consorte de Asturias. Por primera vez en la historia de España una mujer no perteneciente a la nobleza se convertía en esposa del heredero y futura Reina. El viento de novedades y mujeres ajenas al mundo royal había sacudido todo el panorama de las monarquías europeas. En España, con otros aspectos, las novedades llegaron con retraso. Inglaterra ya había tenido su Diana de Galas y su Sarah Ferguson, Noruega a la Reina Sonia y, superando todas las marcas, Mette-Marit, y, por supuesto, Mónaco.

Carolina de Mónaco llegando sola a la Catedral de La Almudena. 

Letizia Ortiz era el nuevo elemento en la Casa Real española. Hasta unos meses antes la joven asturiana presentaba el informativo de las nueve de la noche de Televisión Española. El 1 de noviembre de 2003 se anunció el compromiso de Felipe de Borbón con la periodista. El anuncio se produjo entre rumores de quién sería la elegida. De hecho, la tarde anterior Terelu Campos había adelantado junto al periodista Carlos Pérez Gimeno la identidad de la novia en su programa Con T de tarde en Telemadrid.

Todo en el entorno de Zarzuela se llevó con extremado secretismo. Las anteriores relaciones sentimentales del hoy monarca con Isabel Sartorius y Eva Sanun, no habían soportado la presión mediática y, para siempre, el hoy Felipe VI identificaría a los medios como culpables. Especialmente dura fue la renuncia a Eva en diciembre de 2001. El heredero reunió a los cronistas habituales de la Casa Real para comunicarles la ruptura.

La boda del 22 de mayo fue retransmitida por televisión a más de 100 países y todo un acontecimiento social internacional. Nadie quiso perderse el acontecimiento del año. Desde royals históricos como Farah Diba o Carlos de Inglaterra hasta protagonistas eternas del cuore como Isabel Preysler o Carmen Martínez-Bordiú.

Un príncipe alemán borrado y dos italianos a puñetazos

Aunque si hubo un invitado que llamó la atención, fue el ausente. Carolina de Mónaco accedía a la Almudena completamente sola mientras su marido Ernesto de Hannover, familia de la Reina doña Sofía, se recuperaba en un hospital de la capital de una noche de juerga que se había hecho interminable, algo ya habitual en el consorte de Su Alteza Serenísima que precisamente nunca se ha caracterizado por estar muy sereno.

El Príncipe Carlos de Gales representó a la Corona inglesa en la boda. 

Otros invitados dieron ruido cuando se supo de su comportamiento en el enlace meses después. Fue el caso del Duque de Aosta y Víctor Manuel de Saboya, Rey italiano en el exilio. Ambos se disputan desde hace años es ostentar el trono inexisente de Italia. La discusión acabó a puñetazo limpio ante el cabreo de don Juan Carlos I que exclamó: “¡Nunca más invitar a esta gente!”. Esta anécdota salió a la luz cuando la publicó en su blog Olguina de Robilant, cronista de sociedad italiana que había sido pareja del Rey Emérito en sus tiempos de soltería.

También meses después el político Miguel Ángel Revilla se hizo una notoriedad pública gracias a hablar de forma absolutamente natural sobre lo excesivamente austero del ágape que siguió a la ceremonia religiosa.

Estos acontecimientos, sin embargo, no quitaron brillo a uno de los asuntos más comentados, como en toda boda, el vestido de la novia. Letizia Ortiz escogió a uno de los grandes creadores españoles, Manuel Pertegaz que a los 86 años recibió el encargo cumbre de la boda. Superviviente de la alta costura, el aragonés fue una elección que nadie discutió ya que estaba asumido por todos como uno de los grandes de la costura. En un principio se rumoreó el nombre de Felipe Varela, hacedor del primer ‘estilo Letizia’. Al final, Varela y la Princesa de Asturias se acabaron alejando sin ninguna explicación aparente, algo que, un en día gente del entorno del modista no han perdonado a la hoy Reina consorte.

Así describió en su momento Pertegaz su propia obra: “Su aparente sencillez conlleva la compleja tarea del patrón, como un puzle en el que cada pieza y costura encajan unas con otras, teniendo en cuenta la longitud de la cola, 4,50 metros desde la cintura, y su anchura, así como el peso del conjunto del traje”.

El traje de la novia fue diseñado por el maestro Manuel Pertegaz. 

En 15 años las cosas han cambiado mucho, posiblemente más de lo que nunca hubieses imaginado los propios monarcas españoles. La caída en popularidad de la institución, la abdicación de Juan Carlos I y la compleja situación española son los elementos que rodean al matrimonio que hoy reina en España, unos Reyes que intentan construir su relato en un panorama incierto en constante cambio, donde lo que vale un día ya se ha quedado antiguo al siguiente. Felipe VI y Letizia han despejado su agenda para poder vivir esta fecha en su intimidad, siendo esta una de las características de su reinado, intentar separar lo público de lo privado. Algo casi imposible debido a la naturaleza de la monarquía. A pesar de rumores, son dos monarcas jóvenes y unidos frente a un futuro que parece tan adverso como algunos vaticinan, pero desde luego es menos floreado que el de sus predecesores en el trono.

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