19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

La viuda de Miguel Boyer y el Premio Nobel de Literatura se conocieron en 1986 cuando ella realizó una entrevista al escritor para la revista '¡Hola!'

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa: Cinco años de amor, literatura y exposición mediática

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa.
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa.
Hace cinco años Isabel Presyler sorprendía a todo el mundo con su nueva pareja. Ni más ni menos que el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. La filipina había perdido apenas seis meses antes a su marido durante casi tres décadas, el exministro de Economía y Hacienda socialista Miguel Boyer. Por su parte, Vargas Llosa seguía casado con Patricia, su esposa durante cincuenta años. Ahora la pareja forma una unión sorprendente de fama e intelectualidad, de glamour y cultura.

Fue una portada de ¡Hola! la que confirmó la relación entre Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. Apenas medio año después de quedarse viuda del exministro socialista Miguel Boyer, la ‘Reina de Corazones’ daba un nuevo giro en su biografía. Cuando parecía que iba a convertirse en una mujer madura sin más interés para la prensa que su largo pasado, un nuevo golpe de portada la devolvía a la actualidad rosa. La unión de que, para muchos, es la reina de la frivolidad con un premio Nobel de literatura dejó a todo el mundo con cara de vaca viendo pasar el tren. El mismo estupor que años antes la propia socialité filipina provocó cuando se supo de su historia de amor con el entonces todo poderoso Ministro de Economía y Hacienda.

Desde esa portada en junio de 2015 mucho ha llovido. Los primeros tiempos de la pareja, como siempre ha sucedido con los cambios sentimentales de la Preysler, fueron de una presión mediática casi insoportable. Todo lo que hacía la pareja saltó a la prensa. El mundo literario, tan cotilla y pagado de sí mismo como el del corazón también entró en el ruedo. Las guerras de escritores son un clásico de nuestra cultura y fueron muchos los enemigos del auto de La ciudad y los perros los que se apuntaron a hablar del romance entre la sorpresa, la ironía y la mala leche.

Isabel Allende los calificó como ‘el chisme del momento’ y Jaime Bayly, el peruano al que muchos que consideraron durante años como el verdadero heredero de Vargas Llosa, escribió para un periódico estadounidense un artículo lleno de (brillante) veneno en el que hablaba de una conversación con su madre en la que le explicaba que Mario “se había ido con la mamá de Enrique Iglesias” y concluían que “deberíamos enviarle unas flores a Patricia [Llosa, la exmujer del Nobel]”. Además, confesaba que su relación con su maestro se rompió porque “una mujer nos separó”. Bayly en su día fue muy cercano a un familiar del Nobel y el fin de esta amistad supuso, de facto, el fin del padrinazgo literario del escritor.

Travesuras de la Niña Isabel

Mucho se ha especulado sobre cómo empezó la relación entre Isabel y Mario. Lo cierto es que se conocían desde mediados de los años ochenta cuando la filipina hacía entrevistas pagadas a precio de oro para ¡Hola!. Por la grabadora de la ex de Julio Iglesias pasaron nombres como Clint Eastwood, Robert Redford, su amiga Carmen Martínez-Bordiú o el propio Iglesias. Cuando entrevistó al escritor, éste estaba trabajando como profesor invitado en la Universidad de Princeton en New Jersey (Estados Unidos) y preparaba el estreno en Madrid de la obra de teatro La Chunga, a mayor gloria de Nati Mistral.

En 1986 Isabel entrevistó a Mario Vargas Llosa para '¡Hola!'. 

Isabel Preysler se trasladó a Estados Unidos para poder entrevistar al escritor y, parece ser, que el autor de La fiesta del chivo quedó encantado con la entonces Marquesa de Griñón. El verano siguiente el matrimonio Vargas Llosa coincidió con Isabel y Miguel Boyer en el primera visita de la pareja del momento a Marbella, un año después de la dimisión del Ministro y de la separación de Isabel de Carlos Falcó. Entre Boyer y el autor surgió rápidamente una amistad.

En 1990 la pareja fue protagonista de un rumor cruel detrás del cual muchos vieron la sombra de José María Ruiz Mateos que se la tenía jurada al matrimonio Boyer desde la expropiación de Rumasa en 1983. Se habló de un intento de suicidio por parte del exministro después de haber descubierto una infidelidad de su mujer con el escritor. El rumor pronto quedó desmentido y el nombre de Vargas Llosa dejó de asociarse al de Isabel Preysler hasta meses después de la muerte del político.

Según contarían años más tarde, fue en una de las fiestas de Porcelanosa donde surgió el amor. Preysler y Mario compartieron hotel y su habitación estaba contigua. El antiguo interés de Mario por Isabel se despertó y el autor de La casa verde les aseguró a sus amigos que “esta vez no voy a esperar treinta años”.

Mario y los visitadores (rosas)

En marzo de 2019 la pareja concedió una entrevista al escritor peruano Santiago Roncagliolo y le contaron cómo fue la ‘salida del armario’. Al parecer unos fotógrafos localizaron a la pareja en la casa de Enrique Iglesias en Miami y estas fotos acabaron el despacho del director de una revista del corazón.

Las revistas de política y economía también disfrutaron informando sobre el romance. 

“Le dije al editor que ya estaba cansada de esto. La gente acababa de estar liándome con el presidente del Real Madrid Florentino Pérez y yo no quería empezar de nuevo con otro rumor”, confesaba Isabel. “Lamentablemente, no tenía manera de detener la publicación de las fotos. Al final, lo que nos salvó fue que la terraza de Enrique está techada. Puede parecer una tontería, pero ese detalle es una diferencia importante: Si un juez llegaba a considerar ese lugar como un interior de la casa, podría acusar a la revista de atentado contra la intimidad y condenarla a pagar una indemnización millonaria. Quizá el editor hizo sus consultas legales y por eso prefirió no arriesgarse a publicar las fotos”, explicó.

Al saber que ya la noticia estaba en la calle, Isabel recurrió a su revista de confianza ¡Hola! para hacer público un romance con el que daba un paso más en una vida donde la siguiente casilla siempre supera en expectación a la precedente.

Durante los primeros tiempos de la pareja se convirtieron en fijos de las portadas rosas, pero también de las de información general y de los suplementos culturales de los periódicos. Mientras la figura de Vargas Llosa parecía caer en el peligro de la banalización muchos presuntos intelectuales redescubrieron a Isabel Preysler que, lejos de su imagen más tópica, dicen, gana en las distancias cortas e incluso tiene un sutil sentido del humor que rompe con la imagen naif e incluso cursi que de ella ha dado la prensa del corazón. Tal vez, porque el silencio, ha sido su mayor arma para mantenerse en el universo mediático.

En los últimos años incluso se ha dejado ver en televisión, el medio que menos la gustaba. Animada por la revelación de su hija Tamara Falcó en la pequeña pantalla, Preysler parece haberse relajado de su propio mito impostado y ha decido sacudirse algunos de los tips que le han hecho ser el principal icono de la prensa de entretenimiento del país. Supo sacar el mejor rendimiento posible al silencio, rompiéndolo de forma bien calculada. Sabedora de que la ausencia de información se tiende a llenar con rumores y, a veces, libelos, sabía aparecer puntualmente para desmentirlos previo paso por taquilla y alimentar así el interés en torno a su figura. Ella fue la inventora de la fama como destino y no como consecuencia. De la celebridad como forma de vida.

Mientras tanto, Mario Vargas Llosa ha vuelto por donde solía, la tranquilidad del mundo intelectual después de que su vida familiar y sentimental durante meses fuera carne de información. Una vida que, por cierto, él ya había expuesto en alguno de sus libros. Ahora, en la cumbre de su prestigio literario se ha convertido en un octogenario, rejuvenecido siguiendo la que podría ser la última gran aventura de su vida, sobre todo después de haber perdido la cabeza por una de las grandes actrices de los últimos años que sólo le había correspondido en el plano profesional. Mario parece haber redescubierto la originalidad del amor en una mujer que podría, perfectamente, de una de sus novelas.

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