29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

Descendiente de soldados españoles, la madre de la 'reina de corazones' vivió en Manila hasta la muerte de su marido, Carlos Preysler, en 1992

Muere Beatriz Arrastia: Esta es la verdadera historia de la matriarca que ayudó al ascenso de Isabel Preysler

El Cierre Digital en Beatriz Arrastia, madre de Isabel Preysler.
Beatriz Arrastia, madre de Isabel Preysler.
Isabel Preysler dice adiós a unos de los pilares de su vida. Su madre, Beatriz Arrastia, ha fallecido este domingo a los 98 años. De origen filipino y descendiente de soldados españoles, Betty, como la llamaban, siempre mantuvo un perfil bajo, alejada del foco mediático. Elcierredigital.com repasa en este artículo los detalles de su vida, marcada por los estragos de la II Guerra Mundial y su matrimonio con Carlos Preysler en 1942, hasta su mudanza a España en 1992, tras la muerte de su marido.

Triste noticia para la familia de Isabel Preysler. Este domingo, acompañada de toda su familia, ha fallecido a los 98 años de edad Beatriz Arrastia, la madre de la 'reina de corazones', y uno de sus grandes apoyos. Siempre en un segundo plano, muy discreta a pesar de su mediática familia, los inicios de la matriarca de esta dinastía de 'socialités' no siempre fueron sencillos.

Repasamos todo lo contado por el director de Elcierredigital.com, Juan Luis Galiacho, en su libro 'Isabel y Miguel. 50 años de historia de España'.

Raíces españolas 

Las raíces familiares de Isabel Preysler, tanto por vía de su padre como de su madre, proceden de España. Su abuela materna, y madre de Beatriz Arrastia, Teodorica, era hija de un soldado español de la Rioja, Francisco Reinares, que había llegado a Filipinas en el último tercio del siglo XIX desde su pueblo de Alberite para combatir en la guerra contra la independencia que asolaba el país asiático, en un último intento por mantener este reducto que fue la capital del Imperio de las Islas Orientales Españolas. La abuela de Isabelita, conocida como Kika, era una mujer de belleza salvaje, de rasgos orientales, que despertaba tremendas pasiones. Ésta se había casado con José Arrastia, hijo de otro soldado español, el navarro Valentín Arrastia Roncal, que, con tan sólo dieciocho años, había llegado también al archipiélago para combatir en el frente desde su pueblo de Allo, situado en la conocida comarca navarra de Estella. Quiso la casualidad que los soldados Reinares y Arrastia se hicieran grandes amigos en aquel barco que les conducía a tierras lejanas. Y tras los avatares bélicos, ambos se instalaron en el norte de la isla para trabajar como braceros en una compañía dedicada al cultivo de la caña de azúcar. Pero poco a poco se fueron haciendo con pequeñas posesiones hasta transmutarse en dueños de importantes plantaciones de arroz y caña de azúcar, convirtiéndose en los hacendados más influyentes de la ciudad de Lubao y de la península de Bataan.

Se casaron con nativas de pura sangre de la etnia kapampanga y engendraron una descendencia mestiza. Entonces decidieron unir en matrimonio a dos de sus vástagos para reunir en una sola fortuna la de ambos. De este modo los dos soldados españoles Arrastia y Reinares se convirtieron en consuegros, concentrando en una sola propiedad la mayor parte de las plantaciones de la región de La Pampanga, la primera provincia ocupada por los españoles en 1571 y situada en el interior de la parte más ancha de la isla de Luzón, al norte de la Bahía de Manila. De esta manera pactada y estratégica, los jóvenes José Arrastia Salgado y Teodorica Reinares de Orion se unieron para el resto de sus vidas, convirtiéndose luego en los abuelos maternos de Isabel Preysler Arrastia.

Tuvieron una amplia descendencia que vio la luz en la inmensa plantación familiar. De sus diez partos, la bella oriental Teodorica Reinares, que era además una gran costurera, siete fueron niñas: Beatriz, Teresa, Estella, Elvira, Mercedes, Lilian y Josephine; y tres, varones: José María, Francisco y Valentín. La primogénita era Beatriz, a la que todo conocían por Betty, que sería luego la madre de Isabel Preysler.

Beatriz Arrastia, en una de sus escasas apariciones en la televisión. Foto: Telecinco. 

Pero el abuelo de Isabel era un hombre acostumbrado a una vida privilegiada, sin límites, proclive a las relaciones extramatrimoniales, lo que le reportó más descendientes. Un ejemplo de esta actitud extramarital fue su unión con la guapa bailarina de sangre hispano-alemana-filipina Carmen Salvador, hermana del célebre director de cine Lou Salvador. Con ella tuvo una hija, Rubí Neilam Arrastia Salvador, más conocida por Neile Adams, que llegaría a ser una actriz y cantante famosa en Hollywood y que se convirtió en la primera esposa del célebre actor Steve Mc Queen, la estrella masculina más atractiva del Hollywood de los años sesenta.

Estas infidelidades lo llevaron hasta los tribunales de Justicia demandado por su propia mujer Teodorica que no quería ver como el patrimonio heredado se iba dilapidando. José Arrastia, Pepe, poseía una considerable fortuna -estaba considerado el terrateniente más rico de la zona- y a medida que sus distintos hijos crecían los fue enviando a Manila, con el objetivo de que sus niños perdieran el componente rural que habían adquirido durante su infancia en la hacienda de Lubao.

Pero la Segunda Guerra Mundial trastocó todos sus planes. La familia Arrastia fue encarcelada por los japoneses durante 18 meses. Isabel Preysler siempre ha intentado esconder estos antecedentes familiares con esa sutileza que posee para alterar las situaciones según su conveniencia.

Después de este desagradable periodo, las tías maternas de Isabel tomaron rumbos distintos, cada una a su manera.

Para Betty, madre de Isabel Preysler, el ojito derecho de sus padres, se eligió uno de los mejores colegios de la capital. A la niña la mandaron al internado del Colegio de Santa Escolástica, que regentaban las madres Benedictinas, una de las instituciones más recatadas y rectas de la católica Manila, muy unida a la aristocracia de la capital y al poder dictatorial dominante. La joven había heredado de su madre la belleza, el encanto oriental y una dulzura que le otorgaban un enorme atractivo, lo que le abrió las puertas de la alta burguesía de la ciudad. Sin embargo, no sacó el máximo provecho de estas cualidades dadas sus escasas veleidades sociales, casándose finalmente con Carlos Preysler Pérez de Tagle. 

Una unión por amor 


Cuentan los más allegados que los padres de Isabel se casaron por verdadero amor, a pesar del recelo de la adinerada familia Arrastia que siempre había soñado para su niña mimada un muchacho mejor posicionado socialmente. Pero ello no fue óbice para que Carlos lograra casarse con la joven Betty, que por entonces rondaba los veinte años, una edad similar a la que Isabel Preysler tenía cuando contrajo primeras nupcias con Julio Iglesias.

 
 
 
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La pareja selló su alianza en 1941 de un modo convencional, fiel a sus firmes raíces católicas, en la antigua iglesia barroca de Malate, en los intramuros de la Gran Manila, una región metropolitana conformada por 17 ciudades. En una de ellas, Mataki, el centro financiero por excelencia de Filipinas, instalaron su residencia los Preysler en el distrito de San Lorenzo, el segundo barrio más extenso de los 32 que tiene la ciudad. Allí, en una casa rodeada de un pequeño jardín (como la de Miguel Boyer en Puertollano), situada en la calle Ponce, entre hotelitos, embajadas y colegios, configuraron su hogar bajo una gran inquietud civil derivada de la ocupación de Filipinas por las tropas japonesas y la posterior independencia total sobre Estados Unidos en julio de 1946.

De su matrimonio, que duró cincuenta años, nacieron seis hijos: Enrique, Victoria, Isabel, Carlos, Beatriz y Joaquín (estos últimos mellizos).

Isabel Preysler trabajando como modelo en 1970.

Isabel, la tercera en línea de descendencia, tuvo que sufrir de pequeña la dura situación que vivieron sus padres, acrecentada por la crisis generada tras la Segunda Guerra Mundial que truncó muchas de sus expectativas e ilusiones. Pero a pesar de las dificultades lograron sobrevivir con relativo éxito. Su padre trabajaba en una compañía de exportación e importación, que le obligaba a trasladarse con relativa frecuencia a Hong Kong, llegando después a convertirse en director ejecutivo de Philippine Air Lines (PAL) y miembro de la junta directiva del Banco Español de Manila, con lo que pudo mantener un cierto status social.

Tras la muerte de Carlos, Beatriz se trasladó de Manila a Madrid a la casa que en esos momentos la socialité compartía con su por aquel entonces marido, Miguel Boyer. 

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