A pesar de la lucha de los vecinos, zonas ocupadas por célebres escritores y famosos periodistas como Las Pozas o Las Injurias dejaron de existir
Descubrimos los cuatro barrios más populares de Madrid que desaparecieron en el siglo XX

La ciudad madrileña ha sufrido grandes cambios desde el siglo XX. Lo que fueron en su momento los barrios más populares y poblados de la ciudad, a comienzos del siglo XX comenzaron a ser desalojados y demolidos por los diferentes ayuntamientos.

Uno de los barrios que desaparecieron con el tiempo. Las Cambroneras en 1914. Colección M. Martínez.
Grandes personajes visitaron las diferentes zonas donde los vecinos fueron olvidados en medio de la pandemia del cólera de 1885. Importantes personajes como Pío Baroja, Benito Pérez Galdós, o el propio Julio Vargas, visitaron estas zonas “tenebrosas” de la ciudad, para poder contar a los ciudadanos en la miseria en la que vivían estas personas. Los escritores criticaban en algunos medios la desidia de las autoridades ante la realidad de estas personas. En estas publicaciones, el propio Pío Baroja denunciaba el abandono que sufrían miles de personas, que tenían que vivir en suburbios de manera miserable. Barrios como Las Injurias y las Cambroneras acabaron eliminados de la capital madrileña para siempre en las primeras décadas del siglo pasado.
Benito Pérez Galdós, "Misericordia"
Fueron muchos los escritores y periodistas que denunciaban la situación de los barrios a través de la literatura y la prensa de los últimos doscientos años. Benito Pérez Galdós dedicó varios pasajes de su novela “Misericordia”, de 1897, a estos barrios que quedaban desolados. En su novela, el escritor contaba cómo fue visitar los barrios y ver la pobreza que existía en ellos: "Me propuse descender a las capas ínfimas de la sociedad matritense y describir la suma pobreza, la mendicidad profesional, la vagancia viciosa y la miseria, dolorosa casi siempre. Empleé largos meses en visitar las guaridas de gente mísera o maleante que se alberga en los populosos barrios del sur de Madrid, como el de las Injurias, polvoriento y desolado. En sus miserables casuchas, cercanas a la Fábrica de Gas, se alberga la pobretería más lastimosa".
En su novela también eran mencionados otros barrios como Las Pozas, derribado para construir El Corte Inglés de la calle Princesa en 1972; la Colonia Mahou, expropiada y derruida en Avenida América en 1977, y la Quinta de la Paloma, derribado en 1983 en las inmediaciones de la M-30 al Barrio de Santiago, y los ya mencionados barrios de Las Injurias y Las Cambroneras.
Las Pozas
Situado en el centro de Madrid, este barrio vivió sus últimos días en el año 1970. En este tiempo, el descontento popular de los vecinos mantuvo en alerta a las autoridades durante la dictadura. Hasta ahora las protestas no habían sido habituales, pero la capital comenzó a sufrir altercados debido a los desalojos en algunas de las calles más antiguas de la ciudad durante la década de 1960. Las zonas más afectadas fueron Las Pozas, delimitado por las calles de Princesa, Alberto Aguilera y Serrano Jover, en lo que hoy respecta a la zona de Argüelles, cuando el Ayuntamiento informó que sería derruido.
Barrio Las Pozas, Madrid, comienzos siglo XX
Con el derribo de Las Pozas, más de mil quinientos vecinos y alrededor de trescientas viviendas quedarían afectados en la capital. En ese momento, las viviendas estaban situadas en un solar con grandes dimensiones, que estaba siendo cotizado por los especuladores, siendo una zona que se estaba revalorizando.
Se trataba de un gran barrio, que debía su nombre a su promotor Ángel de las Pozas, cuando lo construyó en 1860. Su propia inmobiliaria (Pozas S. A.) fue quien ordenó al Ayuntamiento su demolición, manifestando que las viviendas se encontraban en mala situación debido a los bombardeos de la Guerra Civil.
El mismo escritor y dramaturgo Lauro Olmo recibió una carta del Ayuntamiento en la que le comunicaban que se iniciaría la demolición de los edificios durante la Navidad de 1969. Tras el anuncio del derribo, se vivieron algunas escenas inauditas para aquellos años. Tal y como ha explicado la web 'Agente Provocador', de la editorial La Felguera, durante esos meses “todo el edificio se cubrió de pancartas que exigían respeto a sus hogares y parar la política que expulsaba a los vecinos y vecinas de sus barrios de toda la vida. Incluso hubo quien a gritos, con los agentes en la calle, amenazó con lanzarse desde el balcón si ponían las manos en su casa”.
Los vecinos de Las Pozas contaron con la ayuda de un grupo de abogados, aunque de nada sirvió. A pesar de presentar escritos en los que solicitaban la suspensión de las obras de demolición que dejarían consecuencias irreversibles, alegando que más de mil niños quedarían indefensos, y que existían casos médicos preocupantes, las autoridades no hicieron nada al respecto, y tras dos años de lucha los edificios quedaron demolidos.
Los últimos en ser desalojados fueron la familia de Olmo, junto a su esposa Pilar Enciso y sus hijos. Aquel día salieron dados de la mano de la casa, mientras los vecinos les aplaudían. Finalmente, tanto la inmobiliaria como la constructora consiguieron su propósito, haciéndose millonarios al construir en los terrenos el famoso Corte Inglés Princesa.
Las injurias
El barrio de Las Injurias se encontraba cerca de la estación de metro de Pirámides, al lado del Río Manzanares y del estadio Vicente Calderón, en una hondonada a la izquierda del Puente de Toledo. Se había erigido a finales del s.XIX que, en un principio, era un poblado de unas cincuenta chabolas formadas por 150 ciudadanos, gran parte de ellos obreros y personas con muy poco recursos que vivían en unas condiciones infrahumanas. 'Blanco y Negro', la revista ilustrada fundada en 1891, describió estas casas como "desprovistas de condiciones higiénicas y en cercana vecindad con los gérmenes palúdicos del río y las miasmas del Depósito judicial de cadáveres".

Desalojo barrio Las Injurias.
Julio Vargas fue el primer periodista en visitar este barrio en 1885. En una de sus crónicas contó que el barrio ya no tenía entrada. Para poder acceder a él, Julio Vargas explicaba que había que "despeñarse por las violentas cortaduras del terreno hasta un ancho barranco". "Lo primero que llama la atención –continuaba– es un arroyo de copioso caudal, cuyas negruzcas aguas repugnan a los ojos y ofenden el olfato. Al intentar descubrir el origen del hediondo vertedero y su pestilente riachuelo, uno cae en la cuenta de que son las aguas fecales de la atarjea del barrio de las Peñuelas que, tras engrosar las del alcantarillado general, se desbordan en el Manzanares por ese punto".
Un barrio del que se habló mucho en la época, y que el Ayuntamiento calificó de "poblado chabolista" para terminar de desalojarlo y derribarlo en 1906.
Las Cambroneras
Situada a orillas del Río Manzanares en la parte sur de Madrid, Las Cambroneras era una barriada cercana al puente de Toledo. Limitaba con la calle de Las cambroneras (actualmente, calle Alejandro Dumas), que comenzaba en la actual glorieta de Pirámides y terminaba en la glorieta de los Melancólicos.

Las Cambroneras. Colección M. Martínez.
Como en los demás casos, tanto la prensa y la literatura de la época no daban una buena imagen del barrio por tratarse de vecinos gitanos los que lo habitaban, una discriminación ya presente a comienzos del siglo XX. Tanto es así, que en 1922 'El Heraldo de Madrid' describió a Las Cambroneras como "el barrio de los gitanos, el Albaicín madrileño, digno sucesor del campo De Santa Bárbara que en el siglo XVI fue albergue de gitanos y está compuesto por filas de casuchas bajas y desiguales".
Vicente Blasco Ibáñez, escritor valenciano, hablaba de este barrio en 'La horda' de 1906 como una heterogénea población de Las Cambroneras. "Formaban un mundo aparte, una sociedad independiente dentro de la horda de miseria acampada en torno a Madrid. Existían dos grandes divisiones en el vecindario de las Cambroneras, cuyos límites nunca llegaban a confundirse: a un lado estaban los payos, que eran los menos, y al otro los gitanos, que constituían la mayor parte de la población".
Otros artículos publicados por ABC contaban que estos barrios los formaban unos 500 vecinos, la mayoría emigrantes andaluces y manchegos, que pagaban 25 céntimos diarios de alquiler. A los que no cumplían con el precio pactado, solían quemarles la vivienda.
De esta forma se trataba al barrio como una zona de delincuencia y crimen, una opinión muy lejos de la realidad, ya que según han confirmado investigaciones recientes fue un lugar donde los gitanos y los 'payos' convivían pacíficamente. Los vecinos trabajaban en diferentes labores: desde las huertas de la zona, en compañía de ferrocarriles, en los lavaderos o en el mercado de ganado. A pesar de eso, y al igual que en las demás zonas, acabó desapareciendo, aunque en este caso sobrevivió unos años más.